Hola, pues hoy me tocó la oportunidad y el privilegio de compartir mi experiencia con Cámara Rodante.
La verdad es que antes de iniciar, sentía un poco de nervios, pero sobre todo una gran emoción; esta vez nos tocó un excelente clima, bueno desde mi punto de vista, pues estaba nublado y con un poco de lluvia muy ligera.
Al principio yo, con un poco de frío, pero en cuanto escuchas la palabra ¡vámonos! se te quita el frío, los nervios y todo; solo queda la adrenalina y la emoción.
Inició la rodada y ¡oh! sorpresa; cuando entramos al pueblo de Atequiza, nos encontramos que con que había una carrera atlética, y pues claro que nos quedamos un momento a echar porras a los competidores; y había un singular participante, un bello perrito que no solo terminó la carrera sino que también se aventó la rodada con nosotros.
Llegamos al teatro del pueblo en Atequiza, en donde por cierto nos atendió y mostró el teatro un señor muy amable, el director del museo iconográfico del mismo; sin embargo, todavía no sabía lo que nos esperaba.
Vamos todos muy contentos rodando y observando los paisajes tan bellos que nos regala la naturaleza, yo emocionada echándole según yo galleta jajaja.
Pues llegamos a donde había lodo, mucho lodo, claro, nunca me había tocado pasar por lodo, ¡noooo! es dificilísimo, claro, los padrinos ya nos habían dado una plática previa y unos “tips” de cómo pasar para que se nos facilitara. Intenté hacer como ellos me lo dijeron, pero era muy pesado y en un momento no pude más, y me tuve que bajar de mi bici y que me quedé enterrada, jajaja, y casi me caigo pero seguí.
Y ese no era el final del recorrido, pues ahora nos dirigimos a una vieja iglesia, ya abandonada en el poblado de Atotonilquillo. Así que de nuevo a rodar entre lodo y charcos, pero conforme pasas más por esos terrenos le vas agarrando mas el rollo, y lo haces con más confianza.
Después de un rato llegamos y dije ¡oh, por fin llegamos!, allí comimos algunas barritas que traíamos, que ya hacía algo de hambre y sed. En ese momento me di cuenta que estaba un poco enlodada y mojada y mi bici demasiado enlodada.
Después de un momento de descanso, ya era hora del regreso. En el trayecto tuvimos que parar en algunas ocasiones, pues como es normal se presentaron algunas ponchaduras y demás. Pues en una de esas paradas se me antojo un cafecito, para eso, ya estábamos en un pueblito, y cuando me dispuse a comprarlo ¡oh-oh! ya venían mis compañeros jijiji, y pues córrele de regreso a la bici y sin café
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Les comparto que para mí es genial, lo mejor del mundo mundial, me siento feliz, me siento libre y llena de energía, me encanta convivir con todos mis compañeros y sin duda la mejor de las combinaciones: Mi bici, mis compañeros, la montaña y la naturaleza, pero sobre todo, y lo más importante mi pareja, pues compartimos el gusto por la bici, y que gracias a él estoy en esto, él me enseñó lo bello, que es andar en bici.
Gracias Waldo Torres por ser el que me impulsó, por echarme porras y por apoyarme.
Gracias Cámara Rodante por aceptarme en su equipo…
Muchas rodadas de éstas…
Jessi Medina.
Cámara Rodante
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