No tenía idea donde está la torre 2, desde luego la primavera es grande. La rodada hace dos semanas, hacia la torre 1, había despertado mi curiosidad y además un cierto sentido científico, al cual pareció la exploración del objeto 2 después del objeto 1 la manera más correcta de abordar las cosas.
En los últimos metros de aquella primera salida, una aguja había acabado con la cámara, así que parte del equipamiento ahora eran dos cámaras nuevas (una de refacción), y una nueva pila en el velocímetro, para dar evidencia de nuestros logros.
Llegando a los Postes, donde Carlos y tres compañeros más ya defendieron nuestros metros cuadrados en el asfalto, el aire se sintió fresco, pero no frío, con el sol bajo empezando a tener efecto.
Contrario a las carreras de ruta, en las rodadas de la Cámara maravillosamente suelen llegar más compañeros a la meta, que inicialmente arrancaron. No me explico este fenómeno; solo puedo imaginarme que mandan a algunos a pasar la noche en el bosque, para causar este efecto que desde luego es impresionante.
Guiados por Adolfo, salimos con apenas 8 o 10 ciclistas por un ancho camino empedrado, que en los primeros kilómetros estuvo plagado de autos, hasta pasar un estacionamiento, cerca del cual hubo la primera pausa.
El suelo de la pista cambió a menudo, entre brecha rocosa, la suave arena del bosque, y tramos empedrados, pero siguió relativamente ancho. Al ganar altitud, los tenis tocaron fondo cada vez más, frente a una brecha que en largos tramos pareció más un lecho de río, con surcos profundos y mucho material suelto. También se abrieron interesantes vistas del bosque, que invitaron a sacar la cámara, mientras el pelotón pasó a vuelta de rueda.
Al llegar a la torre 2, mi cuentakilómetros mostró 10.5 recorridos, pero al apagarse en algún alto, se me fue reactivarlo – ¡vaya exactitud! Para disfrutar la vista y celebrar la selfiemanía, algunos subimos a la plataforma de la torre.
Mientras desde la torre 1 se abre el panorama al sur, hacia el valle con la carretera a Colima, la torre 2 se encuentra más al norte de la Primavera, y se despliega la parte poniente de Zapopan, desde Puerta de Hierro hasta perderse la vista en la bruma muy al oeste.
Huyendo del viento agudo que rigió en la plataforma, y abajo comí mi torta muy old fashioned, a diferencia de las botanas energéticas de los compañeros, que incluyeron unas de Corea que me ofreció Mateo - ¡Ricas!
El regreso se cuenta rápido, pues fuimos por el mismo camino de ida, solo más rápido. En la última parte, nuestro guía Adolfo tuvo un encuentro desagradable con una camioneta también en bajada, que se le acercó, hasta casi empujándole de su vía.
Al parecer el chófer fue despistado – literalmente – pero se sintió en todo su derecho, actitud que conocemos de sobra de los automovilistas. Aparte de esto regresamos bien después de un total de 26 km – no muchos pero bien disfrutables. Ahora falta número 3.
Por Hans Kauf
Cámara Rodante
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