COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com
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martes, 16 de julio de 2024

LA BICI TE LLEVA A LUGARES DONDE TU COCHE NO LLEGA



Cada salida en la bicicleta es un regalo, y esta vez de Aniversario, el grupo de ciclistas de montaña Bici-osos de la Ciénega, invitó a Cámara Rodante a rodar en Atequiza por su 4º aniversario. 

El punto de reunión: el Teatro de Atequiza, allí nos esperaban unos 30 anfitriones en sus jerseys verdes con negro, cada uno identificando con su nombre. Tenían todo dispuesto: un jardín enorme y bonito para la comida, se había preparado un puerco para las carnitas, había dispuesto también café para los recién llegados. 


Se tomó la foto de arranque, y el grupo se dispuso para dos rutas: una de 20k y la otra más grande de 40k. Inició la rodada con todo el contingente. Avanzamos por el pueblo, nos fuimos adentrando entre campos de agave azul y maíz, las primeras subidas fueron acomodando a cada uno. Hubo tiempo de agrupar y tomar algunas fotos, las nubes nos estuvieron protegiendo durante todo el camino.  De vez en vez se escuchaba el dron que hacía algunas tomas y nos animaba a seguir adelante.


Los paisajes y los kilómetros se fueron acumulando: el verde del temporal en todos sus tonos, presas repletas, vistas hermosas, bajadas divertidas y vertiginosas, nombres de pueblos que se iban acumulando al pasar: Atotonilquillo, San Nicolás de Ibarra, Santa Cruz de la Soledad, Ixtlahuacán de los Membrillos, El Rodeo.


Al momento de cruzar los puentes de la carretera justo en Ixtlahuacán nos tocó ver cómo llevaban a la Virgen de Zapopan, un grupo enorme de motociclistas, incluidos los que la escoltaban, era una fiesta de gente en el pueblo.


Luego nuestros anfitriones nos tenían una sorpresa: los temibles escalones, quienes íbamos en la vuelta larga nos dirigimos hacia el pie de la montaña, y desde allí hacia arriba 290 peldaños dirigían hacia una pequeña capilla en la cumbre del cerro. 


Los fuimos subiendo, unos a pie, otros cargando la bicicleta. Cuando se trata de ascensos, no hay subida imposible, solo hace falta encontrar el ritmo adecuado. Arriba verde y frondoso un bosquecito lleno de ciruelos.  Y luego ya saben: un bajadón espectacular. 


¡Al llegar estaba la mesa puesta! Unas carnitas muy suaves, comida rica, cervezas y música ánimo de fiesta, rifa de jersey y platiquita en cada grupo, cada uno contando sus incidencias. 


Hace muchos años ya que José, mi esposo y yo vamos para Atequiza, nos encantó ver la iniciativa y el liderazgo de Ramón Martín del Campo por congregar este grupo que reúne a personas de todas las edades, un semillero de vida, de actividades que dan sentido a los jóvenes en el pueblo, como una alternativa muy positiva para mejorar sus vidas.

En horabuena, ¡Muchas felicidades!

Por María Rostro

jueves, 16 de enero de 2020

SERES DE DOS RUEDAS


Nunca creí que por voluntad propia me levantaría a las 6 de la mañana un domingo. Pero lo hice. Tomé café. Monté el rack en mi minúsculo auto y partí junto con mi amiga Laura a la expedición ciclista. Apenas salió el primer rayo de sol en el firmamento y ya estábamos eufóricas por saber que nos depararía ese día.

Laura había imaginado que nos llevarían a la cumbre más alta y que de ahí nos dejarían caer con el fin de ver si teníamos la capacidad de llegar con el cuerpo y la bicicleta entera. También pensó que rodaríamos en un espacio selvático donde deberíamos pedalear muy rápido para evadir a felinos hambrientos que corrían tras nosotros. Su esperanza era que regresáramos vivas ese domingo 12 de enero.

Por mi parte, confieso que mi imaginación fue mucha más corta. Creí que la primera rodada de novatos sería como una vía Re-creactiva con árboles, nubes intactas en el cielo y pájaros amenizando nuestro viaje. Un tipo spa para la bicicleta y para nuestros ojos.
Con esas ideas llegamos a las 7 de la mañana al Parque Alcalde, nos unimos a un grupo de entusiastas por rodar en la montaña. Salimos rumbo a carretera Chapala para unirnos con otra numerosa tribu. Juntos, integramos una fila india de decenas y decenas de autos que con bicicletas adheridas a cajuelas y techos parecíamos un hormiguero mecánico interminable.



Seguimos las brechas.  Apagamos los motores en la comunidad Capilla del Refugio. Más de 150 personas desmontamos las bicis. Dejamos las 4 ruedas para montarnos en dos. Nos agrupamos en 7 grupos. Escuchamos las recomendaciones de los 25 coordinadores que hablaron cada uno con sus tropas sobre el nivel adecuado del asiento; el cambio de velocidades; de cómo subir y bajar de manera adecuada de la bicicleta; de llevar la menor carga en la espalda y de la importancia de la unión y el compañerismo.



EL PAISAJE
Empezamos a rodar rumbo a Atequiza. Pasamos calles empedradas, escuelas, comercios, casas. Hombres con sombrero. Mujeres con el mandado. Dejamos atrás a un pueblo sorprendido por la marcha de cientos de seres que avanzábamos en dos ruedas.



Llegamos a parajes naturales adornados con pastizales, árboles tupidos de verde, palmeras despeinadas, algunos cuerpos de agua que reflejaban el cielo mañanero y los arbustos que florecían sobre un empedrado y enterregado camino.



La vía del tren nos hacía compañía del lado izquierdo.  El primer reto, pasar las vías sin caernos.  Casi todos los logramos. Unos nos tuvimos que bajar de la bici. En el camino conversamos con los compañeros y con los líderes de nuestro grupo: James, Paco, Essaul y Rosario, que se coordinaban por radio y nos apoyaban en todo.



Pedaleamos hasta llegar a Atequiza y conocer su Teatro El Centenario, que data de 1886, un inmueble que funcionó como Hacienda en el siglo XVI. Este lugar quedó abandonado después de la revolución y fue hasta 1990 que algunos empezaron su rescate.



Afuera del teatro los ciclistas tomaron fotografías y algunos desayunaron. Seguimos el camino hasta salir del pueblo junto con nuestro grupo. Durante la marcha había otro grupo de expertos que marcaban el camino. Llegamos al Templo de San Gaspar o Templo Viejo, un lugar impresionante sin bóveda, carcomido por el tiempo y que la naturaleza lo ha tomado como propio, pues dentro le brotan raíces y arbustos.



Frente a ese escenario la gente posó para las fotos. Y ahí James, el líder de nuestro grupo, un experto, un audaz, una persona paciente y amigable que nos compartió sus experiencias en la bicicleta, es decir un hombre por excelencia de dos ruedas, nos comentó que el camino de regreso podría ser tranquilo como la ida o que teníamos la posibilidad de rodar mucho más rápido junto con Essaul y Rosario; ya que él y Paco se quedarían atrás con quienes preferirían la calma. 



Yo elegí la rapidez. Por primera vez en mi vida, tomé mi bicicleta recién estrenada, a la cual
apenas le entiendo a los cambios de velocidad y empecé a seguir a Essaul y Rosario.  Me convertí en una criatura de dos ruedas, probé mis músculos, sentí la velocidad y la fuerza para cambiar el rumbo del camino a toda velocidad. Me sentía poseída por una energía sobrenatural, invencible, captando el sol, la vastedad del viento, la dramática emoción de sentir las ruedas cortando el empedrado. Como si me hubieran salido plumas y estuviera en las alturas volando. Me sentí eufórica con una tremenda adrenalina, adicta a una adicción que ya no podré dejar.

Crónica por: Adriana Navarro Ramírez





miércoles, 7 de agosto de 2019

UNA BICICLETA DE MONTAÑA ENLODADA, ES UNA BICICLETA FELIZ




Después de varios intentos de regresar a las rodadas con los camaradas de Cámara Rodante, el pasado domingo 4 de agosto por fin se me hizo, luego de mucho tiempo de no asistir con ellos. El día inició para mí a las 6:00 am, apenas había confirmado mi asistencia la noche anterior. Tenía muchas ganas de regresar y ésta rodada a Atequiza de nivel básico y era perfecta.

Como apenas había confirmado la noche anterior, me fui directo manejando al poblado de La Capilla del Refugio, cercano a Chapala.

Al llegar -mi mente recordó que alguna vez ya había rodado hace años con Cámara Rodante- fui directo al kiosco de la parroquia, ansioso por encontrarme con el convoy y feliz de estar ahí. Allí conocí a Javier Rodríguez, un camarada ciclista y su esposa, que también se unían a rodar con Cámara por primera vez. Nosotros tres veníamos separados del grupo, pues esperamos en el kiosco por unos 15 minutos...

Ya cuando vimos que el reloj casi marcaba las 8:30 am y no veíamos el convoy con los demás ciclistas, nos empezamos a preocupar y contacté a Carlos Ibarra para preguntarle dónde iban, que nosotros estábamos en el kiosco; Carlos me contestó súper rápido y amablemente me paso los contactos de Roberto Saucedo y Juan De Dios García que eran los guías de la rodada a Atequiza, los contacté y pronto nos pusimos de acuerdo, ya venían cerca al poblado de La Capilla del Refugio. Nos unimos al convoy de casi 70 ciclistas. Y la rodada comenzó...



Rápidamente, el grupo salió del poblado y nos fuimos internando en un camino de brechas, vegetación y unos paisajes hermosos, había llovido en la madrugada y en esa sección de la ruta estuvo lleno de charcos, lodo y barro que se unía a nuestras bicicletas y nos impedía por momentos avanzar como quisiéramos, y en esta parte fue donde a un ciclista (que después supe que fue a Javier) se le rompió la cadena y los camaradas de Cámara Rodante no lo dejaron atrás y ayudaron a arreglar la cadena para seguir adelante.

Pasado esta parte nos dirigimos al Teatro Centenario, ubicado en el poblado de Atequiza en Ixtlahuacán de los Membrillos, donde se lee que su construcción inició en 1886 por órdenes de Porfirio Díaz, ahí a las afueras del Teatro descansamos un poco.



Luego nos dirigimos a la vieja estación del tren en el poblado de Atequiza.



Inmediatamente después, nos dirigimos a nuestro último punto de la ruta a visitar, las ruínas del templo de San Gaspar, ubicado en el poblado de Atotonilquillo. Ahí fue tuve más tiempo para convivir y platicar con viejos conocidos de Cámara Rodante, me dio mucho gusto ver  y platicar con Hector Esquivel después de varios años de no verlo, me sentí como si me hubiera ido a un viaje y regresaba a casa :) ¡Gracias por tanta camaradería!



Después de llegar al templo de San Gaspar, emprendimos el viaje de regreso, el cual fue más dinámico y directo, sin tantas paradas. Mi bicicleta y yo terminamos enlodados y gustosos de regresar a casa con Camara Rodante.

"Una bicicleta de montaña enlodada es una bicicleta feliz"

Crónica por: Geronimo Orozco



EMOCIONADOS Y ENLODADOS RODAMOS HACIA ATEQUIZA



Llegó el día! Toda la semana estuvimos esperando a que  llegara el domingo para la rodada de Cámara Rodante con rumbo a Atequiza; yo ya había tenido el gusto de rodar con ellos, pero aprovechando que era una rodada para principiantes no lo pensé dos veces y llevé a mi esposa -que está comenzando en este bello deporte- para su primera rodada.



Ella emocionada y nerviosa a la vez, llegamos puntuales al segundo punto de reunión, a las afueras del Oxxo de Los Tres Potrillos. Una vez ahí comenzaron a llegar todos los compañeros para dirigirnos al punto principal, donde dejaríamos los autos para de ahí salir rodando.



Pues comenzó la rodada, con muchísimo lodo desde que salimos, yo cuidando a mi esposa de alguna caída ya que no tiene experiencia en rodar por brechas y mucho menos con tanto lodo, sin embargo, pronto se adaptó a la ruta y le perdió el miedo.



Nuestra primer parada fue en el Teatro Bicentenario, donde nos detuvimos para esperar al grupo; después pasamos a una estación vieja de tren, donde muchos aprovechamos para tomarnos fotos. Continuamos nuestro recorrido para llegar a nuestra última parada, que fue en las ruinas del templo San Gaspar, lugar donde no podían faltar las fotos (por algo el nombre de Cámara Rodante).



A partir de ahí tomamos el camino de regreso. Yo, la verdad, quedé sorprendido con mi esposa, que se adaptó muy bien a la ruta (por ser su primera vez) y ya motivada a esperar próximas rutas.

Muchas gracias a los guías por mostrarnos estos bellos caminos. 

Crónica por: Fernando Muñoz y Angie Jiménez



martes, 19 de septiembre de 2017

"MI PRIMERA TRAVESÍA CON CÁMARA RODANTE" CRÓNICA PAKO RODRÍGUEZ


Fue un gran domingo 17 de septiembre, comenzando a las 06:15 horas, con un clima fresquito y toda la actitud para mi primera rodada con Cámara Rodante.

Mi punto de partida fue en la entrada del Parque Alcalde. Alrededor de las 06:55 am llegó el buen Carlitos Ibarra acompañado de su hermano y me presentaron con mi tocayo Paco, quién sería un gran “master” en mi primera experiencia en el grupo, y que amablemente accedió a darme apoyo de transporte hasta el punto de inicio de la rodada.

 A las 07:10 am viendo que solo éramos cuatro participantes, salimos camino al segundo punto de reunión, los 3 Potrillos, en donde nos esperaban ya 12 compañeros más, listos para la acción.


Llegamos al punto de inicio alrededor de las 08:10 de la mañana para comenzar a rodar a las 09:00 am, ya que el guía llegó un poquito tarde, pero con toda la actitud a pesar de andar afectado de su salud.


Comenzamos rodando por la calle principal de Capilla del Refugio, un poblado muy tranquilo, para poder salir por el camino de terracería que nos lleva bordeando algunos metros al lado de un canal de riego.

Después tomamos una brecha poco transitada, muy tranquila y con unos paisajes increíbles, nos tocó pasar por algunos charcos pero en lo general el camino estaba en muy buenas condiciones
.

Llegamos a Atequiza, un poblado muy tranquilo, con gente muy amable y agradable y nos dirigimos a nuestro primer destino para conocer el Teatro Centenario de Atequiza, que data del año 1886 cuando abrió sus puertas, al cual le dieron una buena manita de gato y quedó totalmente funcional. Pueden leer más de el en: http://www.informador.com.mx/cultura/2010/227844/6/segundo-aire-para-el-teatro-de-atequiza.htm


Después fuimos a la vieja estación del ferrocarril, y tuvimos la dicha de verlo pasar, y nos encontramos con una familia, que había puesto unas monedas para que el mismo tren las planchara, y buscando piedras bolonchas, esas que se hacen después de que los vagones pasan por las vías. Nos dimos cuenta de que estaba cercada, porque al parecer está en proceso de remodelación y de protección de la gente que vandaliza las construcciones.


Rodamos algunos kilómetros más, pasando por el pueblo de Atequiza, por su plaza principal para llegar a las Ruinas del Templo de San Gaspar, un lugar increíble, que nos habla mucho sin siquiera poder decir una palabra… Si quieren saber un poco más, dejo aquí este enlace: http://vamonosalbable.blogspot.mx/2010/08/templo-de-san-gaspar-el-abandono-de-los.html


Después de estar un ratito ahí disfrutando del lugar, decidimos emprender nuestro regreso al poblado de Capilla del Refugio, pasando de nuevo por maizales, sembradíos de sorgo, con un cielo espectacular, con unas nubes que nos protegieron de los rayos directos del sol, nos tocó cruzar las vías del tren, pero antes de ello pudimos verlo en su esplendor, con esa fortaleza y esa decisión de cruzar enormes distancias sin detenerse para nada.


Fue una buena travesía para los 19 ciclistas que participamos, sin duda regreso a rodar con Cámara Rodante, me sentí acogido y recibido en el grupo, y espero que vengan muchos kilómetros más de rodadas con ustedes.

Pako Rodríguez
Cámara Rodante

jueves, 17 de noviembre de 2016

"UNA RODADA CON ENLODADA, PERO FELIZ" CRÓNICA DE JESSI MEDINA.


Hola, pues hoy me tocó la oportunidad y el privilegio de compartir mi experiencia con Cámara Rodante.


La verdad es que antes de iniciar, sentía un poco de nervios, pero sobre todo una gran emoción; esta vez nos tocó un excelente clima, bueno desde mi punto de vista, pues estaba nublado y con un poco de lluvia muy ligera.


Al principio yo, con un poco de frío, pero en cuanto escuchas la palabra ¡vámonos! se te quita el frío, los nervios y todo; solo queda la adrenalina y la emoción.


Inició la rodada y ¡oh! sorpresa; cuando entramos al pueblo de Atequiza, nos encontramos que con que había una carrera atlética, y pues claro que nos quedamos un momento a echar porras a los competidores; y había un singular participante, un bello perrito que no solo terminó la carrera sino que también se aventó la rodada con nosotros.


Llegamos al teatro del pueblo en Atequiza, en donde por cierto nos atendió y mostró el teatro un señor muy amable, el director del museo iconográfico del mismo; sin embargo, todavía no sabía lo que nos esperaba.


Vamos todos muy contentos rodando y observando los paisajes tan bellos que nos regala la naturaleza, yo emocionada echándole según yo galleta jajaja.


Pues llegamos a donde había lodo, mucho lodo, claro, nunca me había tocado pasar por lodo, ¡noooo! es dificilísimo, claro, los padrinos ya nos habían dado una plática previa y unos “tips” de cómo pasar para que se nos facilitara. Intenté hacer como ellos me lo dijeron, pero era muy pesado y en un momento no pude más, y me tuve que bajar de mi bici y que me quedé enterrada, jajaja, y casi me caigo pero seguí.



Llegamos a una antigua estación de tren, allí descansamos un poco, y claro, nos tomamos muchas fotos y disfrutamos del paisaje. Eso es lo bello, que para donde mires solo hay naturaleza y silencio, no coches, no casas, no contaminación.


Y ese no era el final del recorrido, pues ahora nos dirigimos a una vieja iglesia, ya abandonada en el poblado de Atotonilquillo. Así que de nuevo a rodar entre lodo y charcos, pero conforme pasas más por esos terrenos le vas agarrando mas el rollo, y lo haces con más confianza.


Después de un rato llegamos y dije ¡oh, por fin llegamos!, allí comimos algunas barritas que traíamos, que ya hacía algo de hambre y sed. En ese momento me di cuenta que estaba un poco enlodada y mojada y mi bici demasiado enlodada.


Después de un momento de descanso, ya era hora del regreso. En el trayecto tuvimos que parar en algunas ocasiones, pues como es normal se presentaron algunas ponchaduras y demás. Pues en una de esas paradas se me antojo un cafecito, para eso, ya estábamos en un pueblito, y cuando me dispuse a comprarlo ¡oh-oh! ya venían mis compañeros jijiji, y pues córrele de regreso a la bici y sin café
.
Y por fin llegamos al punto de inicio, y me di cuenta que no solo yo era la enlodada y mojada, sino la mayoría de mis compañeros, claro unos más que otros, y al final platicamos como la había pasado cada quien.


Les comparto que para mí es genial, lo mejor del mundo mundial, me siento feliz, me siento libre y llena de energía, me encanta convivir con todos mis compañeros y sin duda la mejor de las combinaciones: Mi bici, mis compañeros, la montaña y la naturaleza, pero sobre todo, y lo más importante mi pareja, pues compartimos el gusto por la bici, y que gracias a él estoy en esto, él me enseñó lo bello, que es andar en bici.


Gracias Waldo Torres por ser el que me impulsó, por echarme porras y por apoyarme.


Gracias Cámara Rodante por aceptarme en su equipo…

Muchas rodadas de éstas…

Jessi Medina.
Cámara Rodante