Después de dos años de continuas rodadas con el grupo, aunque más de 15 siendo ciclista, me animé en la idea de proponer y dirigir a un grupo para cumplir un reto, una ruta que pusiera a prueba el nivel de algunos ciclistas intermedios y hasta avanzados, hacia “Torre 3”.
Son pocas las veces que llego temprano a una rodada, pero esta vez ya sentía la responsabilidad y la emoción de hacer que un grupo lograra terminar y que todo saliera bien.
Llegar a los primeros puntos de reunión sin tiempo de espera me sorprendió ya que el grupo, eran ya unos guerreros, todos iban con un buen nivel ciclista y ya se comenzaba a sentir la camarería de apoyo por todos, por lo que iba a resultar un viaje agradable.
La tarea de sacar algunas tomas épicas no puede faltar, ese momento uno saca fuerzas de su interior para demostrar que podemos superar cualquier obstáculo en nuestros caballos de acero, aluminio y carbón.
Impresionarse con los caminos del bosque no deja de emocionarme, la tranquilidad, pero a la vez adrenalina de cruzarlos es algo que disfruto experimentar y es por ello que los ciclistas continuamos recorriéndolos una y otra vez.
La última subida es de los retos más difíciles aquí es donde vemos lo que somos capaces de hacer, el pensar que “estaría mejor acostado en mi cama que rodando” llega a pasar por nuestras mentes, pero le gana mas el deseo de poder terminar la ruta.
Cada salida, aunque supone un riesgo es una aventura, ser guía en una rodada propone una responsabilidad y ya no esta solo el pensar “ojalá logre terminar la ruta” si no ahora se cambia por el de “ojalá que todos terminen bien esta ruta y la completen” cosa que gracias al apoyo de todos los compañeros se logró.
Agradecimientos al buen amigo Francisco Javier Casillas que se animo a hacerme segunda en este reto para que se pudiera llevar a cabo.
Por Jorge Luis Sánchez
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