Bien dicen que todo llega a su tiempo,
aunque a mi me llego un poco tardecito. Desde hace muchos años conozco a Carlos
Ibarra, en un principio como fotógrafo, después como amigo y por último como
asiduo ciclista. Muchas fueron las invitaciones que llegaron por parte de
Carlos y de Cámara Rodante para que me integrará a sus paseos fuera de la
ciudad y por una cosa o por otra siempre desistía...pero como les decía, todo
llega. Y así fue, a finales de abril me llego por correo electrónico la formal
invitación de la Rodada de Novatos, en cuanto vi el correo emociones
encontradas me abordaron “que chido”, “que miedo, no tengo condición”, “nunca
he rodado fuera de la ciudad”, “mi bici es muy vieja” y un largo etc. No se de
donde, pero siempre, en situaciones como estas, al final aflora la Danae
aventurera y, sobretodo, aventada. Y así fue como llene mi inscripción y la
firme. No les cuento como fueron los demás días, parecía que me iba a volver a
casar, o ir a un viaje largo, o a realizar un examen profesional, que se yo,
andaba como “niña con juguete nuevo” y debo reconocer a mi familia y amigos que
me soportaron en mi prendezón previa a la salida.
Con anticipación estaba la bici
flamantemente revisada, casco, guantes y mochila, refacción, alimentos y
bloqueador y todo tipo de documentación...ah y por supuesto, yo más puesta que
un calcetín...que debo comentar que el pobre de Carlos Ibarra se fleto mis
whatsappeadas con preguntas como “si crees que aguante” (esperando que dijera
que no, así ya no era mi culpa y nada que al contrario me emocionaba más);
también le pregunte sobre la
vestimenta...que lleva uno a una rodada fuera de la ciudad, a ver, en serio,
¿que te pones? Y con la paciencia de un santo el buen Carlos respondía día y
noche cada uno de mis mensajes que siempre acababan en carita sonriente, esa
que haces con dos puntos y paréntesis :)
Claro que la noche anterior no pegue el
ojo, entre la emoción, el no olvidar nada o la preocupación de que no fuera a
sonar el despertador me levante de un brinco.
Una rodada de novatos te suena a mucha
gente como tu, sin experiencia, sin equipo profesional, sin condición, etc.
cual va siendo mi sorpresa que la única
novata más novata pues era yo. Era un grupo muy bien constituido, todos
con bicis chidas y con un outfit digno para la ocasión.
Y no es por nada pero los
camararodantes están súper organizados y de volada nos mandaron a nuestro
equipo (que nos asignaron con anterioridad) donde nos esperaban dos padrinos,
en mi caso, el equipo 6, eran Jorge y
Franz. Una vez presentados nos dieron las indicaciones para la rodada, así como
algunos tips sobre nuestras bicis, sobre los cambios y más, y adivinen quien
era la que preguntaba TODO, aja, la novata más novata.
Y comienza la rodada, que claro, como
comenzó de bajada yo era las más feliz, el problema fue cuando entramos al
empedrado, a las mega bajadas inclinadas (que a mi cabeza llegaba el
pensamiento, si así es de bajada, ya me imagino de subida) después la
terracería, el Diente, la carretera y Copala.
Como toda novata traía a mis
padrinos vueltos locos, porque no sabía hacer cambios, no sabía frenar en
bajadotas y a cada rato me bofiaba, pero ahí estaban los padrinos, sobretodo
Franz, que no se rajaba y hasta me empujaba cuando me veía con la lengua de
fuera. Pero no solo los padrinos estaban al pendiente de mi, mis compañeros de
grupo, todos jóvenes y fuertes (Marisa, Lilia, Carola, Rubí, gema, Salvador,
Isaac, Javier y mi queridísima Talina que permaneció en todo momento a mi
lado), fueron pacientes, solidarios y muy sonrientes, tanto así que los apode
“mis nietos” y ya sabrán quien era su abuela.
Y si necesitaba más coucheo pues
todos los camararodantes conocidos o no, pasaban a mi lado y me echaban porras,
me acompañaban, me daban consejos y hasta invitaciones salieron para rodar en
la ciudad a manera de entrenamiento y entretenimiento.
Para no hacer larga este relato, les
cuento que llegue al lugar de donde salí, sana y salva y con una sonrisa de
oreja a oreja con la satisfacción de haber logrado, con mucho esfuerzo, el
objetivo planeado.
Me quedo un magnífico sabor de boca de
esta experiencia, saber que estaba con un grupo bien organizado, muy solidario,
lleno de buenas vibras, muchas sonrisas y muchas fotos. El cansancio paso a
segundo grado y de nuevo se recargo la emoción para volver a rodar, al fin que
como dicen todos los camararodantes, el chiste es disfrutar la experiencia, si
te cansas te bajas y eso sí, segura de que “nadie se queda”.
Gracias a todos por su paciencia y
compañerismo, amenazó con verlos en las siguientes rodadas.
Con cariño,
La novata más novata
Danae Vázquez
Cámara Rodante
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