Esperando que no se encuentre cerca de aquí de “Mata cursis”… titularé esta crónica como: “EL ENCUENTRO”. Comenzaré diciendo que una corazonada me decía que ésta rodada no me la debía perder, así es de que muy temprano (a las 7am) me levanté creyendo que en 30 min. estaría listísima para salir de casa rumbo al punto de encuentro, claro que no me alcanzó el tiempo por lo que salí con el desayuno en la mano, corriendo y aprovechando cada semáforo en alto para comer. Afortunadamente alcance a llegar a tiempo, había muchos ciclistas y pensé: “Creo que a muchos como a mí les latió ésta rodada”.
Se llegó la hora de salir y por ahí escuche que algunos, por el rumbo de la Hacienda la Providencia ya se querían regresar, pero honrando a su espíritu aventurero decidieron continuar
Se nos había anticipado que la ruta tenía bajadas un poco peligrosas, subidas un tanto pronunciadas, lindas vistas y veredas planas. Púes bueno, comenzamos con una bajada muy divertida que nos llevo al pueblo de San Esteban, la cuenta hasta este punto llevaba saldo blanco. Poco tiempo después comenzó la subida, perdón, quise decir: la TREMENDA subida, tres kilómetros aproximadamente de ascenso.
Poco a poco las alrededor de 70 almas bicicleteras subimos, quiero decirles aquí entre nos que se vió de todo: gente llorando arrepentida de haber ido, otros rezando por que bajara un ángel y los llevara volando hasta la cima de la montaña, ja ja ja … ¡no se crean!, no pasó eso, a razón de lo que pude percibir, todos iban con muy buen ánimo, subiendo, haciendo su mejor esfuerzo, y púes ¿Qué se imaginan que nos encontramos allá arriba? Pues una visa fabulosa de la Barranca, solo los que han estado ahí pueden describir la inmensidad de ese paisaje.
Después de la correspondiente sesión fotográfica para hacer honor al nombre de “Cámara Rodante” continuamos con nuestro recorrido a través de un sendero con muchos retos: subidas y bajadas con piedras, algunas sueltas, otras grandes, en fin, fue un buen momento para poner en práctica y aprender sobre el control de la bicicleta y el control mental
A más de la mitad del camino hicimos una parada técnica para cargar combustible con un rico pozole, quiero que sepan que a más de alguno el olor de dicho platillo lo dejó extasiado haciéndolo caer de “costalazo” (literal) al no poder asimilar tan deliciosa sorpresa, omitiré el nombre del susodicho para evitar el bullying bicicletero.
Con la pila recargada, después del pozole y la respectiva rehidratada, continuamos nuestro camino por unas lindas veredas entre sembradíos de limones, nopales y magueyes. Cabe señalar que el clima estuvo fenomenal ya que había poco sol y el viento estaba fresco.
En fin, después de 37 kilómetros de variados paisajes y experiencias en la ruta, nuestro paseo terminó, dejando una satisfacción enorme en todos los que tras “el encuentro” con nuestro propio ser, pudimos sentir la fuerza que aviva nuestro movimiento, que aviva nuestra aventura personal.
Crónica de Erika Cholico
Cámara Rodante
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