CUMPLIMOS EL DESAFIO, CONQUISTAR LA TORRE 2...

Para mi fue la segunda incursión en la bici de montaña, temprano por la mañana de domingo tomamos camino hacia la entrada a La Primavera, desde el Parque del Refugio, se sentía el entusiasmo del grupo. Un poco después del periférico una subida larga, muy larga, de esas hipócritas, que no parecen, pero bien que se sienten, se anunciaba la aparición del Bosque.

Se hicieron dos grupos: Novatos y avanzados harían un trayecto distinto, un grupo numeroso y los ánimos prendidos. Describían qué trayecto haríamos, Mayra quien hacía su primera travesía con Cámara Rodante sentenció que se quedaría allí a esperarnos.

Los ánimos de todos la hicieron decidir ir al ocho y medio y más tarde a Torre 2. Y pienso que no se arrepintió, como ninguno de los otros.

Al arranque vamos todos juntos pero de a poco el camino, y el trayecto dentro del Bosque va haciéndose cada vez más personal.



Hay tiempo para maniobrar e ir pensando un poco en todo, y profundizar, hasta que el reto de la siguiente subida te remite al cuerpo, a la condición física y al corazón que tienes para enfrentar el desafío.

Te acompañan el sol, la conversación en fragmentitos por parte de algún vecino que va pedaleando a tu lado. Se siente la fuerza del grupo.

En el camino hay algunos altos, para fotos emblemáticas que Carlos no para de tomar, y también para atender alguna incidencia: cadena suelta, llanta ponchada, dan tiempo para tomar un poco de aire y aprender algo nuevo para estar prevenido.



Me ha sorprendido la generosidad y la calidez con que todos se tratan entre sí. ¡Un espacio humanizante sobre ruedas!

Conforme íbamos subiendo cambiaba la luz, el piso, las velocidades, y se mantenía el buen espíritu, un par de compañeros iban anunciando lo que seguía, dosificando y administrando el esfuerzo.

Así fue llegando la tan deseada Torre 2. Dejamos las bicis espolvoreadas y con las piernas flaqueando escalamos la torre para ver desde allí lo que nos habían contado. La promesa del día fueron esas vistas aéreas del bosque, descansa el espíritu y se siente poderoso después de tan linda conquista. ¡Valió la pena el tránsito! Llegamos a un lugar hermoso que se le antoja a uno un poco inaccesible.

Un día generoso que nos regaló en el regreso unas bajadas vertiginosas y divertidas. Terminando de anunciar Omar que era recomendable bajar con cuidado, uno de los campañeros tuvo un derrapón que le valió un par de raspones, un buen golpe en el hombro y lo más impactante de todo fue la protección que le brindó su casco, que terminó partido por mitad completamente. Su cabeza había caído sobre algo muy duro y con una velocidad tremenda.



No es una sugerencia ociosa usar el casco. Es indispensable para protegerse y es obligatorio si quieres rodar con Cámara Rodante.

La bajada continuó y llegamos a resguardo, la parte final del día fue estupenda porque estaba dirigida a los novatos, aprendimos en una demostración muy sencilla cómo cambiar una llanta.

¡Fue un día espléndido!, el primer día de primavera con ascensos y descensos dignos de compartirse en grupo.

María Rostro
Cámara Rodante