COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

lunes, 13 de abril de 2009

EN EL ORIENTE, LOS CICLISTAS LA TIENEN DIFICIL

El reciente boom de las bicicletas en Guadalajara reveló muchos obstáculos de la ciudad; la inseguridad de la zona oriente es uno de los más complicados.


En el lado oriente de la ciudad, no hay lugar para los débiles. Menos, si se trata de lobos solitarios que vagan en un par de ruedas. Por estos rumbos, son muchos los personajes anónimos que se trasladan a diario en bicicleta. Y son ellos los que sortean todos los días un gran número de obstáculos para llegar a su destino. Cada calle, quizá un peligro.

Cada traslado, tal vez una odisea. “Sí, son muchas las cosas que tiene que hacer uno. Pero nomás de vez en cuando. Mira, yo vivo en la [colonia] Jalisco. Para venir acá a mi trabajo, hago como una hora. Pero a veces se me va hasta hora y media o dos”, afirma Javier López López (foto). Tiene 21 años. Su infancia y adolescencia transcurrieron en la colonia San Andrés, en Guadalajara. Desde los 18 trabaja en una pizzería de la colonia, como repartidor.

Cambió de residencia hace dos años, cuando supo que Alejandra, su novia, estaba embarazada. Desde entonces vive en la colonia Jalisco en un cuarto equipado con una cocineta y un baño que comparte con Alejandra y el pequeño Santiago, el primogénito.

Para llegar a su trabajo, Javier utiliza varias rutas. Pero el cambio no consiste en evitar la rutina o en el deseo de ver nuevos horizontes. Periférico Norte-Plutarco Elías Calles o Gigantes- Patria-Villa Corona-Mascota y muchas otras. Son rutas que conoce a la perfección. Las intercala cada tercer día, por temor a ser asaltado. —¿En qué consiste la variedad? ¿El mal estado de las calles? ¿El tráfico de la ciudad?

—[Risas] No, ¿cómo crees? Acá de este lado de la ciudad, todas las calles siempre están mal. Lo que pasa es que hay varias pandillas. Hay que andarse cuidando de cholos que andan solos, de las bandas y hasta de los policías.

En los dos años que Javier ha vivido en la colonia Jalisco, ha sido asaltado en cinco ocasiones. Sonríe al recordar. Los primeros meses fueron los más difíciles. No conocía la zona, ni a la gente. En los primeros seis meses, ya le habían quitado dos bicicletas, con paga semanal incluida. —Sí, al principio me chamaquearon gacho.

Como era de las primeras veces que me asaltaban, no me dejé y me golpearon. Pero la verdad es que tuve suerte de que no me picaran la panza. Ya ahorita agarré más callo—, asegura orgulloso.

La jornada laboral de Javier termina a las 23:00 horas, cuando ya no hay servicio de transporte público. Dice que, como él, hay muchos otros en su misma situación. Además de la alternancia de rutas, ha implementado un sistema para no atraer la mala espina de sus vecinos incómodos.

La pandilla de su barrio recibe un par de pizzas familiares cada semana, cortesía suya. Además, trata de ser lo más invisible que se pueda.

“Sí, ya más o menos le agarré la onda. Tengo como ocho meses que no me asaltan. Aunque por ahí tengo un ahorrito, por si me vuelve a pasar: tener con qué comprar otra bicicleta para no dejar de ir al trabajo.”, sentencia Javier, despidiéndose presuroso porque llegará unos minutos tarde a la pizzería.

Texto y Foto: Ignacio Dávalos, Tomado del Periódico Público Milenio.

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