Se marchita la flor y su polvo dura siempre.
Corre el río y entra al mar y su agua es siempre la que fue tuya.
Paso y quedo, como el Universo.”
Alberto Caeiro. El Guardador de Rebaños. XLIX.
¿Me acompañarás durante este trecho del viaje?
En cuanto ella había pronunciado esas palabras él
había sentido que el corazón le daba un vuelco.
Era una orden, naturalmente.
El árbol de Armada. Del libro El Bosque. Edward Rutherfurd. P. 307.
Al lugar terroso (Tala)
Parque El Refugio – Postes
Todo inicio tiene su final, al menos en el largo metraje de la vida así sucede, la gente nace y muere, todo lleva un ritmo, todos llevamos un ritmo, en mi caso, así sucede, comencé a hablar tarde, caminar tarde y en la bicicleta no soy la excepción, lo confieso soy el tipo más lento del mundo!, las viejitas de 80 años me rebasan, los niños de 10 también, los gordos, los flaquitos, y todos los especímenes sobre la faz de la tierra los hacen… pero que lo voy a hacer? En éste viaje que les narro no fue diferente.
Como es usual para los amigos de Cámara Rodante el viaje: el inicio, tuvo lugar en el ya bien conocido Parque de El Refugio, la cita fue de madrugadores (7:00 A.M.), no apta para noctámbulos y beodos, puro “sano y deportista” como yo, claro está.
La salida se dio sin contratiempos: Federalismo-Juárez-Vallarta-Chapultepec-Niños Héroes-Paseo de la Arboleda-Mariano Otero, ahí, una Magui prefirió sabiamente tener su final antes de que el cuerpo le cobrara la osadía, continuamos siendo menos, pero nadie se detuvo hasta los Postes en la entrada de la Primavera que lucía su traje de invierno, llegamos, sí, pero por momentos tiré la autoestima en alguna brecha que circunda la empolvada alfombra de bienvenida al bosque, todos iban adelante, muy adelante y yo con mi condición de Iron Man los hice esperarme como 10 minutos. Cuando llegué, lo primero que se me ocurrió decir con una voz temblorosa y la mirada tipo Remi, haciéndome la victima, era que yo de ahí no pasaba “los voy a retrasar y ustedes traen un muy buen ritmo”, de nuevo eso, yo y mi lentitud, ahora que recuerdo, hasta un viejito que iba en su muy viejita bicicleta me echó porras “ándele mijo no se raje”, y como buen tapatliotl pues seguí. Mi tocayo y (no recuerdo su nombre) me echaron porras, así como el viejito me estimularon la estima y me alentaron a seguir en la cola. Después nos tomamos la ya tradicional foto en los Postes, pero ahora creo el celular de mi tocayo no cumplió con las normas UL de calidad fotográfica…
Postes- Ocho y medio – Toboganes
Increíblemente y a mi paso, logré llegar hasta el ocho y medio sin ningún problema, aunque ya mis compañeros de viaje lucían aburridos de tantos esperar, algunos aprovecharon para el desayuno ligero: plátanos, galletas, una sobre dosis de carbohidratos para mantenerse firmes. De nuevo otra fotografía para documentar tan buen viaje. Yo me sentía muy bien a pesar de mi pasada desventura citadina, pero todo eso era pasado y estaba ya en la bandeja de reciclaje de mis crisis existenciales. Con ánimo decidí adelantármeles a mis compañeros, y así no retasarlos mucho, más sin embargo fueron pocos los minutos y era de nuevo la cola del grupo, rápidamente llegamos a una de las gargantas del bosque, para adentrarnos hacia los toboganes, mi segunda vez en aquél lugar. Como la vez pasada, los toboganes despiertan una serie de acontecimientos muy particulares en los que practican o intentamos practicar ciclismos de montaña, esto es: caídas, rodadas con todo y bici, raspones, más caídas, más raspones, bicicletas sin dueño abandonadas aun lado de la brecha, mi súper bote de té de coca con anís y miel, perdido en las inmensidades de tierra y hojas, sin haber sido bebido, etc.
Kinder – Obsidianas
Ya en el Kinder un gran claro de tierra y polvo nos esperaba junto con un obligado descanso después del esfuerzo anterior, ahí, de nuevo salieron las galletas, las nueces las almendras, los guacamoles instantáneos, todos relajándonos escuchando como los downhilleros se mataban uno a uno bajando la escarpada bajada, que precedía el kinder. Los minutos pasaron y con mi plátano macho en el estomago iniciamos el semi desorientado camino. Ahora las subidas no fueron tan prolongadas pero si más inclinadas, se podía ver a las mayoría de nosotros arrastrando las bicicletas, mientras el más joven del grupo, Julio, y uno de los más longevos Pepe, subían como si trajeran un pequeño motor trasero, creo que la brecha generacional marcó la pauta… mi gran respeto a los dos. Después del variante camino por fin llegamos a una sima previa al camino de obsidianas, donde se podía ver la inmensidad del bosque, donde se podía sentir la tranquilidad de un mundo donde parecía y con mucha imaginación que el hombre no había llegado nunca, viento, zopilotes planeando en circulo en busca de una presa occisa, grandes torres eléctricas surcando las olas de los cerros, el sol rasgando la pintura en el horizonte, un camino que se llenaba de copos de nieve negros, filosas piedras dispersadas por un antiguo volcán, adornándonos y anunciándonos una gran y divertida bajada a las profanidades del bosque. No sin antes hacer gala de nuestra mejor pose para las fotos conmemorativas. Comenzamos a bajar con una serie de indicaciones que nos dio Araleci, de la peligrosidad del asunto: muchas piedras y muy filosas evítenlas a como dé lugar!!. La bajada de las obsidianas tiene creo yo una extensión como de entre 8 a 10 kilómetros de adrenalina pura, los sentidos se agudizan y uno se mantiene alerta, ya que con cualquier distracción se puede originar una gran caída. Algo de lo que las bicis no están exentas es a los pinchazos, uno puede evitar las caerse pero no puede evitar que una puntiaguda obsidiana se clave en la cámara, Bernardo yAra pagaron el precio, afortunadamente, para Bernardo, Ara y para todos venía con nosotros Javier Nungaray, uno de los mejores mecánicos de bicicletas en GDL. Unos se quedaron a acompañar a Bernardo y a Ara otros seguimos con la corriente de piedras, veloces también dentro del polvo,[1] hasta el final del camino de obsidianas, después de unos minutos de espera, los compañeros llegaron, sanos y salvo, a ecepto de Ara) quien sufrió una pequeña caída y empolvada, pero como dijo ella: el que no viene a la montaña y no se cae, no vino a la montaña.
Último tramo después de obsidianas.
Siguiendo las indicaciones tecnológicas del dios de los mapas: un GPS, continuamos la marcha, otras subidas pesadas, otras bajadas adrenalinicas, hasta llegar a la desviación que supuestamente nos iba a llevar a Tala, tomamos camino, una bajada hermosa, fluida, sin filosas obsidiana, todo iba perfecto hasta que desobedecimos al bosque, al Dios de los mapas e ignoramos los gritos desesperados del portavoz, del gurú, del chaman, del primer ministro papal Bernardo, ciegos de adrenalina y adictos a las bajadas pagamos el precio de oídos sordos, nos equivocamos, nos fuimos, pero tuvimos que regresar, íbamos hacia las Tortugas, no hacia Tala, el salvador un guarda bosques que casi agarrándonos de las patillas, nos hizo volver atrás. Afortunadamente sólo eran 200 metros según nuestro gurú, pero por pecadores insensatos se convirtieron en 3000, pura subida, una subida que moralmente nos desanimó, nos hizo mentar madres pero que al final nos hizo rendirnos a los pies del Dios de las rutas por satélite: el GPS.
Cruzamos los montes como peces a través de un río de tierra y rocas, todos rápido, yo siempre en la cola, pero esperanzado que antes de hacerme viejo y morir de deshidratación llegaría. Conocía la Talpa de Rulfo, la Tapalpa de no sé de quién, pero Tala me era desconocida, ajena, tan lejana cuando se anda en bicicleta por el bosque, esa era mi motivación: pueblo mágico, cerveza helada, loches planchados, la victoria!!.
La civilización comenzó hacerse notar, los campos de caña comenzaron a aparecer en el paisaje, un buen síntoma de que nos acercábamos. Cruzamos cercas con candados improvisados, hermosas veredas verdes y un pequeño río en donde tuve la “fortuna” de refrescar mis pies en lodo. Ahora las bicicletas ya no estaban limpias ni relucientes, más bien parecían viejos tractores y sonaban a aquellas máquinas en donde se hacen las tortillas, cada pedaleo era un rechinar, un traqueteo cansado, las velocidades nos cambiaban, las cadenas se zafaban desesperadas por llegar. Por fin a lo lejos Tala, llegamos por la parte posterior, y fuimos recibidos por casas multicolores y fogatas llenas de basura, me recordó un poco a la Medina de Fez, una imagen surrealista, los hombres arriba de montículos de tierra y basura, mirándonos, algunos de ellos saludándonos, viendo a los excéntricos tipos y sus bicicletas enlodadas. El camino se acaba y como toda historia esto llega a su fin.
Tala, Jalisco.
Cruzamos un pequeño río sobre un puente blanco de forma cilíndrica, ahí, la puerta trasera de Tala. Llegamos al pueblo y dos Bernardo y Ara no llegaban, esperamos 5 mins y algunos preocupados intentaron comunicarse con ellos, pensamos que estaban perdidos o con una falla mecánica, nada, no regresaban, llegamos a una tienda y para mitigar la sed y la angustia de la espera, decidimos que todos esos momentos difíciles serían menos con una cerveza en mano. Así que uno a uno como buenos pastores que esperan ser bautizados, entramos a la tienda a recibir nuestra pequeña dosis de chela. De nuevo otra advertencia, la señora nos advirtió no tomar en la vía pública; haciendo caso omiso a esto seguimos tomando y como salido de la nada, una versión del llanero solitario a la mexicana con una camioneta tipo de narco y radio en mano nos advirtió dejar de tomar en público y retirarnos lo antes posible. Lo cual hicimos, desesperados y hambrientos decidimos tomar camino al centro de Tala, unas cuentas calles, ahí tranquilos y quitados de la pena, Bernardo y Ara esperándonos.
Lonches y regreso
Rápidamente y sin perder tiempo, nos lavamos las manos y la cara en el pequeños local, de los famosos lonches planchados, pedimos más liquido vital (un six de Tecate) y nos dispusimos a devorar los aclamados lonches desinflados.
Para terminar, porque esto algún día tiene que acabar y porque ya me cansé de escribir, fuimos a la estación de autobuses del pueblo, se habló con el chofer, se le ofreció una pequeña propina por hacernos el favor de subir las bicicletas y como grupo democrático se acordó subirlas por orden de bajada, esto es, el que se bajaba al último subía su bicicleta al principio, y así fue, pero momentos antes aparecieron otros ciclistas, que no conocíamos y que igual que otros se bajaban al final, como buenos compañeros y corteses bicicleteros optamos por subir sus bicicletas también primero, pero no contábamos con que el chofer se iba a estresar e iba a sufrir un ataque de andropausia anti ciclista, no permitiéndonos subir todas y a todos, así que, los otros ciclistas siendo corteses, como lo fuimos con ellos, nos dejaron a la mitad de la estación en espera del próximo autobús, separándonos de Carlos y Oscar,
Llegó el nuevo autobús, Ara habló con el chofer antes de Javier Nungary lo asustara, se llegó al mismo acuerdo (una propela) y listo mi viaje llegaba a su fin. Contento, lleno de polvo, cansado y sobre todo muy satisfecho de haber compartido esta gran experiencia con gente diversa, de pensamientos diversos, pero con un fin en común: BICICLETEAR durante este trecho de viaje llamado vida.
Texto: Carlos Limón. 5/01/2009
Video: Refugio Ruiz "Cuco" de Bici10 y GDLenBICI
[1] Fuentes Carlos. La región más transparente del aire.
Excelente narración Carlos, me da mucho gusto que se arranque el año con tan buena actividad, sinceramente me hubiese gustado acompañarlos sin embargo la muerte de un muy buen amigo mío evito que esto sucediera. Esperamos que para próximos eventos podamos acompañarlos y disfrutar la excelente compañía de todos los que integran los paseos dominicales de Cámara Rodante.
ResponderEliminarSaludos.
¡¡¡ Buenisima la cronica !!!
ResponderEliminarMe quito el 'Casco'. Felicidades Carlos Limon!
Nos vemos en la proxima rodada.
muy bueno!¿hasta los gordos te rebasan?? no creo que sea pa tanto!! por que un gordo "llaneando si" pero cuesta arriba ¡pocos metros ará!!.Ajaa,te linkeo mediante URL en "rutasbicicleta" y "negocio-tu" dos de mis blogs,te deseo muchas buenas salidas y anecdotas compañero,me pasaré por aquí a ver lo que vas escribiendo..
ResponderEliminarWooW muy buena cronica, detalladita. Pero nomas.. decir que el Berna y Cuco me ayudaron a cambiar la camara de mi ponchadura, el bala habia volado junto con los otros cilcistas por las bajadas polvosas. Nos vemos en la proxima rodada
ResponderEliminarla torre 3 me hace los mandados la subo en bici de cartero y de noche attte rodolfo espino forza
ResponderEliminarlinda narracion ymas k viajaron de Gdl hacia Tala, Jalisco y espero k algun di alo buelvan a hacer ya k es mi terru;o kerido ...
ResponderEliminarMIl Felicidades a todos los valientes ciclistas ....animo para las proximas ...