COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com
Mostrando entradas con la etiqueta río. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta río. Mostrar todas las entradas

martes, 13 de agosto de 2019

ARENAL, UNA RODADA BASTANTE REFRESCANTE


Hola.

Me presento. Mi nombre es Israel Amezcua y tengo 49 años de edad y casi 2 años rodando en bici de montaña.

Comenzaré mi crónica diciendo que la rodada no me gustó, ¡ME ENCANTÓ!
A pesar de que fui más por compromiso que por ganas, ya que mi amigo Alfredo Carmona quería experimentar con Cámara Rodante, resultó ser una experiencia refrescante, muy distinta a todas las otras rodadas de los demás grupos con los que he rodado.



Mi PRIMER sorpresa fue ver la cantidad de ciclistas reunidos en el Arenal, Jalisco, muy puntuales. Calculo que entre 60 y 70 personas de todas las edades y ambos sexos y de todos los niveles, desde muy novatos hasta algunos que se les notaba el colmillo retorcido de experiencia y condición física, eso sí, todos muy respetuosos y cada quién rodó a su propio ritmo.


Hicimos varias paradas para tomar fotos de los plantíos de agave azul, hidratarnos y esperar a los rezagados y ahí mi SEGUNDA sorpresa, nadie de los punteros criticó a los más lentos, no hubo mala vibra o caras torcidas. Se vive un ambiente de cordialidad y compañerismo excepcional.


La ruta fue  bastante plana y casi todo el tiempo por camino ancho de terracería con algunas zonas encharcadas pero sin problemas para cruzar, si bien no fue muy demandante, sí fue muy divertido. Y más aún, cuando al internarnos en el Bosque de La Primavera, tuvimos que cruzar el RÍO CALIENTE en un par de ocasiones.  Experiencia inigualable, al cruzar un río de aguas termales, cristalinas con fondo rocoso de 20 a 30 cm de profundidad, donde aprovechamos para reagrupar, descansar un poco, tomar fotos y algunos ¡¡hasta lavaron sus bicis!!


Hasta ese punto, todo fue color de rosa, PERO al continuar nuestro camino, y aquí mi TERCER sorpresa,  llegamos a un punto donde tuvimos que saltar una cerca alambrada y continuar a pié en "fila india", abriendo sendero entre los matorrales y hierba alta. Para continuar por un sendero abandonado, en partes encharcado y en otras enlodado, donde hubo que hacer uso de técnica para no caer al agua.  Sin duda alguna esto le dio un sabor a aventura inigualable, que ¡¡¡jamás había experimentado en ninguna otra rodada a la que haya asistido!!!



La rodada continuó hasta que llegamos al "punto intermedio", una zona de camping al lado del ya mencionado río, donde había algunos autos y familias que disfrutaban de las aguas termales y de carne asada y elotes cocidos, que para esas alturas, me hicieron babear...



Después de unos 15 minutos de reagrupar y descansar, emprendimos el regreso por otra ruta, lo cual fue ¡mi CUARTA sorpresa! Regresamos por una pendiente empedrada que se volvió bastante "interesante" (como dijo el guía), debido a la humedad extrema y el sol que caía a plomo.

Después de un kilómetro aproximadamente,  llegamos a la carretera a Tala.  Ahí esperamos un rato más bajo la sombra de un OXXO y finalmente hicimos nuestro último tirón hasta regresar. Primero unos 3 km. de carretera, para internarnos otra vez por caminos anchos de terracería y un poco de charcos y lodo, hasta finalmente llegar a nuestro punto de partida donde nos esperaban unos cantaritos super frescos y rehidratantes.



Mi CATEYE registró 37.6 km de recorrido, pero la aventura fue como de ¡¡100!!  Definitivamente ésta no será mi última rodada con Cámara Rodante, desde hoy me declaro su fan y cada vez que pueda, estaré rodando con ellos.

Crónica por:  Israel Amezcua



martes, 23 de julio de 2019

LOGRÉ EL RETO, QUIZÁS NO EL MÁS DEMANDANTE, PERO SÍ PARA MI



Mi día empezó a las 5:45 de la mañana (consejo, no se desvelen antes de una rodada, experiencia propia), ya tenía todo listo para subir a la camioneta y emprender camino hacia el punto de encuentro, por desgracia, mi mujer no pudo acompañarme por gripe, así que iba con una sensación de tristeza y a la vez de entusiasmo, cabe mencionar que amaneció nublado, una lluvia ligera y algo fría.

Tomé camino hacia el punto y al llegar, me di cuenta de cómo ni el clima detuvo a los ciclistas, eran cerca de 15 vehículos llenos de bicis, todos refugiándose de la lluvia, pero con el rostro lleno de felicidad, esperando la hora de salir hacia el rumbo establecido.

Se dieron las 7:25 y el buen amigo Paulo dio la indicación de dirigirnos al punto principal; nos fuimos en caravana hacia Pueblitos. Llegamos y nos alistamos para salir. Alrededor de 32 ciclistas nos dimos cita en ese punto a la invitación de Cámara Rodante y cerca de las 8:45 iniciamos la aventura hacia aquel famoso pueblo desconocido para algunos, ya viejo conocido por otros.



Entre risas y pedaleo fuimos avanzando en una carretera recién asfaltada, pero con un delicioso entorno selvático, una cascada al frente nos daba la bienvenida, se veía impresionante (incluso, una compañera ciclista comentó: “me siento en el Vallartazo”); continuamos cerca de 11 km en carretera y por fin llegó la brecha, lo que más amamos y disfrutamos, continuamos por esa brecha unos 5 km, lleno de neblina, la llovizna no cesaba, ni el lodo, que un km antes de llegar al destino, hizo de las suyas, un lodo rojo pegajoso y muy resbaloso nos llenó las bicis desde la cadena hasta  por debajo del asiento.



Por fin llegamos al destino (un pueblo donde no existe la señal del celular), pueblo pequeño pero con gente muy amable; nos instalamos a descansar afuera del templo, a su lado, una pequeña tienda nos proveyó de lo necesario (electrolit, papas, churros, atún, refrescos, agua y la mejor hidratación, cerveza), descansamos unos 10 minutos y Paulo dijo: “El que tenga más galleta para seguir, sigame, vamos a bajar al río, para quien guste ir, no nos tardamos mucho, además no está pesada” (mentira clásica de un ciclista), le di el último trago a la coca, me puse mi casco y decidí seguir al grupo, no más de 13 ciclistas, liderados por Paulo y mi admiración para la única mujer que bajó al río. Agarramos un pequeño camino de pavimento y después brechas encharcadas y deterioradas por el agua; el paisaje cada vez más verde y denso se vislumbró. Empezó el descenso por una brecha técnica lleno de piedras y grandes zanjas, que poco a poco fuimos sorteando; curva tras curva íbamos bajando cada vez más con una sonrisa en el rostro por la velocidad que se tomaba en cada bajada, por lo que en mi mente pasó: “Vamos a subir todo esto de regreso”.



El camino fracturado cobró las primeras facturas, un ponchado por ahí, un desviador tronado por acá. Me paré a ayudar y vimos que el desviador había quebrado un tornillo y no hacía los cambios, lo reparé con un cincho que traía un compañero por suerte (nota :cargar cinchos, son de mucha ayuda) y se lo dejé en la velocidad 9 y de ahí decidieron regresar. Ya la mitad del grupo había regresado; faltaban 2 km para llegar hasta el río y un grupo de siete ciclistas, incluido Paulo, me esperaban en el río, ahí lavamos las cadenas y las aceitamos.



Después de un descanso, nos animamos a subir, ya sin mucha agua. Habíamos visto una casa habitada, la única que había habitada y Paulo decidió pedir agua, Don Roberto y Doña Margarita nos sacaron 3 envases de 2.5 lts de una agua turbia, nos comentó que era agua de pozo, por eso el color, helada como se refrigerador; llenamos mochilas de hidratación y ánforas, descansamos un momento con ellos entre platicas y risas, después de 10 minutos continuamos el trayecto con sus respectivas subidas, una más pesada que la otra; curvas y más subidas. Tomaba pequeños descansos, caminaba un poco para desentumecer las piernas y Paulo pasó dándome ánimos (es un tren no para), alcanze a un padre y su hijo que le daba ánimos para subir, el calor por humedad era insoportable, al menos para mi, sudaba más de lo que tomaba agua. Hacía mucho sol, solo unas pequeñas nubes nos daban un poco de sombra.



Por fin alcancé al grupo que llevaba la delantera, un ponchado nos daba la fortuna de descansar. Nos acompañaba un extranjero (escocés, creo), impresionado por qué traía una bici de 3x8 y subía con algo de dificultad, pero no paraba, decidí adelantarme al grupo que parchaba la llanta, faltaban 5 km para llegar al pueblo y a la mitad alcancé a otro compañero a mitad de una subida. Caminamos un momento y seguimos pedaleando, cual fue nuestra sorpresa, venía Paulo de regreso con una cámara doble para jalar al que ya no podía (ya se había tomado un refresco y unas papas en la tienda), solo recuerdo que le dije: “Estás muy cab$#n”. Seguí pedaleando hasta la tienda, rendido y ya casi sin fuerza tomé un electrolit, un atún y unos churros, la comida más rica de mi vida. Esperamos unos 12 minutos y aparecieron los demás, Paulo jalando al más chico del grupo y la gente, que había en el pueblo, le aplaudieron por su osadía.



Después de esa entrada triunfal, descansamos otro momento y comenzamos nuevamente, pues nos faltaban 16 km para llegar a donde estaban nuestros vehículos; subidas que ya no eran tan pesadas, pero para esa hora eran casi la muerte y unas bajadas donde te recuperabas.

Después de más de 7 horas de aventuras, llegué a mi vehículo, cansado a morir, pero con la emoción de haber terminado un reto, quizás no el más demandante, pero muy pesado para mi, espero poco a poco ir subiendo de nivel.

Quiero agradecer a todos los del grupo y a Cámara Rodante, pero en especial a Paulo, que no dejó a nadie atrás. Espero ya la próxima rodada para acompañarlos. Muchas gracias.

Crónica por: Christian López