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Guadalajara, Jalisco, Mexico
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sábado, 10 de julio de 2010

SONIDO CON CONCIENCIA AMBIENTAL...

La premisa de todos ellos es reducir la llamada "huella de carbono" o el impacto que dejan en el medio ambiente

Información tomada de Mural.com. Omar Magaña.


Festivales como el de Glastonbury, en su edición de este año, y el de Coachella, están situados en áreas sin servicio de transporte metropolitano. Foto: Ilustración Daniel Terán

Guadalajara, México (10 julio 2010).-

Argumentos de ética con el medio ambiente sustentaron la negativa que Radiohead le plantó al festival Glastonbury, cuando el encuentro musical más grande del mundo solicitó su presencia en el año 2008.

Thom Yorke y su banda tenían un antecedente: en el 2007 asistieron 177 mil personas a la granja en Pilton, Reino Unido, lo que implicó movilizar 50 mil automóviles sólo en un fin de semana.

"En la gran mayoría de las ocasiones, las personas (arriban a los masivos) en un auto para una o dos personas y eso es un desastre ecológico", declaró Thom Yorke, en esa ocasión, al diario The Sun.

El promotor de conciertos Ismael Sánchez intentó, en el 2009, resolver en Guadalajara esa disyuntiva señalada por Yorke con una nueva edición del festival Sonofilia que buscaría reducir las emisiones de los automóviles invitando a una aventura lúdica y ecológica de trasladarse al sitio del encuentro en bicicleta, y aplicar las políticas de separar la basura en el lugar, que se están convirtiendo en tendencia en encuentros musicales alrededor del mundo.

Su empresa, en conjunto con organismos ciclistas de la Ciudad, diseñó un plan para movilizar entre mil y 2 mil personas de la Minerva al predio El Bajío en dos ruedas, mas al ser pospuesto el festival por cuestiones logísticas, este quedó como la propuesta ecológica del sector de los espectáculos en espera de ser retomado y ejecutado.

"La idea era dejar una semilla para iniciar este diálogo, lo que yo quisiera es que se generara eso: que todos los promotores nos preocupáramos por hacer más 'verdes' los eventos", menciona Sánchez.

Las oficinas de BKT Bicipública son el sitio donde se generan estrategias de este tipo, con un programa de préstamos de bicicletas para la zona Centro de Guadalajara en marcha, tienen la experiencia para organizar e instaurar corredores ciclistas hacia los foros.

"En el caso de Sonofilia (en la edición pospuesta), había todo un plan con Vialidad para tener Avenida Vallarta cerrada", recuerda Mario Delgado, uno de los estrategas ciclistas de BKT.

"La bronca es que haya disposición de todos las actores que hacen los eventos, desde los que dan los permisos, y también cómo lo resuelvas".

Ambos, promotor y entusiasta del ciclismo urbano, consideran a los masivos con audiencia joven el espacio idóneo para difundir una cultura ética con el medio ambiente, aun más en una Ciudad donde han visto crecer el entusiasmo, cuando menos en un sector de la población, por los métodos alternativos de transporte.

Festivales como el de Glastonbury, en su edición de este año, y el de Coachella, ambos situados en áreas sin servicio de transporte metropolitano, han sido insistentes en el concepto del auto compartido. Los famosos "carpool" tienen preferencia en el estacionamiento del festival californiano.

La premisa de todos ellos es reducir la llamada "huella de carbono" o el impacto que dejan en el medio ambiente.

En el cálculo del cárbono a reducir cuenta desde la turbosina empleada en los aviones que transportan talento y equipo hasta la gasolina de los automóviles de la audiencia, cada uno de estos coches emite 8.8 kilogramos de CO2 por cada galón consumido, según los estándares de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), de Estados Unidos, que se suman a una atmósfera ya de por sí saturada de contaminantes.

Festivales con tendencia verde participan en programas de bonos de carbono, como se llama a los certificados de reducción de emisiones que registran la cantidad de CO2 que se dejó de emitir durante el evento y que son canjeables por fondos para invertir en proyectos ecológicos.

Son los mismos festivales que apoyan a entidades como A Greener Festival (www.agreenerfestival.com), la organización británica que cada año califica el desempeño "verde" de los masivos y premia a aquellos con mejores estrategias para disminuir los estragos sobre la Tierra.

Además de ello, el resultado más positivo, después de los festivales con tendencia verde, es la generación de una ética del consumo y el aprovechamiento de los recursos.

"La ventaja de tener un micrófono delante de ti o el mando de la organización de un evento, es que tienes el canal para pasarle esa información a los ciudadanos", menciona Delgado.

Opción bien estudiada

Inglaterra, es bien sabido, ha generado una industria musical y creativa por demás activa desde el siglo pasado, y ahora está entre los países más comprometidos con que ese ámbito no agrave las condiciones ambientales actuales.

En Londres, gente relacionada con la música, entre ellos Radiohead, el teatro, la ciencia y el Gobierno, conforman desde el 2007 un conglomerado llamado Julie's Bycicle, destinado a medir la huella de carbono que generan cada año los recintos de conciertos y los festivales al aire libre.

Julie's Bicycle asesora a foros, oficinas, promotores y grupos musicales en las estrategias a aplicar para reducir la generación de bióxido de carbono, y pueden calificar y sellar bajo el protocolo de Industria Verde (Industry Green) a aquellos que realizan esfuerzos para disminuir su impacto en el ambiente.

Ellos son los responsables de la "Green Music Guide", un manual creado para mejorar el desempeño de la industria creativa de la capital inglesa, donde se generan 465 mil toneladas anuales de gases invernadero.

El formato está disponible para su descarga en el sitio del organismo (www.juliesbicycle.com), asimismo, la asesoría brindada por esta oficina es global.

El esfuerzo mexicano

El boleto del Festival Ecológico Colmena del año 2008 en Tepoztlán, Morelos, incluía el ingreso al área de conciertos y la transportación, obligada, hasta el sitio.

No se destinó espacio alguno para estacionar automóviles con la consigna de que los asistentes que ese 7 de junio fueron a escuchar Sigur Ròs, Simplifires, Natalia Lafourcade, entre otros, arribaran sólo en los autobuses con viaje redondo desde la Ciudad de México y Cuernavaca, ofrecidos por los organizadores.

La idea: dejar el auto en casa y con ello, la polución que este genera, sobre todo cuando se trata de concentraciones masivas.

Se trató de un ejercicio que combinaría el entretenimiento con la conciencia ecológica en un área verde rodeada por montes y del ámbito urbano, que no cuajó por completo debido a problemas en la coordinación de las entradas y las salidas del transporte colectivo en un terreno agreste.

Ese año faltó ajustar las tuercas a una de las primeras iniciativas mexicanas.

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