COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

miércoles, 21 de marzo de 2012

PIEDRAS BOLA EN BICI.... CRÓNICA DE VANIA CONTRERAS.

Eso de la ‘aventureada’ lo traigo en la sangre… viajo en mi memoria y encuentro andanzas al lado de mis padres, siempre buscando ‘algo que hacer’, ‘algo que conocer’… ‘¿A dónde iremos este fin de semana?’

Piedras Bola no paso desapercibido para ellos hace casi 20 años. Esa mañana no sabíamos a ciencia cierta lo que viviríamos en esa odisea cuando nos subimos al móvil con destino a ‘Dios sabe donde’ (y con esto me refiero a que solamente Él sabía dónde se encontraba, porque ni los mismos habitantes de la zona nos sabían dar razón hacía donde debíamos comenzar a caminar), buenamente un lugareño, que seguramente no tenía nada mejor que hacer, se ofreció a guiarnos a unas místicas piedras extrañamente esféricas, donde sin previo aviso nos adentro a la montaña falta de camino para su acceso, en una caminata de 8 horas… podrán imaginarse las consecuencias de la travesía. Las piedras, supongo, no representaron mayor interés posteriormente en mí, sin embargo, en ese andar mis padres me enseñaron coraje, determinación, esfuerzo, decisión…

Hoy me encuentro en el mismo camino, con mi hijo en la bici de al lado, retando por segunda vez la misma montaña. Tenemos apenas un par de meses rodando y está será la primera vez que hagamos ciclismo de montaña. Y miren que si le hemos tomado cariño a andar en 2 ruedas, no es lo mismo a rodar en la ciudad sobre el asfalto, en nuestra Guadalajara llena de baches.

Se debe tener una completa simbiosis con la bici, amarse y conocerse con el más pequeño detalle, siendo los determinantes para alcanzar la cima. Y fue justamente lo que ocurrió... no me malinterpreten, no es que no ame mi bici, simplemente en la ciudad no había necesidad de conocer todas sus velocidades y capacidades, por lo que empecé por cansarme los primeros kilómetros. Mi falta de experiencia y conocimiento tuvo sus consecuencias, y no confundamos mi enamoramiento y las mariposas en el estomago con aquello de dejar en la carretera el desayuno previamente injerido, motivo por el cual la ambulancia que nos escoltaba tuvo que darme un ‘empujón’.

En repetidas ocasiones me baje de la bici a empujarla porque, tal como dijo Hugo, ‘la que se cansó fue la bici y Vania buena onda la fue guiando y consolando todo el camino’, y lo mejor vino cuando dejamos la carretera para continuar por la brecha donde las piedras sueltas me traían al ritmo de ‘que sube que baja no puede parar’ tratando de no ir a saludar, gustosa, al suelo.

5 horas de esfuerzo constante a cualquiera le abren el apetito, a lo que obligatoriamente cuales viles cavernícolas nos dejamos ir sobre las latas y bolsas de atún, las galletas, las almendras, los chocolates y cualquier cosa que nos pudiera levantar el ánimo y la glucosa. El agua comenzaba a ser subastada ‘¿Quién da más por la botella?’… sin embargo, aún no habíamos venerado el motivo de la visita, ¡¡aún no nos habíamos tomado la foto del recuerdo en las enigmáticas rocas!! Así que los tenis debían seguir marcando las huellas en el camino para encontrarnos con las tan presuntuosas Piedras Bola.

Algunas palabras de agradecimiento de parte de nuestros anfitriones al mero rayo del sol se dejaron escuchar mientras las anécdotas de los más experimentados nos regalaban las risas necesarias para continuar el camino.

Podría pensarse que por ir de regreso y de ‘bajadita’ sería la cosa más sencilla… ¡sino todo lo contrario! Se debe tener fuerza, tenacidad, reflejos y técnica para poder descender entre las piedras sin, literalmente, rodar cuesta abajo. Creo que en algún momento sufrí alguna confusión al creer que la labor era bajar… ¡pero a toda la corte celestial!

No puedo negar que mi corazón albergaba sentimientos encontrados y aunados a la fatiga física liberaron el llanto que me hacía falta para continuar el recorrido… bien, no me podía quedar en medio de la nada ¿cierto?

Que absurdo sería pretender poder describir la sensación obtenida cuando tomamos la carretera de vuelta, ese sabor de libertad con el viento arrancando todo el desazón previo para dejar en la montaña una vez más recuerdos con sabor a lo aún no conquistado, llevándome un ‘la tercera será la vencida’…

Crónica de Vania Contreras
Cámara Rodante

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