Justo cuando comenzaba a respaldar una información importante de mi computadora, suena el celular (número desconocido) contesto sin temor alguno y: “¡hey bernardo”! si ¿quién habla? “soy Rodrigo… te invito a que vayamos a rodar al Bosque de la Primavera el 14 de agosto”. ¡Si, me parece perfecto! Oye Rodrigo, pero yo creo que primero hay que rodar a algún otro lado. ¿Te late? “si, pues me pongo de acuerdo con los de Cámara Rodante para irnos y te digo”.”
Pasaron algunos pocos días y al cabo de los mismos, vuelvo a tener noticias de Rodrigo informándome que la salida era el domingo 07 de agosto a Chapala, de donde debíamos partir hacia distintos malecones.
Llegó el sábado 06 de agosto; la idea era dormirme a las 10 de la noche para al siguiente día tener bastante fuerza y poder pedalear sin ningún problema. Sin embargo, justo a la hora planeada para mi descanso, se va la energía eléctrica en mi casa a causa de la tormenta generosa. Con la poca batería de mi computadora, alcancé a guardar unos procesos que en ese momento realizaba. Casi sin darme cuenta, abracé mi guitarra y comencé a hilar frases para una nueva canción; el silencio que en ese momento reinaba hizo que checara la hora casi de forma automática y sin pensar; 1:53 de la mañana; bueno, al menos no la pasé mal y valió la pena esta desveladita. A dormir que mañana será un día divertido.
6.20 suena la alarma y casi de un salto me pongo en pie y me visto; rápidamente bajé a la cocina a comer algo. Armado con mi bastón, tenis, pans y playera me dispuse a la guerra.
El camión tardó quizás más de lo normal en pasar; luego de unos minutos llegó, con una calma que invitaba a despojar del volante al conductor y ayudarle a pedalear más rápido al mounstro de las avenidas.
Finalmente llegué a la estación Juárez donde me quedé de encontrar con Rodrigo, quien para ese entonces ya me había marcado un par de veces, por lo tarde que ya era.
Al llegar al punto de reunión, ya nos esperaban alrededor de 70 ciclistas con sus cascos, guantes y muchas ganas de pedalear.
Edgar, quien coordina este paseo se acercó a recibirnos y saludarnos. Hasta este momento yo no tenía el gusto de conocerlo. Amablemente me invitó a saludar a los compañeros ciclistas a quienes les había hablado unos minutos antes, sobre mi presencia en el paseo.
Nos acomodamos para la foto del grupo, luego la organización de quién se va adelante y quien atrás en el recorrido, y ¡fuga! En la bicicleta tándem propiedad de Rodrigo de principio, comenzamos él y yo; después de un rato (no mucho tiempo por cierto) le pasó la estafeta a Víctor, quien piloteó la nave hasta llegar a los malecones siguientes.
Durante el recorrido, me emocionaba escuchar el diálogo de los compañeros y su disfrute del mismo.
“rrrrrrrrrrrrrrr” sonaba una bicicleta a medida que le alcanzábamos. “jaja puso cara de impotencia el compañero, porque le rebasamos” (dijo Víctor sonriendo) ñiqui ñiqui sonaba el asiento de alguna otra que se aproximaba. Al llegar a una subida, comenzamos a pedalear con bastante energía y sin problema, hasta arriba.
Al llegar al primer malecón, me atrapó el sonido del oleaje y sin temor alguno, dejé la bicicleta y me aproximé a la orillita; “espera espera”, alguien me detuvo con cierta preocupación; agarrado a su brazo, seguí avanzando hasta llegar al borde y sentarme con los pies hacia adentro. El señor Andre, fue quien se acercó a platicar conmigo y a quien le llovían mis emocionadas preguntas sobre el color del agua, la profundidad aproximada de donde estábamos, qué tan distante estaba el agua para poderla tocar, la publicidad que ahí estaba, etc. Definitivamente me quedé atrapado con el sonido del agua y la brisa que alcanzaba a sentirse, en conjunto con la frescura de esa mañana.
Llegó el momento de arrancar a la siguiente meta y en compañía de Víctor continué el recorrido. Casi para llegar al punto final (Jocotepec) la bicicleta comenzaba a sentirse pesada y menos estable. “¿Conoces cuando se poncha una llanta?” (Dijo Víctor en un tono algo preocupado) le contesté que no, pero que al parecer todo iba bien. No pasaron ni 10 segundos cuando aumentó la inestabilidad y en automático nos bajamos a ver qué pasaba con la bicicleta. Efectivamente, ponchada la llanta trasera. Amablemente llegaron más compañeros y comenzaron a desmontar la llanta para poderla reparar.
Una vez solucionada la avería continuamos el recorrido hasta llegar al paraíso de las nieves.
Al entrar al lugar donde descansaríamos un poco, varias pasadas dimos frente a una fuente que generosamente nos lanzaba su agua fresca; algunos otros compañeros según me comentaron, resbalaban y caían en ese sitio. Al bajarme de la bicicleta, fue utilizada por algunos compañeros quienes tenían curiosidad de manejarla.
Edgar fue quien me llevó al lugar donde vendían las nieves; una de nuez con café y chocolate, fue la que comí gustosamente al platicar con María y Edgar; mientras conversábamos, Rodrigo se acercó emocionado con objetivos de venta: “oye, no me creen que manejas bicicleta tú solo.
Si consigo una con campanita y te hago ruido ¿nos damos unas vueltas? Les aposté unas chelas a que si podías”. Ah, ¡vengan las chelas! Me paré y tomé la bici de un compañero y sin problema, dimos algunas vueltas pasando cerca de la fuente. Luego de un rato tomaba tranquilamente de la michelada que divertidamente me había conseguido Rodrigo.
Iniciamos el regreso, ahora ya sin paradas oficiales a menos que fuera un accidente o un mini descanso;
Luego de haber alcanzado la punta del grupo, Rodrigo dice: “ah, como que está rozando poquito la llanta, voy a revisarla”. No tardé en descubrir que casi eso era un pretexto para descansar, más que otra cosa, por lo que comencé a tirarle carrilla. Algunos compañeros nos alcanzaron y nos fueron dejando atrás; volvimos a montar la bicicleta y seguimos la travesía rebasando a los compañeros. La siguiente parada fue una gasolinera donde niveló el aire de la llanta trasera para continuar el recorrido.
En algún punto de la ciclo vía nos detuvimos a descansar un poco, mientras algunos compañeros nos pasaban con algo de fatiga; reanudamos la marcha y no paramos hasta llegar al punto de reunión.
Pasó algún rato y no llegaba el resto del grupo, hasta que me enteré que fue por el accidente que tuvo una compañera, a quien no tuve el gusto de conocer durante el paseo.
Muchos compañeros partieron de regreso a Guadalajara y sólo pocos mucho menos de la mitad nos quedamos a comer en un restaurante ahí mismo en Chapala; momento que disfruté mucho en la compañía de los que nos quedamos.
Definitivamente, fue una experiencia maravillosa el haber estado en el paseo de Cámara Rodante; es un ambiente muy hermanable, cómodo y sobre todo tranquilo; agradezco infinitamente la invitación de Rodrigo y la disponibilidad de Edgar, así como el apoyo de los compañeros: María, Víctor, “Chava Cheves” y los que de alguna manera conocí y convivimos durante el paseo.
La discapacidad nunca será motivo de conmiseración ante nada ni nadie. Se puede disfrutar de todo, siempre y cuando primero, nos demos la oportunidad de disfrutar sin miedo ni prejuicios, ya que así nos enfrentaremos realmente de frente con el camino de la felicidad. “Cada segundo que pasa, es una eternidad que jamás regresará”. (Bernardo Álvarez 2010)
Crónica de Bernardo Alvarez....
Cámara Rodante
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¡Gracias, siempre!
COLECTIVO
- CAMARA RODANTE
- Guadalajara, Jalisco, Mexico
- Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com
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Que tal Bernardo, felicidades por tu crónica y la verdad felicidades por tu valentia y tu esfuerzo de seguir adelante cada día... Eres un ejemplo...
ResponderEliminarMuchas felicidades Bernardo, me encantó tu crónica.
ResponderEliminarAyer tuve la oportunidad de ir a Chapala por la carretera Jocotepec - Chapala y en el camino pude ver a varios ciclistas.
Al ir leyendo la crónica, pude imaginar todo lo que narrabas y disfruté a cada instante de ella.
Atte. Rafael Ortiz
Te agradezco que compartas con nosotros esta experiencia y ojalá que un día pueda acompañarlos en cámara rodante para vivir de serca una nueva crónica. Se que será una experiencia inolvidable. Saludos y felicidades de nuevo!!!
Bernardo felicidades por tu cronica, esta ves me perdi el paseo con camara rodante y que lastima porque me hubiera gustado mucho saludarte, te conosi en la via recreactiva, un abrazo y espero esta sea la primera de muchas rodadas que nos acompañas con Camara Rodante, saludos, Mayester Eduardo Fdez
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