"El punto de vista de las experiencias es subjetivo… no es lo mismo el impulsivo arrebato de un novato que la certeza de alguien con más colmillo… el chiste está en compartir ambos y saber combinarlas"...
Viernes 6:30 pm… Salgo corriendo de la oficina y de todos los pendientes abrumadores del día para escaparme a una aventura en bicicleta de un fin de semana… A mi reconciliación con la montaña y a visitar a mi gran pez en la playa… en el mar.
Viernes 7:00 pm… todos dentro del camión partimos rumba a Nayarit con ansias de rodar, ganas de chelear y de relajarse; en fin, con expectativas de un fin de semana que pinta para pasarla re bien.
Sábado 7:00 am… Tepic, Nayarit. Las bicis están armadas, los cascos están listos y la adrenalina empieza a inundarme la cabeza, ante la certeza de que estamos por rodar poco más de 60km… en terreno por lo menos para mí "desconocido". Comenzamos despacito (como agarrando confianza) atravesando la ciudad, o lo que restaba de ella. Uno a uno, de repente en fila india, y de repente uno que otro, más solos que nunca en sus pensamientos… de repente en parejitas, mientras los camiones y los automóviles nos lo permitan. Así calentamos motores, y así comencé a sentir como iba formando parte de un grupo… de un clan… de una manada de ciclistas.
Llegamos a la montaña después de unos cuantos kilómetros de ciudad y sus alrededores… Nos presentaron a Don Chava y a su hijo Andrés (el equipo a cargo de la barredora) y entonces sí, comenzamos a subir, 8 pesaditos kilómetros llenos de vegetación que cambiaba de acuerdo a la altura en la que nos encontrábamos; con ventanas que surgían de repente de entre las piedras y los arbustos y que nos permitían disfrutar de excelentes perspectivas del paisaje; 8 kilómetros llenos de curvas, terracería, y pendientes que al menos para mí, resultaron en varias ocasiones en las que me tuve que apear… (no sin confesarles que lleno de orgullo y dignidad las subí lo más rápido que pude con toda la intensión de ser de los primeros en llegar a la Noria) Y por si esto fuera poco, en este trayecto contamos con la finísima presencia de los 3 chiflados, del capitán América, de Forest Gump y de una bola de brutos seudo deportistas trepados en sus camionetas que remolcaban cuatrimotos, motocicletas y que dejaban a su paso kilos de polvo fino en el aire; y que sin lugar a dudas a más de dos nos destantearon y nos hicieron perder el ritmo en la subida.
Ya estando arriba, nos esperaba una casona donde los motocrossistas (¿se dice así?) se alojaban y armaban sus monstruos ruidosos y faroleros; mientras que la manada de ciclistas desayunaba unas ricas quesadillas, jugos de naranja y uno que otro chocomilk pa' reponer las baterías.
Después de nuestro breve receso en la Noria, continuamos por la montaña (la parte que más temía y que más sufrí) LA BAJADA… (aquí abro un paréntesis para explicar el porqué de mi sufrimiento y que se remonta a mi última rodada con cámara rodante que fue el año pasado en la sierra de Quila donde sufrí varias caídas desastrosas al tratar de bajar la montaña sin frenos y es así que gracias a esto soy orgulloso poseedor de un coxis doblado y de sufrir de pánico a bajar rodando por la montaña) (si, ya sé… que bruto; pero ni modo ¿Que querían? Novato soy… u_u) En fin… ¿En que estábamos? ah sí… en la bajada… En esta parte toooodo el grupo se me adelanto… baje como abuelita, pero al menos llegue entero al río.
Esta sección del paisaje dejo los pinos atrás, y comenzó poco a poco a presentarnos una vegetación más tropical, y el clima invariablemente se sentía más húmedo y caluroso… y de repente… zas!! una ventana al horizonte nos permite ver el mar!!! -Que padre!!!- (grite)… pero esta rete lejos (pensé)… y cuando menos acordé ya estaba llegando a donde el resto del grupo; a cruzar un río pequeño y después uno más en forma donde cada miembro de la manada intento demostrar su pericia y habilidad para poder cruzar sin tener que detenerse.
Amén de los que se cayeron de ladito jeje… Luego un chapuzón de manatíes… luego un lavado de bicicletas, y luego… otra vez a rodar hacia el pueblito (o ranchería vaya usted a saber)… Y de repente que se termina la terracería y como arte de magia aparece ante nosotros una finísima carretera con su carpeta asfáltica perfectamente bien trazada y señalizada. Nos advirtieron que no fuéramos a soltar el manubrio por aquello de los que gustan de bajarse a besar el asfalto (you know) Y bueno la bajamos hechos las mocha (unos dicen que a 65 kms/hr) yo lo único que sé, es que me pareció una experiencia fregoncísima y que disfrute de la velocidad de mi fiel bicicleta como nunca en mis 15 años de rodarla lo había hecho.
De ahí llegamos a descansar e hidratarnos (unos con agua, otros con cerveza, otros con jitomates, etc) y a tomar valor por que según esto solo faltaba una subidita más como de 4 kilómetros… y sin ánimos de menospreciar el trayecto, pues este me pareció más agradable ya que tenía igual número de subidas que de bajadas (le llamaba columpios en el argot bicicletero jeje) y en la última cuesta (de esas que parecen imposibles de subir pedaleando sin pararte) ahí estaba la boca del túnel del gran guano (si no se llamaba así, pues yo ya lo bauticé) Se trataba de un túnel de unos hummmm…. 30 metros? (aprox) con murciélagos y toda la cosa.
De ahí el resto del descenso fue más tranquilo (pero no menos complicado) y por fin llegamos a la carretera…. donde nuevamente nos hidratamos y partimos nuestros últimos veintitantos kilómetros de carretera, formando una fila india en la que de repente entramos como en un estado de inercia total y pedaleamos casi sin detenernos hasta llegar al tan esperado puerto de San Blas; donde cada quien vivió y disfruto diferentes experiencias y aventuras.
Unos rodamos por la playa como "jinetes al amanecer", otros se embarcaron entre el laberíntico mundo del manglar con todo y sus cocodrilos.
Unos más pudimos ir a visitar a las ballenas, o nadar con los tiburones ballena; algunos disfrutaron del súper bowl, mientras otros disfrutamos de las fiestas del pueblo con todo y sus futbolitos y castillos de fuegos artificiales; algunos fueron al fuerte, y otros simplemente descansaron de la rutina, se echaron un buen ceviche y pasearon por ahí.
Creo que en general todos tuvimos una excelente rodada y paseada.
En lo personal tuve esta vez, la oportunidad de ser menos antisocial y de convivir un poco más con otros miembros del equipo; y me encontré con personas interesantes; de gustos e intereses afines y diferentes, de profesiones distintas y de placeres culposos variados… pero todos con algo en común como una pasión…. Rodar Bicicletas
!!! Gracias Cámara Rodante!!
Crónica de Daniel Zelayarán
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