No sabía a dónde iría Cámara Rodante, solo sabía que quería rodar con ellos y es que es un grupo con el cual me encanta rodar, siempre unidos, siempre alegres, un grupo que me ha llevado a lugares que jamás imaginé conocer.
Por fin llega el jueves y anuncian la tan esperada ruta por mí: Etzatlán. Sin pensarlo le dije a Aarón, uno de los amigos con los que fui, y nos apuntamos para ir, invitamos a Don Lalo (otro amigo) y su hermano Juan Jo. Teníamos una cita para el domingo a las 7 de la mañana, en el punto de reunión publicado por CR.
En el transcurso del anuncio de la ruta y el domingo nos enteramos que la rodada era para avanzados, yo iba temerosa pues no creí traer el nivel. Sin embargo iba con la idea de dar el máximo y un poquito más; siendo valiente.
Llegando a Etzatlán vimos caras conocidas a las cuales saludamos con alegría y entusiasmo, así mismo vimos un cerro a lo lejos. Aarón me preguntó a donde sería la ruta y yo sin titubear le respondí “iremos a subir ese cerro”.
Había escuchado que decían que hay que tener cuidado con lo que decimos porque se nos puede cumplir, y se nos cumplió.
Mientras nos alineábamos para el arranque me encantó que los Mineros de Etzatlán se unían a nosotros y nos acompañaban en esta travesía, también ver niños en sus bicis muy lindas, platicando con ellos sobre sus bicis y lo emocionante de las rodadas uno de ellos me dice: “No te preocupes, solo son 10km de subida”, no cabe duda que los niños siempre dicen la verdad. Y entonces arrancamos.
Empezamos por un camino empedrado en las orillas del pueblo, subiendo. Después apareció junto a nosotros el cerro aquel que en “broma” le había comentado a Aarón subiríamos. Teniendo en mente la meta comencé a rodar, solo pensaba en terminar y en que sí podía. Finalmente no era una competencia. Siempre junto a don Lalo que me esperaba cuando era necesario y con sus palabras de ánimo “Vamos, Karlita. Sí puedes” y efectivamente; sí pude.
En el transcurso del camino al mirador (al km 10 aprox) vi pasar a don Lino y a los niños con sus bicis profesionales. Aarón y Juan Jo se nos adelantaron y ya nos esperaban en el mirador. Mientras íbamos rodando volteábamos hacia Etzatlán y veíamos lo que habíamos subido con nuestras bicis. Se veía a lo lejos el pueblo y el camino que habíamos pasado. Jamás imaginé que me esperarían subidas como aquellas. Ahí me di cuenta que de eso se trataba la parte de “avanzados”.
Cuando por fin llegamos al mirador lo primero que me encuentro fue a los niños quienes me dijeron “Llegamos primero que tú, ya ves te dijimos que era mucha subida”. También estaba Juan Jo y Aarón esperándonos, hicimos una breve parada para fotos y tomar aire.
En el mirador nos encontramos con más ciclistas con los que intercambiamos algunas palabras y risas. Algo que tiene Cámara Rodante es que las personas que van son personas muy alegres, apasionadas por el ciclismo y siempre amables. Esa gente que se agradece encontrar por las rodadas, por la vida.
Pasaron unos minutos y seguimos con el camino. Seguimos un par de kilómetros de subida cuando de repente se ve a lo lejos que comienza una bajadita, preparo mis cambios cuando me aproximo a ella y comienzo a disfrutar de la bajada. Ya faltaba poco para llegar a El Amparo (el destino de la rodada). Aparecieron algunas subidas, otras bajadas.
En el camino nos encontramos con caballos, vehículos, motos y personas caminando. Todos tenían de destino el Amparo. Incluso nos encontramos con unas personas que iban caminando en peregrinación hacia allá. Abarcando toda la brecha y obligándonos a acompañarlos un tramo por su odisea rumbo al Amparo. Íbamos junto a la banda y los peregrinos. Respetuosos y ansiosos por seguir nuestro camino y llegar a hidratarnos.
Logramos rebasar la peregrinación y seguir nuestro camino. Ya faltaba poco, unos 2km para llegar y los caballos comenzaron a duplicarse. Son costumbres de pueblos que los hacen únicos. Las personas siempre con una sonrisa nos daban el paso y nos echaban porras.
Por fin llegamos al Amparo donde nos esperaban todos. En una mesa Aarón y Juan Jo estaban esperando nuestra llegada con una cerveza y aguachile. Había un quiosco y varios puestos vendiendo botana y comida. Vimos cómo iba llegando la peregrinación que tiempo atrás nos había retrasado la llegada. Ya se había unido más gente, se aproximaron al quiosco y después se adentraron en el Amparo.
En esta parada nos encontramos con más ciclistas conocidos y gente nueva que nos encantó conocer. Tomamos las fotos del recuerdo y emprendimos el regreso a Etzatlán. Regresando nos encontramos con un contingente de caballos que venían llegando al Amparo lo que nos retrasó la salida unos minutos, había caballos muy bonitos. No pudo faltar la foto del recuerdo rodando junto a ellos. El sol se hacía cada vez más intenso y las sombras eran casi nulas. Aun así seguimos rodando.
En el camino de regreso ya comenzaba a pesarme el sol, el sudor meterse a mis ojos y la tierra suelta que dejaban los autos que circulaban a mi lado. Empezó una la primer subida (creo que era la única que encontraríamos de regreso) y a media subida sentía que el aire me faltaba, tenía la boca seca y mi piel ardía por el sol. Fue entonces que pare en la sombra de un árbol, tome agua, me acosté en el piso y tome aire. Ahí mismo había tres personas más, incluyendo una señora que quería pedir ride y sentía no poder más. Trate de darle ánimo y decirle que me iría a su ritmo, que lo peor que podía tener era miedo. No sé si siguió por mis porras o para que ya no le dijera nada más. Pero siguió, al menos hasta el mirador. Después de los respectivos 7 min de recuperación seguí rodando. Llegamos de regreso al mirador donde Juan Jo y Aarón nos seguían esperando. A partir de este punto ya era pura bajada lo que seguía.
Hicimos otra parada para tomar aire, agua y fuerzas. Dormí por 5 minutos y es que en verdad así logro recargar pilas. Después de esta última parada antes de Etzatlán seguimos la odisea de rodar.
He de confesar que las bajadas me dan miedo desde una vez que me caí, así que baje con precaución. En la bajada venían autos subiendo, también caballos y una cuatrimoto con dos imprudentes que casi me atropellan, por fortuna no pasó así. Seguí mi descenso pensando en lo pesado y tardado que era subir en compasión de bajar. Pronto me encontré a Juan Jo, Lalo y Aarón.
Llegamos juntos a la plaza principal de Etzatlán, nos acomodamos en un local donde nos hidratamos junto a otros ciclistas que iban con CR. “Felicidades, ya somos avanzados” me dijo Aarón al tiempo que me platicaba sobre la posibilidad de hacer la crónica para CR. No lo pensé ni medio segundo, acepté encantada. Soy fan de las crónicas de CR y la idea de participar escribiendo una fue de las mejores cosas que me pasaron el domingo.
Ya eran pasaditas las 2pm y comenzaba el hambre a aparecerse, para cerrar esta linda tarde nos fuimos a un restaurante junto a la laguna de Teuchitlán a comer. Casi 30km y cerca de 926m de desnivel fueron el reto cumplido de esta semana,
Gracias Cámara Rodante, también por confiarme la crónica, por hacer estas rodadas y apoyar el bici turismo. No cabe duda que de mis pasatiempos favoritos y cosas que me hacen feliz es rodar con gente linda y sin duda alguna en Cámara Rodante la hay. Espero la próxima para seguir cumpliendo retos y conocer esos hermosos lugares a los que solo ustedes nos pueden llevar.
Terminando la última parada de hidratación se acercaron para comentarnos que habían encontrado un odómetro que quizás salió volando en el descenso. Si el dueño lee esta crónica, póngase en contacto con CR para que se los regresen, solo basta decir la marca del mismo y presentar la base.
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