COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

jueves, 14 de julio de 2016

"Y NOS DESQUITAMOS CON LAS GORDITAS" CRÓNICA DE GABRIELA VALDEZ


-¿Vas a ir tú a rodar mañana?
-Pues sí ¿no?, ¿a dónde va a ser?
-A Cajititlán.

Y así comienza todo un día antes.

 -¡Pit! ¡Pit! ¡Pit! ¡Pit! ¡Pit!, decía la alarma, mientras yo pedía 5 minutitos más.

Abrí los ojos y me percaté de que no se veía la luz del comedor entrando entre las rendijas de mi puerta. “Creo que se quedaron dormidos los demás”, pensé. “Pues les hago segunda…” y me dormí más jaja.

- Gabriela, ¿no vas a ir? Ya es tarde-, dijo mi mamá mientras llamaba a la puerta. -Ya voy- contesté como pude.

Pues bien, me levanté al cabo de poner mucha fuerza de voluntad y con la motivación de rodar, me alisté rápido y desayuné algo ligero.

Un rato después salimos de la casa hacia el punto de reunión acordado y durante el camino reafirmaba lo que ya todos sabemos: “no cabe duda que los ciclistas son los únicos que madrugan en domingo”, ¡pero vale la pena! eso no lo niego.


Llegando al punto de salida nos bajamos a armar las bicis y ajustar los últimos detalles, puse la lona que traería atrás la barredora (conducida por mi mamá), alertando a los otros conductores de que iban ciclistas adelante, mi papá (Lino) arreglaba detallitos de las bicis de otros compañeros, algunos de mientras se ponían bloqueador, casco, guantes, otros ayudaban en lo que podían, como el Bochis, que me hizo el favor de ayudar a colocar la lona, en fin… cada quien en lo suyo, y una media hora más tarde, nos tomamos la foto de arrancada, todos felices y encandilados por el sol y ¡vámonos!


Al principio parecía que todos teníamos sueño, íbamos con calma, sin acelerar mucho el paso, ¿o será que ya mejoré mi condición? jaja.


El clima estaba muy a gusto, fresco pero no frío y las nubes cubrían un poco el sol, por lo que no nos asoleamos tanto.


Poco a poco fuimos agarrando ritmo y entrando en calorcito y llegamos al primer punto, en San Miguel Cuyutlán, donde nos paramos unos minutos a tomar fotos y algunos a descansar de las subidas previas que habíamos pasado.


En ese lugar estaba un templo más o menos pequeño, pero bonito, cuyos jardines eran adornados por varios tipos de cactus y casi afuera de la puerta se encontraba un puesto de tacos que se veían deliciosos, pero teníamos que seguir y llegar a las ricas gorditas, así que me aguanté.


Seguimos nuestro camino y llegamos al cabo de un rato a un pueblito, San Lucas Evangelista, específicamente a su iglesia, donde estaba el panteón en la parte del atrio, con algunas tumbas que parecían deterioradas por el paso del tiempo, otras muy adornadas con múltiples tipos de flores de varios colores, algunas con adornos curiosos y otras que se veían abandonadas.

El estar en ese lugar me hizo pensar que no importa cuánto recibas de los vivos cuando ya no estás con ellos, es lo mismo si tienes un millón de flores en tu tumba o ninguna, al final de cuentas resulta cierto eso de “polvo somos y en polvo nos convertiremos”, pero mientras Dios nos lo permita,


¡A RODAR POR LA VIDA!

Mientras estábamos en ese templecito comenzaron a llegar algunas personas que ya estaban esperando la misa, la verdad no me percaté de cuánto faltaba para que comenzara, pero me llamó la atención la diferencia de costumbres que tiene un pueblo no tan alejado de Guadalajara y la misma gente que vivimos en la zona metropolitana, ya que en los pueblos siempre se despiertan temprano para hacer sus labores, pero el domingo madrugan para ir a misa; los que vivimos en la zona metropolitana andamos siempre tan de prisa que el domingo sólo queremos descansar (excepto los ciclistas que descansamos andando en bici) y la misa más concurrida es la de medio día o ya hasta la tarde y muchos solemos llegar casi cuando ya están dando la bendición jaja.


De nuevo emprendimos camino hacia Cajititlán, pero esta vez recorrimos poca distancia y otra vez nos detuvimos, ahora en otro templo, en San Juan Evangelista, que igualmente tenía el panteón del pueblo en la parte del atrio.

Al principio cuando iba llegando y levanté la mirada, me pareció que sólo le dimos vuelta al mismo pueblo y llegamos al templo en el que estábamos anteriormente, pero luego vi que no era ese, sino otro hasta cierto punto similar.

Dejé la bici y comencé a caminar para conocer el templo por dentro, pero vi que estaban en misa aún; había gente hasta afuera de pie, pero todos muy atentos. En lo que me acercaba más hacia la entrada, se acabó la misa y todos comenzaron a salir de regreso a sus casas, y nuevamente esa diferencia de costumbres entre un pueblo y una ciudad: no importaba la edad o si eran hombres o mujeres, yo creo que la mayoría del pueblo ahí estaba presente, mientras que en las ciudades las que más asisten son las señoras.


Cuando terminaron de salir, todos se amontonaron junto con algunos ciclistas para comprar pan en un puestecito que estaba ahí afuera. Otros de mientras nos metimos a conocer el templo y tomar fotografías. Cuando me di la vuelta para salirme del templo, vi que sobre la entrada principal había un vitral que se veía bonito en las fotos, porque resaltaba la luz del día únicamente en la puerta y el vitral y lo demás se oscurecía mucho, así que fui a buscar a mis papás para tomarles fotos.


Me salí hasta la calle y no los veía, pero me topé con mi antiguo maestro de inglés, James, y me dejó la tarea de redactar esta crónica. En lo que hablaba con él, vi a mis papás y fui a tomarles las fotos que quería, un ratito antes de irnos de ese lugar. Nuevamente retomamos carretera y a seguirle.


No recuerdo en qué momento agarramos brecha, pero pasamos por un lugar donde cruzamos un pequeño río en el cual había muchas garzas un poco retiradas de nosotros, pero se alebrestaron y comenzaron a volar en todas direcciones, aunque siempre coordinadas cual bailarinas interpretando El Lago de los Cisnes; la mayoría de los ciclistas se fueron, pero yo me detuve para tomarles fotos y contemplarlas un momento. Se veía muy bonito el espectáculo que estaban dando, lástima que no todos lo apreciaron con detenimiento.


Más adelante, después de haber atravesado varios charcos lodosos, nos detuvimos para recibir instrucciones, porque estábamos ya por arribar a Cajititlán, y ¡qué bueno! ya tenía hambre jaja.


Llegamos al pueblo y ahí nos dispersamos todos para que cada quien fuera a comer las famosas gorditas donde mejor le pareciera.


Comí mis gorditas (muy buenas, por cierto), pedí un jugo y todavía quedó espacio para un licuado, ¡ah! pero en las subiditas del regreso me caló tanta comida, y ¡qué les cuento de la pesadez! jaja.


Antes de iniciar el camino de regreso a la gasolinera de donde salimos, nos tomamos fotos en el malecón, compramos algunas cosas y ahora sí, vamos pa’tras.

Yo me quedé un poco más atrás del grupo por ir con mi mamá hacia donde estaba estacionada la camioneta, así que tuve que irme rápido para alcanzarlos, aunque mi papá aún se quedó con ella. Más adelante, en las afueras del pueblo, los esperamos un poco retirados y se fueron de largo, pero después los encontramos nuevamente y le seguimos.


En la carretera, ya de regreso, mantuvimos un paso más rápido, no nos distanciamos mucho, todo fue bien coordinado y a gusto, aunque aquí no hay tanto por destacar.

Finalmente llegamos otra vez al punto inicial de todo el recorrido, donde nos tomamos una vez más las fotos, pero ahora luciendo caras de cansancio algunos. Ahí subimos bicicletas, nos despedimos y cada quien pa’ su casa.



Todo estuvo muy a gusto, tranquilo y sin nada por lamentar, ¡excelente rodada! ¡Hasta la próxima! 

¡Gracias a Cámara Rodante y a todos los compañeros!

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