COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

martes, 17 de agosto de 2010

DOS CRONICAS, UN MISMA RODADA, HACIA EL CERRO DE HUEHUENTON...

Muy buena rodada, salimos de Guadalajara, el domingo muy temprano, rumbo a Tecolotlan, una gran caravana de vehiculos portando cada uno sus bicicletas, un tramo largo de carrtera y ya nos encontrabamos en Tecolotlan, nos recibieron con unos riquisimos tacos a la pasadita, cruzamos el pueblo y estamos a los pies de la magestuosa sierra de Quila.

Inicio el ascenso todavia en los vehiculos automotrices, pasando por paisajes dignos de postal, hasta llegar al punto conocido como campamento base y cascada la Cienega, en este lugar estacionamos vehiculos y armamos bicicletas y listos para pedalear.

Desde el principio comenzaron los planos inclinados hacia arriba, siempre hacia arriba y el sudor comezo a reproducirse, recorria la cabeza , de la cabeza a la espalda, el pecho, el aliento se perdia, en momentos el cansancio intentaba vencernos , mas sin embargo el apoyo de los compañeros nos motivo a continuar hasta alcanzar lo mas alto.

Ya en lo muy alto dejamos las bicis ( 2560 msnm.) y nos toco escalar a la punta del cerro del Huehuenton, para por fin hacer cumbre y en ese momento desaparecia el cansancio y nos inundo la satisfaccion de haber llegado, descanzar, tomar fotografias, observar la sierra desde lo alto y vino el descenso......

Crónica de Pako Santana.

CONQUISTANDO EL CERRO DE HUEHUENTON DE LA SIERRA DE QUILA...

La aventura inicia antes de comenzar la pedaleada, desde la preparación del día anterior con la más común (y casi nunca respetada) frase que todos hemos dicho alguna vez “Ni una más, mañana madrugamos”, ó la levantada a las 5:30 para poder llegar a tiempo al sitio de reunión.

En el parque Refugio pocos llegamos para las 6:30, solo Carlos Ibarra (que sospecho que ahí duerme cada sábado) y Cristian Guzmán. Los demás fueron llegando poco a poco.

Así que, alrededor de las 7 de la mañana terminamos de “asegurar” las bicicletas a los carros y tomar camino hacia la gasolinera de Las Cuatas, en donde el resto del grupo nos esperaría.

Cuando llegamos a la gasolinera de Las Cuatas, nos informaron que en el camino, una de las bicicletas que había sido montada en un rack sufrió un accidente, y a mitad del camino cayó al asfalto. Así que tuvimos que esperar algunos minutos a que llegaran los rezagados que se habían quedado a recogerla; tiempo que aprovechamos para hacer las compras de bebidas y alimentos que nos mantendrían energetizados durante la travesía.

El camino fue largo, o al menos, más largo de lo que yo esperaba, Salida por López Mateos, Villa Corona, Cocula y casi 40 Km. después de Cocula; Tecolotlán, una vez en Tecolotlán compactamos el grupo, esperamos a que llegaran los últimos; los que se retrasaron en la carretera y aquél que se levantó tarde y llegó con el aventón más largo de la historia hasta Tecolotlán. Ubicado a una altura de 1200msnm.

Proseguimos con el camino, ésta vez cerro arriba, unos ágiles en camionetas altas, y algunos otros sufriendo en cada bache por traer carros bajitos.



Llegamos hasta el lugar de aparcamiento en un sitio de acampado como a las 9:30, y en lo que bajamos bicicletas y nos montamos el equipo, así como la numeración de ciclistas, dividimos el grupo en dos contingentes: Los que “traían galletas” y los que no.

Y así, siendo casi las 10 de la mañana comenzamos la pedaleada; algunas cuestas medianamente empinadas y otras muy empinadas, cada una logrando superar el reto que nos había presentado la subida anterior; y dejando un pedazo de nuestra alma en cada nueva cuesta, logramos llegar al final del camino, en donde nos despojamos de nuestras bicicletas y nos dispusimos a subir a pié el rocoso y empinado final de la subida hasta la cima del cerro del Huehuentón, llegando hasta los 2560msnm.

El clima arriba era bastante más fresco, nublado y con un viento constante que seguido llevaba nubes a cubrir por completo nuestra visión del rededor, por lo que nunca pudimos divisar el nevado ni el volcán de colima, pero en momentos pudimos observar el pueblo de Quila y toda la sierra a nuestro alrededor; recordándonos una de las razones por las cuales vale la pena levantarse tan temprano en domingo a sudar y sufrir tanto en la montaña: las vistas panorámicas que logramos divisar son embelesantes, cada nuevo paisaje es el mejor incentivo para regresar cada fin de semana a pedalear en la montaña y disfrutar de ese aire limpio con aroma a libertad que tanto disfrutamos aquellos que adoramos las actividades al aire libre.

Pocos o muchos minutos después fueron llegando todos los ciclistas, todos igual de cansados pero maravillados por haber logrado derrotar el gran reto que la montaña nos puso. Las fotos en todas las direcciones no se hicieron esperar, muchas fotos individuales mostrando la osadía de ser fotografiado en la orilla de una roca junto a un precipicio.



Otros en fotos grupales junto a las familiares caras que vemos en cada rodada y caras de personas desconocidas que después de solo una jornada de pedaleos se vuelven tan conocidas como aquel que conocemos desde hace veinte rodadas, demostrando la forma en que una bicicleta sirve para crear lazos entre las personas.

Cuando el frío fue mayor a la necesidad de descanso comenzamos el descenso, ésta vez con rumbo al mirador de piedras blancas, así que con la precaución que cada quien decidió tomar nos enfrentamos a las empinadas bajadas que de subida nos habían hecho sufrir tanto. Hubo un solo percance con la caída de una compañera en la primera bajada, que afortunadamente no se llevó más de un par de raspones leves, pero fuera de eso, los demás disfrutamos de la recompensa de haber subido tales pendientes, y así, al buen estilo de los amantes de la adrenalina, pedaleamos tan rápido como pudimos la bajada hacia el mirador de piedras blancas.

Una vez más el camino para bicicleta se vio truncado, y tuvimos que seguir a pié el resto del recorrido, una parte de bajada y otra de subida, hasta llegar a una cima que salía de la cordillera, desde donde pudimos observar la majestuosa vista de nubes.

Disfrutamos del panorama de estar entre las nubes, la visibilidad no era la que esperábamos, ni el mirador que nos habían platicado, pero valió la pena llegar ahí, así que después de algunos minutos de tomarnos algunas fotos grupales en la saliente, platicamos un poco de herbolaria, plantas “medicinales” que encontramos por ahí y descansar suficiente, nos disponíamos a regresar, cuando llegaron Carlos Ibarra, Maggie, Sol, Mayester, y como por arte de magia las nubes se dispersaron y nos dejaron ver el panorama completo; la barranca, las piedras blancas frente a nosotros, una gran piedra en forma de bola del otro lado y la sierra entera del lado sur de la cordillera, pero en lo que nos acomodamos para la foto grupal con el panorama, las nubes regresaron a su lugar y ocultaron el panorama.

El regreso fue subida en la primera mitad y grandes bajadas en el final del camino hacia la zona de acampado.

En el sitio de acampado conocimos la cascada, nos espabilamos un poco, nos tomamos la foto grupal final y filmamos un pequeño video de felicitación a mi padre por su cumpleaños. Y así, con los ojos llenos de naturaleza y la piel llena de lodo del camino comenzamos el descenso, con una pequeña parada en un mirador junto al camino desde donde se divisaba otra cascada.

Algunos valientes nos aventuramos a adelantarnos en los casi quince kilómetros de empinada bajada rodando a toda velocidad sierra abajo, y lo que tardamos tanto en subir, quedó atrás en poco menos de diez minutos.

Subimos las bicicletas a los carros y comenzamos el regreso a la ciudad.

La entrada a la ciudad fue un poco estresante, una hilera interminable de autos circulando lentamente sobe una atmósfera de aire tibio que nos hizo recordar el aire con olor a ciudad, y que, en lugar de desanimarnos, solo nos hizo pensar en la siguiente rodada, la siguiente oportunidad de salir huyendo de la jungla urbana que nos atrapa entre semana.

PD. Gracias a Pepe Dosal por ser el guía de esta rodada y a Erika Vargas, que fue la barredora, para cualquier eventualidad de algun ciclista.

Isao Lozano
Cámara Rodante

2 comentarios:

  1. A todos los que faltaron o los que no se animan a hacer este tipo de rodadas que por no querer levantarse temprano en domingo, etc, etc. creanme que el disfrutar del companerismo que hay en el grupo y difrutar de los paisajes que nos ofrece la naturaleza, les paga cualquier "sacrificio" que hagan. Creo que las fotografias hablan por si solas pero lo disfrutaran 100 veces mas en vivo.

    Animense y saquen su bici a pasear que los domingos se hicieron para rodar !!!

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  2. Y muchas Gracias a Mis amigos Luis Gonzalez( El Arqui) y a Jaun Carlos Mendivil (El Guerin) por su apoyo incondicional, su tiempo y su pasiencia, mil gracias

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