Los guías nos dieron un mensaje claro: “Esto no es una carrera, nadie se quedará atrás, y si alguien tiene problemas técnicos o malestar, estaremos allí para ayudar”. Con esta premisa, nos lanzamos con buen entusiasmo desde la Plaza San Isidro, siguiendo la calle prolongación Río Blanco.
Los paisajes comenzaron a desplegarse ante nosotros mientras llegábamos a Cópala. Allí, aprovechamos para recargar energías en la tiendita: algunos se aventaron un lonche, otros optaron por un plátano o una barrita energética. Refrescados y listos, nos enfrentamos a la primera gran subida: la Mesa de Cópala. Técnica y empinada, pero gratificante.
El bosque nos envolvió a medida que avanzábamos. Aunque el clima de estos calores había dejado su huella, aún podíamos apreciar la belleza de la vegetación. Las bajadas y subidas nos hicieron sacarle jugo a nuestras bicis durante unos 8-10 km, hasta llegar a “Los Patios”.
Desde allí, tomamos la carretera libre hacia San Miguel Tateposco-San Esteban, disfrutando de una emocionante bajada con curvas que nos llevó a los 43 km/h.
El último tramo desde San Esteban fue un desafío la subida empinadilla estuvo buena cada uno lo tomó ya sea como un reto personal, un entrenamiento o un regresare y te subiré sin bajarme de la bici ¡Al final, marcamos 38 km en nuestros cuentakilómetros. La ruta estuvo divertida y ya veremos la forma de repetirla.
Agradecemos a Cámara Rodante por brindarnos esta oportunidad de rodar en compañía de expertos, descubrir nuevas amistades y terminar con una sonrisa de satisfacción. ¡Hasta la próxima aventura sobre dos ruedas!
Por Luis Enrique Robledo
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