DOMINGO DE COPALA.

Desde hace tiempo me había enterado que existía un grupo de personas fanáticas de la fotografía y la bicicleta que se reunían para salir a pasear a diferentes rumbos de la ciudad y fuera de ella, me llamó mucho la atención pero por ´´cinco motivos´´ no me había animado a acompañarlos en alguna de sus aventuras, hasta que este fin de semana alentada por Carlos Ibarra (quien me dijo que no estaba pesada la ruta) me decidí a salir un poco de la rutina de los domingos y experimentar un día con los Camarógrafos Rodantes.

El destino fue Copala. La hora de reunión fue a las 7:30 a.m. al llegar al punto de reunión (ya un poco bofeada por que me vine pedaleando desde el tren ligero) me encontré con un grupo de personas que parecían ser todos unos expertos en esto del ciclismo, con bicicletas muy nice, trajes fosforilocos, licras como de los ciclistas del tour de Francia!! Y a mi que me faltó el casco (primera falla)!! Bueno de repente me cohibí por mi inexperiencia, pero ya estaba ahí así que había que ir con cuidado y sacar fuerzas de donde se pudiera.

Después de presentarnos, montamos nuestras bicicletas y pedaleamos a nuestro destino, el aire pegaba fuerte en la cara pero se sentía bien.

Comenzamos con algunas bajadas pronunciadas con tercería, yo acostumbrada a los desniveles que pasa uno en los paseos nocturnos del miércoles, me asuste al ir tan rápido que hasta ya andaba frenando con los pies, pero después de un rato pude controlar la bicicleta y los nervios también.

El recorrido cada vez se fue tornando más difícil para mi, tenia mucho sin hacer ejercicio y las subidas se sentían cada vez mas pesadas.

Después de tantas pedaleadas me di cuenta de que habíamos subido un cerro, ya estábamos arriba pero el martirio aun no terminaba, seguíamos pedaleando!! Cuando de plano no podía me bajaba de la bici, para descansar las piernas, llego un punto en el que quería que pasara un carro y me diera rait jajaja.. pero eso nunca pasó así que seguí pedaleando.

La verdad pensé que no iba a terminar el recorrido, pero durante el camino todos estuvieron al pendiente que me sintiera bien, me esperaban para que no me quedara sola, incluso hasta me empujaban unos tramos cuando veían que de plano ya no podía.

Al llegar a la tiendita donde descansamos me recibieron con una suculenta caguama y a pesar de que no tomo, en esos momentos ese líquido amarillento me supo a gloria. Comimos, bebimos, platicamos y descansamos un rato para tomar energías ya que todavía faltaba el regreso, el cual fue más relajado.

Después de casi cinco horas de camino llegamos a nuestro punto de partida, muy cansados pero felices por la experiencia.

A pesar de que el paseo fue muy pesado para mí, me sentí muy bien, ya que el paisaje era hermoso, y la convivencia con el grupo muy agradable, mis respetos para estar personas que cada domingo salen de la rutina de quedarse en casa y prefieren divertirse de una forma alternativa, mucha gente los llamará locos, pero esto si que es vida.

Esta fue mi primer experiencia en Cámara Rodante, pero no la ultima.

Por Anel Muñoz