COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

miércoles, 6 de junio de 2018

COMO CADA SEMANA, LA INTERROGANTE QUE SURGE ES: ¿A DÓNDE IRÁ CÁMARA RODANTE?

Es lunes por la mañana, suena el despertador. La melodía que emite el teléfono resuena en la habitación. Extiendo la mano y apago la alarma. Es hora de ir a trabajar, me digo a mí misma. Me tallo la cara, estiro brazos y piernas, y giro mi cadera sobre mi columna produciendo un crujido. Me reincorporo y ese ligero dolor muscular generalizado me transporta al día previo produciendo una mueca de satisfacción.

La semana corre, el trabajo y las obligaciones me llevan en un vertiginoso viaje como si fuera una montaña rusa que van de momentos de tensión y estrés máximo a relajación. Las redes sociales muestran tan esperado evento de Cámara Rodante: A RODAR A MEZCALA. Inmediatamente comparto la publicación y etiqueto a mi amiga del alma y compañera de rodadas, Tere Cañarte.

El resto de la semana no puedo sacar de mi mente dicho evento, incluso siendo recurrente tema de conversación entre nosotras. Ahora, siguiendo esa necesidad de investigar todo aquello que me interesa, busco en Google información del lugar. Suena interesante, me digo a mí misma.

Es viernes y la emoción aumenta, por fin terminó la semana laboral. El sábado es día de planificar, cargar la cámara y los radios, y revisar que las bicicletas estén en óptimas condiciones. Tere se encarga de los víveres para el día siguiente. Arreglamos nuestras cosas y a dormir.

Domingo 5:30 am, de nuevo el despertador, pero ahora es diferente, salto de la cama y me dispongo a arreglarme. Esa ansiedad por ir a un sitio nuevo provoca un vacío en el estómago. Suena el teléfono y en la pantalla aparece: <Tere Cañarte dice: Ya llegué>. ¡Que comience la aventura!

Listas y emocionadas nos dirigimos al punto de reunión donde nuestros compañeros ya nos esperaban. Partimos juntos a Chapala donde cerca del Acapulquito nos estacionamos.  Listas, montadas en nuestras bicicletas y atentas a las indicaciones de nuestros guías partimos rumbo a Mezcala.



El camino de ida era de terracería, nos ofreció paisajes muy bonitos, desde la misma naturaleza y animales de granja hasta una hermosa vista en el mirador donde podíamos apreciar el Lago de Chapala, y a lo lejos nuestro objetivo, la Isla de Mezcala. Continuamos con nuestro camino entre ascensos y descensos, que por lo accidentado del camino lo hacía muy emocionante. Por fin llegamos, dejamos nuestras bicicletas y nos subimos a la lancha.



La brisa nos humedecía la cara y los brazos, lo que era muy oportuno por el clima caluroso que hacía. Atracamos en el muelle y descendimos de la embarcación. Nuestra primer parada fue El Árbol de la Vida con sus raíces prominentes y majestuosas de color amarillo brillante. Después de una breve pendiente llegamos a una explanada en la que se encontraba un centro ceremonial Wixárika y a lado de éste una capilla a la cual entramos y el joven guía que nos acompañaba nos explicaba que el olor que se percibía provenía de las paredes. Ese olor era a sábila, uno de los ingredientes con los que unieron las piedras de las paredes.



A lo lejos, saliendo de la capilla, se podía observar El Fuerte. Para acceder a éste debimos pasar sobre un puente que pasaba encima de una fosa. Dentro del Fuerte nos contaron que funcionó como Presidio, pudimos acceder a todas las habitaciones y subir al techo para ver una vista hermosa del Lago de Chapala y a la pequeña isla que en algún tiempo sirvió para disparar cañones. La arquitectura, aunque deteriorada por el paso de los años, era fascinante, esos colores tonos tierra le da una vista muy agradable.



De regreso una vez en el pueblo de Mezcala, tomamos nuestra bicicletas y nos preparamos para partir. La aventura aún no terminaba. El camino de vuelta fue sobre la carretera, muy demandante físicamente con subidas matonas y largos descensos. ¡Era como un columpio! A pesar de que el Sol ya cobraba varo la factura, el viento favorecía a regular la temperatura corporal junto con la hidratación que no debía faltar.

Cámara Rodante te da la confianza de ir a tu paso y sentirte apoyado en todo momento. En mi caso, cada salida con Cámara Rodante es un reto, me permite ir en silencio, desconectarme por unas horas de mi vida laboral y ser solo mi bicicleta y yo. Aunque el dolor de piernas te pide detenerte, te convences de que debes de seguir, al fin de esto se trata vivir. Ya  bien dijera Albert Einstein: “La vida es como una bicicleta, si quieres mantener el equilibrio no puedes parar”.



Llegamos a la meta, Chapala, y como haberte sacado del paraíso y enviarte a la Tierra, no queda más que esperar. Pero un rayo de esperanza surge y con él  de nuevo la pregunta: ¿a dónde iremos el siguiente domingo?



Crónica por:
Claudia A. Mendoza Cerpa




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