Viajar en bici me fascina: siento que de hecho formo parte de la naturaleza, todo me emociona de forma más intensa. México también me fascina, por su diversidad biológica y cultural, por su historia arqueológica increíble.
Además, ¡qué simpáticos son los mexicanos! - y creo que aún más hacia con nosotros los brasileños, por una empatía entre países.
Hacer un viaje de bici a un sitio arqueológico en México, por lo tanto, era algo mágico en mi imaginario. Por eso, decidí que este sería mi regalo muy especial para mi cumple de 50 años.
Mi querida amiga y excelente compañera de viaje Ana Claudia Nepote, de Guadalajara, eligió Los Guachimontones, sitio arqueológico increíble que tiene la peculiaridad de ser de los pocos sitios con pirámides redondas en México.
Y la teoría que visa explicar este sitio elaborada por el norteamericano Phil Weigand y principal descubridor de los Guachimontones no coincide con la opinión del arqueólogo mexicano Otto Schöndube, abuelo de los hijos de Ana Claudia. Es decir, este viaje también involucraba la ciencia mexicana y las historias de la familia de Ana.
Cuando supimos que Cámara Rodante tenia justamente este itinerario para el mismo día de nuestros planes, no pudimos creer: era sencillamente perfecto. Cámara Rodante tiene una historia muy linda: estimular el cicloturismo cultural en su región - y sin ganar un peso por esto.
Estos chavos trabajaron como locos en la organización compleja que garantizó un paseo maravilloso para 120 ciclistas. Además, me encantó la forma como nos cuidaron. Ejemplo de esto fue cuando cuando mi llanta se ponchó por ¡2 veces!: prontamente varios de ellos nos ayudaron a arreglarla.
El paseo empezó en el poblado de La Vega, donde llegamos con el coche de un simpático ciclista que no conocíamos antes. La Vega nos recibió con un clima frío de 3 grados. Rápidamente nos calentamos pedeleando en unos caminitos de tierra en la parte rural de México, a los que jamás iríamos a conocer si no fuera por Cámara Rodante.
Paseamos entre plantaciones de caña, señores de sombreros, chicos, chicas y mujeres del campo, caballos y vacas. Hasta no tocó una fiesta en la cual unos 30 caballeros y 1 o 2 mujeres a caballo recorrían la misma terracería que nosotros.
Llegar a Los Guachimontones es literalmente quedarse sin aire: hay una subida que parece aún más inclinada con el peso de empujar la bici cuesta arriba. Nos quedamos aún sin aliento cuando llegamos al pico y vimos el paisaje divino, verde, con las formas redondas y una represa al fondo. El Centro Interpretativo también es excelente.
Para una persona como yo, acostumbrada a irse de bici en el asfalto, pedelear en caminos de tierra al principio no fue fácil. Creo que entré para el Guiness, libro de records, por lo rápido que me caí al perder el equilibrio por el peso de la alforja que cargaba a un costado de mi bicicleta. Creo que fue la primera en hacerlo pero seguro no la única que cayó durante el paseo. Después, aprendí a controlar la bici y a evitar accidentes.
En el regreso, nos separamos de Cámara Rodante y seguimos para las Vías Verdes (lindo proyecto cultural que transformó los caminos de hierro del tren - que no se usan más - en ciclovias) y continuamos el recorrido por la carretera de la Ruta del Tequila.
Al fin del día, cubiertas de polvo y de felicidad, tomamos una cerveza bien fría e hicimos un brindis por Cámara Rolante.
Qué lindo trabajo que ustedes hacen. ¡Vida larga para Cámara Rodante!
Luisa Massarani, Brasil
Cámara Rodante
No hay comentarios:
Publicar un comentario