COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

martes, 23 de julio de 2019

LOGRÉ EL RETO, QUIZÁS NO EL MÁS DEMANDANTE, PERO SÍ PARA MI



Mi día empezó a las 5:45 de la mañana (consejo, no se desvelen antes de una rodada, experiencia propia), ya tenía todo listo para subir a la camioneta y emprender camino hacia el punto de encuentro, por desgracia, mi mujer no pudo acompañarme por gripe, así que iba con una sensación de tristeza y a la vez de entusiasmo, cabe mencionar que amaneció nublado, una lluvia ligera y algo fría.

Tomé camino hacia el punto y al llegar, me di cuenta de cómo ni el clima detuvo a los ciclistas, eran cerca de 15 vehículos llenos de bicis, todos refugiándose de la lluvia, pero con el rostro lleno de felicidad, esperando la hora de salir hacia el rumbo establecido.

Se dieron las 7:25 y el buen amigo Paulo dio la indicación de dirigirnos al punto principal; nos fuimos en caravana hacia Pueblitos. Llegamos y nos alistamos para salir. Alrededor de 32 ciclistas nos dimos cita en ese punto a la invitación de Cámara Rodante y cerca de las 8:45 iniciamos la aventura hacia aquel famoso pueblo desconocido para algunos, ya viejo conocido por otros.



Entre risas y pedaleo fuimos avanzando en una carretera recién asfaltada, pero con un delicioso entorno selvático, una cascada al frente nos daba la bienvenida, se veía impresionante (incluso, una compañera ciclista comentó: “me siento en el Vallartazo”); continuamos cerca de 11 km en carretera y por fin llegó la brecha, lo que más amamos y disfrutamos, continuamos por esa brecha unos 5 km, lleno de neblina, la llovizna no cesaba, ni el lodo, que un km antes de llegar al destino, hizo de las suyas, un lodo rojo pegajoso y muy resbaloso nos llenó las bicis desde la cadena hasta  por debajo del asiento.



Por fin llegamos al destino (un pueblo donde no existe la señal del celular), pueblo pequeño pero con gente muy amable; nos instalamos a descansar afuera del templo, a su lado, una pequeña tienda nos proveyó de lo necesario (electrolit, papas, churros, atún, refrescos, agua y la mejor hidratación, cerveza), descansamos unos 10 minutos y Paulo dijo: “El que tenga más galleta para seguir, sigame, vamos a bajar al río, para quien guste ir, no nos tardamos mucho, además no está pesada” (mentira clásica de un ciclista), le di el último trago a la coca, me puse mi casco y decidí seguir al grupo, no más de 13 ciclistas, liderados por Paulo y mi admiración para la única mujer que bajó al río. Agarramos un pequeño camino de pavimento y después brechas encharcadas y deterioradas por el agua; el paisaje cada vez más verde y denso se vislumbró. Empezó el descenso por una brecha técnica lleno de piedras y grandes zanjas, que poco a poco fuimos sorteando; curva tras curva íbamos bajando cada vez más con una sonrisa en el rostro por la velocidad que se tomaba en cada bajada, por lo que en mi mente pasó: “Vamos a subir todo esto de regreso”.



El camino fracturado cobró las primeras facturas, un ponchado por ahí, un desviador tronado por acá. Me paré a ayudar y vimos que el desviador había quebrado un tornillo y no hacía los cambios, lo reparé con un cincho que traía un compañero por suerte (nota :cargar cinchos, son de mucha ayuda) y se lo dejé en la velocidad 9 y de ahí decidieron regresar. Ya la mitad del grupo había regresado; faltaban 2 km para llegar hasta el río y un grupo de siete ciclistas, incluido Paulo, me esperaban en el río, ahí lavamos las cadenas y las aceitamos.



Después de un descanso, nos animamos a subir, ya sin mucha agua. Habíamos visto una casa habitada, la única que había habitada y Paulo decidió pedir agua, Don Roberto y Doña Margarita nos sacaron 3 envases de 2.5 lts de una agua turbia, nos comentó que era agua de pozo, por eso el color, helada como se refrigerador; llenamos mochilas de hidratación y ánforas, descansamos un momento con ellos entre platicas y risas, después de 10 minutos continuamos el trayecto con sus respectivas subidas, una más pesada que la otra; curvas y más subidas. Tomaba pequeños descansos, caminaba un poco para desentumecer las piernas y Paulo pasó dándome ánimos (es un tren no para), alcanze a un padre y su hijo que le daba ánimos para subir, el calor por humedad era insoportable, al menos para mi, sudaba más de lo que tomaba agua. Hacía mucho sol, solo unas pequeñas nubes nos daban un poco de sombra.



Por fin alcancé al grupo que llevaba la delantera, un ponchado nos daba la fortuna de descansar. Nos acompañaba un extranjero (escocés, creo), impresionado por qué traía una bici de 3x8 y subía con algo de dificultad, pero no paraba, decidí adelantarme al grupo que parchaba la llanta, faltaban 5 km para llegar al pueblo y a la mitad alcancé a otro compañero a mitad de una subida. Caminamos un momento y seguimos pedaleando, cual fue nuestra sorpresa, venía Paulo de regreso con una cámara doble para jalar al que ya no podía (ya se había tomado un refresco y unas papas en la tienda), solo recuerdo que le dije: “Estás muy cab$#n”. Seguí pedaleando hasta la tienda, rendido y ya casi sin fuerza tomé un electrolit, un atún y unos churros, la comida más rica de mi vida. Esperamos unos 12 minutos y aparecieron los demás, Paulo jalando al más chico del grupo y la gente, que había en el pueblo, le aplaudieron por su osadía.



Después de esa entrada triunfal, descansamos otro momento y comenzamos nuevamente, pues nos faltaban 16 km para llegar a donde estaban nuestros vehículos; subidas que ya no eran tan pesadas, pero para esa hora eran casi la muerte y unas bajadas donde te recuperabas.

Después de más de 7 horas de aventuras, llegué a mi vehículo, cansado a morir, pero con la emoción de haber terminado un reto, quizás no el más demandante, pero muy pesado para mi, espero poco a poco ir subiendo de nivel.

Quiero agradecer a todos los del grupo y a Cámara Rodante, pero en especial a Paulo, que no dejó a nadie atrás. Espero ya la próxima rodada para acompañarlos. Muchas gracias.

Crónica por: Christian López


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