COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

lunes, 15 de marzo de 2010

LA CONQUISTA DEL VOLCAN DE TEQUILA, UNA RODADA MUY PESADA....

Hay momentos en nuestras acciones-el ir de aquí para allá, el hacer esto y aquellos- se desenvuelve de modo tan fácil y libre que nos parece como si todo pudiera ser de otro modo.” La Ruta Interior. Hermann Hesse.

El se rió de mí, pero casi al instante puso una cara muy seria y constreñida me dijo directamente a los ojos y sin parpadear: mira, voltea para atrás, todo lo que has hecho hasta hoy, ha sido cosa de niños…


Imagen tomada desde el Volcan de Tequila, se observa la famosa Tetilla.

14 de marzo de 2010

SORIANA.

Siempre que voy muy temprano en mi bicicleta, semidormido y con prisas me pregunto, a quién fregados se le ocurre levantarse a estas horas en domingo, a diferencia de otros domingos, esta vez hice un recuento en mi mente: minibuseros, tiangueros , viejitas que van a misa de gallo, uno que otro perro sin dueño en busca de un hueso, quizás algún nuca fría que sufre de insomnio y los del show de la barandilla… en fin, el asunto es que siempre me repito a mismo: qué necesidad!

Llegué 10 minutos tarde a la cita ya que tuve que regresarme a mi casa por mi cartera, cuando llego al soriana, ahí estaba Octavio, que hasta ese entonces no sabía que se llamaba Octavio, pero el asunto es que los dos estábamos esperándo a EDGAR FIDALGO, que muy formalmente la noche anterior había quedado de estar ahí, para irnos en su coche. Pues como buen borracho resulta que nunca llegó que porque se sentía “malito” de la gripa (así le llama a la cruda).

Afortunadamente el súper Jeep de Octavio, nos llevó puntualmente hasta Tequila.
TEQUILA 8:00 A.M.


Nos estacionamos en plena plaza a esperar que los demás llegaran, hasta que por fin nos percatamos que casi todos estaban a una cuadra de donde estábamos estacionados. La primera cosa que me pasó por la cabeza al ver a toda la banda pesada fue una escena con Gary Oldman en la película León The Professional (el perfecto asesino), diciendo: tráiganme a todo- ¿a todos? A TODOS!!![1] Escena clásica del cine. Y así sucedió, creo que mi tocayo gritó a los cuatro vientos, TRÁIGANME A TODOS!! Y todo los ironman: los huevos y los pesados de Cámara estaba listos y enlicrados para la rodada.

A las 8:30 estábamos tomando la foto conmemorativa de la rodada y ya a las nueve comenzó el martirio.

RUMBO AL VOLCÁN.

Tomamos rumbo hacia las faldas del volcán, una calle recta que poco a poco iba subiendo su inclinación. El adoquín se quedaba corto y de entre las calles el empedrado comenzaba a turbar nuestro camino. Como era de esperarse y por razones lógicas de la naturaleza y la genética, todos los elegidos, tomaron la delantera, y para muchos fue la última vez que los vimos. Los demás mortales comenzamos nuestro suplicio. Las chamarras comenzaron a guardarse y el sudor como lava volcánica se esparcía por el rostro de todo mundo. Como siempre al principio uno es muy ingenuo y hasta pueril; uno bromea, echa chascarrillos, pero cuando la energía se va del cuerpo las bromitas se terminan y las mentadas son las más mentadas.

En este tipo de rodada se requiere mucha concentración así que aunque vayas con mucha gente, los caminos se vuelven muy solitarios e introspectivos. Cuando uno sufre, tiene mucho tiempo para pensar y meditar sobre mil tonterías. Llega un momento en que el sonido del viento en los árboles se deja de escuchar: sólo las llantas rozando contra el empedrado, la respiración entre cortada, los latidos a mil por hora, la cadena y su tracción, el sonido de los pedales, el crujir de las hojas cuando pasas sobre ellas. Y uno voltea hacia delante y sólo vez subida, una eterna subida que parece no terminar.

En cuanto más subes, el fondo se comienza a despejar y el pueblo en el horizonte se convierte en una pequeña maqueta que va reduciendo su tamaño. El viento golpea más fuerte y la temperatura comienza a bajar. La subida en otras circunstancias más placenteras sería un bello camino, con piedras muy uniformes, a la orilla cientos de pinos decoran las gigantescas bajadas, las hojas secas, comienzan a tapizarlo todo como una enorme alfombra ocre, de esas que se antojan tirarse de espaldas y hacer angelitos en el suelo. Algo muy particular fue el tono del bosque que a pesar de ser primavera, uno podría jurar que era otoño, las hojas caían entre nosotros como copos de nieve, y los árboles de los cerros vecinos tenían el clásico color rojizo y amarillo del otoño.

Cuando uno se pierda en tal inmensidad, la soledad se apodera de nuestros sentidos, en mi casi puedo jurar que hasta me hizo alucinar (creo que es más mi imaginación que otra cosa). Había momentos que comenzaba a escuchar música, me detenía un momento y al fondo se escuchaba un sonsonete, un ritmo lejano que me hacía querer ir para allá. Otra cosa que me sucedió fue que en algunos ángulos en donde el cerro tapaba el sol, la sombra se apoderaba del bosque, y como aquellos cuentos infantiles, el bosque cobraba vida, la oscuridad se apoderaba del camino y sentía escalofríos en la parte baja de la nuca, sentía como si los árboles estuvieran viéndome detenidamente… `pero creo que era el cansancio que me jugaba muchas malas pasadas.

Seguido me topaba con Eduardo, Oswaldo, Sarah, descansábamos, Eduardo se fumaba un cigarrito para agarrar oxigeno, Oswaldo (el doc) nos revisaba, nos tomaba el pulso, nos daba consejos. A Hugo ya no vimos como desde el Km 5, a otros más les perdimos de vista. En lo particular es como si sólo hubiéramos ido cinco o seis a la rodada, que fuimos los que nos vimos todo el tiempo.
Ya como en el kilometro 15 mi cardio estaba perfectamente, pero mis piernas eran dos piltrajas, dos pequeños hilos con tenis, los calambres no se hicieron esperar y tuve que pararme para descansar y darle masaje a mis músculos que rebotaban y se movían solos dentro de mis piernas. Tres kilómetros antes estuve a punto de aventar la toalla, creo que como muchos la subida fue demasiado, ya no sabía si ponerme a llorar o maldecir a todo el mundo. Pero bueno creo que soy una persona muy obstinada y al final de cuentas pudo más mi terquedad y mis ganas de querer llegar. Como a dos kilómetros yo ya empujaba mi bici en unos tramos para descansar de los calambres, ahí me encontré a Héctor y Adrián, que estaban tirados en el suelo descansando Héctor por un dolor de rodilla y Adrián también por calambres, descansé un rato y Héctor y yo decimos hacer el último tramo empujando la bici.

Ya en el regreso , nos encontramos a Bernardo, Jacobo, Luis, Joel, a mi tocayo, a otro Carlos, Gerardo, Fernando y a otros más que no recuerdo su nombre, ya estaban cansados de esperarnos, Luis nos decía que nos faltaban 500 metros, recorrimos otros cientos de metros y Bernardo nos decía que nos faltaban otros 500, pero fue el tramo más eterno de mi vida, y los minutos eran horas y los metros kilómetros, el final del camino: la torre.

LA TORRE DEL VOLCÁN.

Héctor y yo llegamos primero y como niños, estábamos muy contentos de haber llegado, aunque la vista no era como nos la prometieron porque estaba lleno de matorrales y árboles que tapaban la vista. Aun así tomamos fotos de lo poco que se veía, tomamos fotos de las torres, y de todo lo demás para constatar nuestra llegada. Metros adelante, de las torres junto a un pequeño edificio, y del otro lado, ahí estaba la nariz del volcán, una vista magnifica del peñasco blanco que surgía de la montaña, quizás en una erupción de hace miles de años atrás.

Pocos minutos después llegó Eduardo el Mayester, igual de feliz y contento por haber llegado.Descansamos, nos tomamos muchas fotos como trofeo, comimos galletas, Eduardo se fumo otros cigarros y después de ver que nadie más llegaba, y después de cómo 30 minutos decidimos bajar.

LA BAJADA DEL VOLCÁN.

Ya contentos de haber llegado a la cumbre, pensamos que la bajada sería mucho más fácil… oh error, en lo único que fue más fácil fue en el tiempo, pero tuvimos que parar un par de veces para descansar las manos engarrotadas. El ir frenando sobre empedrado es desgastante y llega un momento en que tus manos y tus brazos no pueden más, pero no cabe duda que el instinto de supervivencia te mantiene alerta para no caer o desbarrancarte.

Ya casi en las faldas del volcán y después de casi una hora de bajada con un promedio de 30 a 40 kilómetros por hora, recibí una llamada de mi tocayo, hambrientos nos esperaban en el pueblo.

TEQUILA Y EL TRIUNFO.

Para muchos puede ser una verdadera exageración esto que escribo, pero cada uno se impone retos personales y ésta rodada fue un verdadero reto, un verdadero sacrificio, sufrimos, nos cansamos, nos hambreamos, y todo para poder decir: lo hicimos. Y a veces necesitamos sufrir un poco para poder apreciar más lo que podemos hacer y lo que podemos conocer. Ya que el sufrimiento nos vuelve más humanos, más empáticos, más sencillos y todo ese cumulo de sentimientos se revuelven en el crisolo de la experiencia. Que al final de tus días es lo único que te llevas.

Ya no pude despedirme de muchos, ya unos se habían, otros nos quedamos a comer y a contar las historias que al final de cuentas son las que nos unen.

POST SCRÍPTUM.

Héctor y yo decidimos venirnos un poco antes y Magui, Hugo, Oswaldo, Eduardo y Carlos Ibarra se quedaron en La Capilla, una cantina del pueblo.
Ya en la carretera que entronca con periférico nos tocó un embotellamiento terrible, cosa que ocasionó que la camioneta de Héctor se calentara, pudimos llegar a una gas, y de ahí a otra, luego a Chedraui hasta que la camioneta se nos quedó en el hermoso barrio de Santa Margarita: periférico y Santa Esther. Después de todo un camino difícil, la grúa se encargó de llevarnos a nuestro destino con todo y bicis.
Héctor espero que todo salga bien con tu camioneta y recuérdale a la madre de los mecánicos de mi parte.

Carlos Limón.
Cámara Rodante
Agradecimiento especial a Paco Enriquez, que nos apoyo con su camioneta de barredora, gracias tambien a Dalia.

5 comentarios:

  1. Estimado Carlos, solo puedo escribir que te anotaste un 10 con esta cronica! La mejor que haya leido! Excelente, excelente

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  2. Que buen Relato!!! felicidades, son las palabras exactas para describir este tipo de aventuras!!

    saludos y es un placer rodar con Cámara Rodante

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  3. En definitiva un 10 en la rodada y un 10+ en la crónica!
    Creo que lograste transmitir perfectamente lo que la montaña nos transmitió a todos nosotros.

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  4. Yo no fui a la rodada pero te puedo decir que tu relato es increible, realmente te salio del corazon. Muchas felicidades!

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