“Hay que prepararnos para ir a San Pedro Analco, la del cerro de Tequila es una muy buena opción para entrenar” escuchaba a mis compañeras y compañeros ciclistas decir, pero como yo ni iba a ir a San Pedro Analco, ignoraba sus comentarios. “Ahí que vayan ellos a sufrir pensaba”.
Todavía unos días antes de la rodada al Cerro Azul estaba pensando a dónde podría ir yo a entrenar ese domingo, ya que definitivamente no pensaba ir a Tequila pues lo veía como una rodada para puros “pro”. Total que conforme iban avanzando los días, Ara, Fabi y Ramón me motivaban a ir y subir “hasta donde pudiera”. La idea era subir 11 km y de ahí bajar por un single track “el regreso es pura bajada” sin embargo, la ruta en Strava marcaba que en total eran 38 km y yo suponía que como buenas ciclistas no me estaban diciendo la verdad. Seguía indecisa de ir pues yo nomás quería ir al convivio que iba a haber al final en el balneario. Al final me animé a ir. Llegamos al punto de reunión y arrancamos, un poco más tarde de lo que teníamos planeado, pero motivados a conocer esa ruta tan demandante.
En cuanto salimos había una subida y me fui quedando atrás, todavía ni empezaba bien la ruta y ya sabía que no los iba a volver a ver hasta el final de la rodada jaja. Nos detuvimos un poco y Jonathan Franco nos explicó cómo iba a ser el camino, dónde nos íbamos a encontrar y que fuéramos a nuestro ritmo sin presión.
Empezó a sentirse el desnivel rápidamente y aunque yo sentía que iba a un buen ritmo no avanzaba muy rápido que digamos, en eso nos topamos a Caro que se le había descompuesto su desviador y bajaron rápidamente compañeros a auxiliarla. Pensé que aprovecharía ese momento para ganar camino y que no me iban a alcanzar pues parecía complicada la descompostura. Cuando menos pensé ya venían todos atrás de mi jaja, no fue mucho mi avance. Ramón con mucha paciencia me acompañó todo el camino de subida y de repente Caro nos iba acompañando también.
Los 11 km se estaban volviendo para mi 30; después de 2h30 mandaron a alguien a ver si veníamos muy lejos pues todos ya habían llegado al punto de encuentro y nos estaban esperando para bajar. Por fin llegué y Fabi se ofreció a relevar a Ramón para acompañarme en lo que quedaba de la ruta. Es lo bueno de rodar con Cámara Rodante, la fraternidad es algo que distingue al grupo y el equipo que hemos hecho ha sido TOP, -iPhone 14 dirían algunos-.
Renegué otros 5 km más pues aún no era del todo bajada, pero de pronto el paisaje cambió, comenzamos a atravesar los plantíos de agaves, a pesar de que ya no había sombra el camino era sumamente bonito (ademas ya estaba más planito y con bajadas) me empecé a sentir muy feliz y afortunada de tener a personas que con paciencia me motivan a terminar las rutas pues yo estaba decidida a regresarme muchos kilómetros atrás. Al final nos desviamos un poco de la ruta marcada y mi mente empezó a jugarme malas pasadas pensando que no podía seguir más y fue muy gracioso que iba rodando y de la nada me caí. Bromeamos un poco que así me bajaba yo a descansar y con ánimos seguimos, ya estábamos a menos de 2 km de llegar y yo ya no traía agua así que la motivación de llegar a la hidratación oficial (cervezas) se volvió muy buen movil.
Por fin llegamos al balneario y sentí mucho orgullo de haber podido terminar una ruta que para mi corta experiencia fue muy demandante. Yo veía a todos tranquilos y queriendo más pero yo ya había dado lo mejor de mí. Al final como siempre una cervecita, el cotorreo y un chapuzón nos revivieron.
Así que mejor ya no digo nada, capaz termino haciendo la crónica de San Pedro Analco próximamente jaja.
Crónica por Alba Gomez
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