Civismo: pautas mínimas de comportamiento social que nos permiten convivir en colectividad. Se basa en el respeto hacia el prójimo, el entorno natural y los objetos públicos; buena educación, urbanidad y cortesía.
Desde hace ya 6 meses asisto los miércoles a las 22:00 hrs. A la Plaza de la República para formar parte del pelotón bicicletero que se propone dar la vuelta a diferentes puntos de la ZMG.
Particularmente (sin pretender ser el único), este paseo me ha servido en aspectos saludables, mentales, emocionales y hasta sociales; me he “enamorado” de andar en bicicleta.
Aunque quisiera escribir solamente acerca de lo bien que me siento al pedalear en este paseo, siento la necesidad de “denunciar” que últimamente el ambiente provocado por unos cuantos ha degenerado el verdadero sentido y propósito del mismo.
No pretendo ser moralista, pero mucho menos deseo ser alcahuete.
El paseo requiere, exige, que todos los participantes tengamos presente que el civismo nos llevará a una mejor convivencia. Esto generará mayor y mejor diversión entre nosotros mismos y, por supuesto mejores condiciones de transito proporcionadas por el peatón, el automovilista y los gobernantes.
Independientemente de las diferencias de edad, género, ideales políticos, etc. Debemos tomar en cuenta que la educación vial también nos involucra.
Estoy totalmente de acuerdo en que cantemos, gritemos de alegría, chiflemos, echemos porras, todo eso es benéfico para quienes estamos inmiscuidos y para nuestro entorno inmediato. Pero, tanto en el pedaleo como en la vida existen límites de los cuales debemos permanecer al margen.
Salen sobrando las mentadas de madre a las autoridades. Si lo que exigimos es respeto, tolerancia y mejores condiciones de vida, por favor evitemos las expresiones vulgares. El paseo, por si solo es ya una manifestación honesta en contra de las carencias que padece la ciudad.
Atender y seguir las recomendaciones de los líderes no es para hacer de esto una procesión aburrida, es, para viajar seguros y regresar sanos y salvos a nuestras casas.
Aunque no participamos en una competencia donde gana aquel que llega primero o que corre más rápido o que realiza la mejor pirueta, el hecho de pasear sin percances lamentables es el mejor premio que podemos recibir.
Ernesto García Gallardo.
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