COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com
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miércoles, 31 de julio de 2024

UNA RODADA DIVERTIDA, ENTRE LODAZALES Y PAISAJES MUY VERDES

Es domingo 28 de Julio y recién el día anterior me he decidido a conocer una ruta más, pues en el pasado durante los inicios de la pandemia del COVID se dio la ocasión de salir con Cámara Rodante para cruzar los caminos de Copala, pero en esta nueva aventura me apetece un poco más y de hecho he quedado sorprendido de buena manera con la cantidad de puntos de interés visitados. 

La ruta estuvo sabrosa y variadita, verán uds. el itinerario contó con experiencias que van desde las típicas paradas técnicas en tienditas hasta encuentros en comunión con las deidades de este y de otros reinos; se han cubierto las expectativas tanto para el ciclista de paso calmo pero constante, así como también ha ofrecido numerosos cruces desafiantes para el disfrute de los más audaces.

La cita fue en plaza San Isidro, Zapopan, Jal.; para cerca de las 07:30am 12 ciclistas pudimos acudir, ya apostados frente a nuestros flamantes guías atentos estuvimos recibiendo por parte de Héctor los saludos e instrucciones necesarias antes de salir, y junto con ello su filosofía: “no dejar a nadie atrás” que es sello de Cámara Rodante, una de las cosas que mejor vibra transmiten y lo convierten en mi colectivo favorito.

El primer tramo del viaje fue a través de un mar de niebla que encontramos en la hondonada donde se encuentra enclavado el pueblo de Rio Blanco, es impresionante ver un contraste tan alto en menos de 2Km con la transición de una zona urbana como lo es la de Belenes al de un microclima generado por la riqueza natural del bosque del Nixtiquil. 

Enseguida un ascenso que nos llevó hasta el reciente fraccionamiento de la Azucena, unos momentos de espera para el reagrupamiento del contingente, tomar un respiro frente a algunos paisajes y la segunda sesión de fotos.

 Ahora sí, apretar el paso por que el siguiente destino es el mirador del Cristo Rey, pero antes pasando por varias pequeñas comunidades, flanqueando la Hacienda de la Escoba, el bullicio de Tesistán y Santa Lucía.

Para cuando hacemos la tercera parada de reagrupamiento ya estamos al pie del cerro del Cristo Rey, y en ese momento se ve descendiendo en su bicicleta un personaje pintoresco del lugar, don Alfredo, que al parecer desde otras ocasiones ya lo habían ubicado los integrantes del staff, al parecer es lugareño y visitante recurrente del Cristo Rey durante los fines de semana. 

La pendiente para llegar al monumento fue corta pero pronunciada, amplias vistas nos esperaban y sin lugar a dudas fue parada obligada para tomar algunos alimentos y bebidas además de lo que cada quién portaba, un kilo de tortillas y una bolsa de chicarrones patrocinados por Cámara Rodante que se trajo Héctor del último poblado —ándenle, échense un taco para recargarse de energía —insistió el staff, pues aseguraron que la rodada iba a estar tupida los carbohidratos los íbamos a necesitar, —¡órale pues! —A caballo regalado no se le ve el diente, pero me hubieran avisado para traerme la salsa botonera, para la próxima rodada me traigo una van a ver, jajaja. 

La foto del recuerdo en este spot se aderezó con la inclusión de nuestro nuevo amigo Don Alfredo, muy vistoso con su sombrero, botas y pantalón baqueros, haciendo gala de sus destrezas acrobáticas posó junto a nosotros para dejar grabado este momento a la posteridad; además de eso, la cúpula de los aclamados Clásicos bikers: Martín, Saúl, Héctor y Carlos le extendieron una invitación a seguirnos en redes sociales y quizás en un futuro rodar con nosotros. 

Ahora que lo pienso, si existe un Kaliman (Pedro Alatorre) en mundo de las carreras pedestres, bien podríamos nosotros tener un “Vaikero”, “cowbiker” o lo que sea que encarne el espíritu salvaje y aventurero del ranchero chido que se sube sin miedo a su birula y le da duro al ejercicio, un personaje que nos represente; mmh, habrá que pensarlo. Así fue como los 12 ciclistas alrededor del Salvador cual séquito de discípulos cumplimos una miniromería que sería tan solo la cuarta parte del recorrido programado.

En la siguiente etapa de nuestro recorrido, pues al adentrarnos en la cañada antes de llegar al mirador de Mezcala empezaría lo realmente hermoso y divertido:

Descensos escabrosos alternados con ascensos resbaladizos, desafiantes vadeos por ríos, lodazales y de fondo los paisajes más verdes y que se pueden tener tan cerca de la ciudad. 

Una vez llegando al tan esperado Mirador, Héctor nos platicó un poco de la historia del cerro de la botella (esa de las cartitas con los deseos de los participantes), platicamos amenamente durante 15 minutos y tomamos muchas fotos. Experiencia inolvidable.

Apresuradamente nos regresamos a Santa Lucía, ahora por una vía más corta, pues a pesar de haber comido bastantes suministros, ya daban ganas de algo salado y sustancioso para calmar el antojo del mediodía, de esta manera llegamos hasta los “abarrotes de la Y” y cada quien se dio grasa, unos con las carnitas y chicharrones y otros se fueron por los tacos, ah pero eso sí, todos compartimos nuestras mejores impresiones de la rodada junto con unas buenas chelas, ¡SALUD!

El retorno hasta el punto inicial en Plaza San Isidro estuvo solo levemente retrasado por una ponchadura que me tocó sufrir, pero que pudo ser resuelta en cuestión de 10 minutos, ahí se hizo notar la solidaridad característica de estas salidas en grupo, gracias camaradas. 

Esta ha sido una gran ruta con el estimado de 55Km, (al tanteo yo diría que 30 de ida y 25 de regreso aprox.), sin incidentes de consideración, un clima que fue muy benévolo al estar soleado casi todo el tiempo y con una compañía inmejorable. 

¡Muchas gracias!, nos veremos pronto, se cuidan mucho y que tengan excelentes rutas.

Por Arturo González 




martes, 23 de abril de 2024

LA TROZA CADENAS, UNA RODADA AL CERRO DE LA BOTELLA


Despertarse en domingo a las 6 de la mañana para salir a rodar? Muchos no lo entenderían... Es tan gratificante pedalear por el cerro y la carretera y desafiarte a ti mismo al subir esa gran cuesta que parece inalcanzable pero cuando llegas a la cima te sientes como "Superman".

En esta ocasión salí a pedalear por segunda ocasión con Camara Rodante y desde el principio me hicieron sentir parte de un grupo de amigos que llevan años haciendo esto juntos.

En punto de las 7:30 de la mañana arrancamos con rumbo a la primera parada,  el mirador del Cristo Rey en Tesistán, pedaleando se me fue el tiempo y cuando menos pensé el sol pegaba a plomo,  ya hacía sentir el calor que nos acompañaría por el resto del día, por lo que fue necesario parar a rehidratarnos con una cerveza bien fría en compañía de Carlos, Héctor y dos compañeros más que no recuerdo su nombre pero uno de ellos traía una bocina con muy buenas rolas de rock 70ntero... 

Después de esa parada casi obligatoria, continuamos hacia Cristo Rey, la cerveza parecia haberme dado la energía suficiente para llegar a la cima sin parar, ahora sí llegaba el merecido descanso, tomarte la selfi y la foto de grupo, para continuar con una leve pero demandante pendiente cuesta abajo llena de tierra floja y piedras sueltas, que afortunadamente todos bajamos sin complicaciones para reagruparnos y continuar hacia nuestro objetivo, el cerro de la botella.

Al comenzar a pedalear desafortunadamente trono la cadena de mi bici, Héctor con el sarcasmo que caracteriza a alguien que va a divertirse me dijo "ya me vas a poner a chambear" soltando una carcajada y poniéndose manos a la obra junto con Carlos me ayudaron a reparar la cadena con una muy buena multiherramienta que por cierto necesito conseguir una igual. 

Una vez reparada la cadena y puesta en su lugar, continuamos rodando entre brechas y terracería, para salir a lo que sería la antesala de un camino de piedras sueltas pero antes de eso, volvió a tronar mi cadena, por un momento me desanime y pensé en parar y pedir aventón hasta lo más cerca de plaza San Isidro dónde comenzamos la rodada, pero de nuevo el compañerismo salió a flote y logramos repararla y a darle...



Seguimos pedaleando, pasando por impresionantes paisajes agaveros, acompañados por el sol que no daba tregua pero eso no impedía disfrutar el recorrido... 

Se logró el objetivo llegamos al mirador de la sierra de Mezcala dónde de frente podíamos ver el cerro de la botella, ahí ya nos esperaba el grupo de al rededor de 15 compañeros, descansamos un rato, de nuevo la selfi para el face, pero hubo algo diferente grabamos un divertido vídeo en conmemoración del DIA DE LA TIERRA, invitando a utilizar la bicicleta para ayudar al planeta...

Partimos de regreso a Tesistán con el hambre ya rondando y con la meta de llegar a las carnitas, un refresco o una cerveza bien fría y descansar esa era motivación suficiente para llegar lo más pronto posible.

Una vez que comimos y descansamos un rato, llegaba la hora de partir al punto inicial, fue ahí donde me despedí de Carlos y Héctor ya que yo saldría con un grupo de 8 ciclistas y los demás se quedarían  a descansar unos minutos mas.

Hago está crónica para reconocer el compañerismo y la humildad de todo un grupo que muy poco o nada nos conocíamos y me demuestra que el ciclismo no solo es un deporte si no una disciplina en dónde puedes hacer muy buenos amigos.

Más que ruta del cerro de la botella yo la bautizo la "troza cadenas", hasta la próxima.

Por Ramiro Campos



martes, 18 de julio de 2023

MIRADOR DE MEZCALA UNA RUTA DIGNA DE RODAR




Este fin de semana fue diferente a los otros domingos de cuando salgo a rodar, ya que está ocasión fui con toda inquietud de conocer nuevos lugares.


Cámara Rodante organizó una ruta al mirador de Mezcala. Siempre fue un lugar que quería conocer, más no se me había dado la oportunidad de hacerlo. Fueron muchos ciclistas y varios de ellos ya nos habíamos visto y nos encontramos en esta rodada. 




Invité a varios amigos, de los cuales confié en que tenían la misma intención de pasarla bien en el camino. Desde que llegamos al punto de partida nos dimos cuenta que iba estar muy buena, ya que los organizadores tienen experiencia en el camino, ellos se portaron muy chido con todos. Los guías estuvieron al pendiente de todo lo que pasaba en el trayecto. 





En el camino, una parte yo ya ubicaba (solo al inicio) y conforme te ibas adentrando en el camino, comenzó a despertar más el interés para seguir y seguir avanzando. Todo el tiempo ví caminos chidos ¡y paisajes! ¿Qué les puedo decir? ¡Sorprendentes! Imagínense con estás lluvias... Pues eran caminos verdes, ¡pero enormes! 


Mientras avanzábamos por las veredas, se iba convirtiendo el terreno más técnico y con subiditas que se hacían muy retadoras.





Al llegar al mirador me sentí satisfecho pues como lo imaginé, el lugar estaba grandioso llenos de sus paisajes en árboles y agaves. Me la pasé tomando fotos, conviviendo con mis compitas que en esa ocasión me acompañaron y todos con las frases en boca " Que buena estuvo la rodada", "Que chidos paisajes", "Tenemos que regresar", "El día se prestó, para que fuera así de chida".


El regreso fue una satisfacción total al cerrar con un buen desayuno y el camino al punto. 

Gracias Cámara Rodante por qué fueron parte de una experiencia que no olvidaré.

Me queda muy claro, ¡Volveré a ese lugar!


Crónica por Hilario Rios



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miércoles, 3 de agosto de 2022

INCREÍBLE ENCONTRAR VISTAS HERMOSAS RODANDO DESDE CASA




Desperté preocupado debido a que durante la madrugada comenzó a llover y pensé que me perdería la rodada, afortunadamente dejó de llover y sin problemas me prepare para salir de mi domicilio listo para rodar hacia el punto de reunión. 


Después de 20 kilómetros que sirvieron como calentamiento, llegué al punto.  A las 8:00 a.m. los aproximadamente 43 participantes estaban listos para salir del punto de reunión hacia el destino “el Cerro de la Botella”.


Rodamos durante algunos kilómetros por calles, avenidas  y algunos caminos de terracería para llegar a la Magdalena, Tesistán. El grupo se juntó y los guías dieron indicaciones de que llegaríamos al Cristo Rey de Tesistán. Las subidas comenzaban, era el último tramo de camino urbano para comenzar a ascender por terracería al Cristo, agotando energía en esa subida pensando que ese era el destino final. La mayoría de los participantes y yo, pensamos que ese era el cerro de la botella y que de ahí regresaríamos, cuando la aventura de verdad comenzaba a partir de ahí.




Partiendo del Cristo de Tesistán iniciaba el camino con dirección hacia el Cerro de la Botella, los caminos técnicos comenzaban, partes que eran imposibles pasar montando la bici. Llegamos hasta un camino donde se dividían los dos cerros en los que nos encontrábamos, los caminos se complicaban, un tanto por los encharcamientos y otros en donde el camino era irregular con rocas. 


El grupo se volvió a juntar para recibir indicaciones, ya estábamos cerca del destino que se miraba a lo lejos. Las vistas se veían increíbles durante el trayecto, la vegetación verde, cruzamos dos cuerpos de agua, en donde en el segundo, la corriente era algo fuerte y la profundidad era de alrededor de 70 centímetros. 




Durante ese trayecto me ponché, pero gracias al apoyo del grupo pudimos cambiar la cámara muy rápido y continuar con el recorrido. Pasando el segundo cuerpo de agua, comenzaba la subida demasiado técnica para llegar al cerro de la botella, durante la subida me caí dándome un golpe en la rodilla, de nueva cuenta los integrantes del grupo me auxiliaron. Con el dolor aun en la rodilla, ya estábamos a nada de llegar al destino. 


Por fin, después de 4 horas y media, llegamos a un mirador llamado, “Mirador Mezcala”, todo se veía hermoso, la vista increíble, por el temporal todo era verde, era sorprendente el estar ahí, el llegar en bicicleta, el que un lugar como ese esté cerca de la ciudad, fue un momento de tranquilidad total. 







Rodar en grupo da esa seguridad, que en un domingo un montón de ciclistas desconocidos nos volvemos conocidos, todos nos apoyamos, nadie se queda atrás, en la convivencia pareciera que nos conociéramos de toda la vida, se siente esa hermandad, “hermandad ciclista”.


Agradecimientos totales a Ismael, Víctor, Ramón y Héctor por apoyarme durante las lesiones que tuve y las fallas mecánicas de la bicicleta. Gracias a Cámara Rodante y a todo su staff que hacen que las rodadas se vuelvan increíbles.


Crónica por: Samuel Gomez 


EL REGRESO DE MUCHAS AVENTURAS MÁS CON CÁMARA



Viernes, sí porque ésta rodada y mi regreso con Cámara Rodante inicia dos días antes del domingo. De hecho, para todo ciclista de montaña (y de ruta) que ama este deporte, el rodar inicia desde que se prepara la bici para salir a rodar. Especialmente para mi bici de montaña que ha estado guardada desde hace tres años que inicié, por cierta comodidad, a practicar bici de ruta en el OMNI (para mi sigue siendo y será el OMNI, al circuito que está fuera del estadio).


Llega el sábado y los últimos preparativos: agua y suero en la bolsa del camel, algo de comida y el atuendo, que en está ocasión vestiré mi jersey de gala. Programar la alarma y ¡a dormir!.


¡Beep, beep, beep! (bueno en realidad es una tonada del celular), en cuanto la escucho salto de la cama con la emoción de que será un día para disfrutar y recordar. Me asomo por la ventana de la cocina y, aun cuando sigue oscuro, alcanzo a ver que hay nubes de lluvia.

 

La felicidad incrementa y en mi mente repito: ¡Lodo, lodo, LODO! Algo de desayunar y ya con el sol afuera detrás de las nubes a rodar rumbo a Copalita, punto que me queda más cercano que el original de donde saldrá el grupo.


Salgo del fraccionamiento, bajo con velocidad por la pendiente que lleva a Copalita, recordando el comportamiento de la bici de montaña. Llego al punto de espera y no veo huellas de bicis, muchas huellas pues conozco el poder de convocatoria de Cámara y sé que ni unas nubes amenazantes de lluvia pueden detener a los ciclistas. El espíritu del grupo hace que pase un ciclista, le pregunto si viene con el grupo a lo que me platica que viene solo. “Mauricio mucho gusto, vamos a ir al Cristo Rey de Tesistán, si gustas te nos puedes unir”, acepta con gusto y en menos de 5 minutos muchas bicicletas vienen bajando por el empedrado. Tocamos pedales y ya somos dos más que hacen el grupo más grande.


Van los primeros kilómetros y para mi sorpresa no reconozco a nadie, pero ya estoy rodando de nuevo con Cámara, estoy seguro que encontraré nuevos amigos. Llegamos a Tesistán, paramos para reagruparnos por los que no alcanzaron a cruzar el último semáforo y finalmente veo a Ara Robles y le digo presente.


Cruzamos las calles de Tesistán que estos días están en obras, suerte que provoca que podamos rodar sin que pasen coches, sólo bicis de ávidos jinetes de corceles de metálicos deseosos de probar el lodo. Aquí empezamos a llenar los jerseys de esa tierra mojada. 


Luego viene la subida que lleva al pie del primer cerro y aunque aún no inicia la subida al Cristo ya se siente el esfuerzo para hacer que continúe el avance.

Paramos brevemente, empiezan las primeras pláticas y el primer conocido es el Gran Guerrero de Sau Saul que sigue igual de aguerrido y con la energía que a muchos nos llega a faltar, luego Emmanuel, que me toma unos minutos, busqué en el archivo mental y tuve que ponerle un filtro de Tiktok para reconocerlo, me comenta que tiene algunos años que dejó de rodar y está de regreso también este domingo. Y antes de iniciar la dura subida al Cristo aparece Héctor Esquivel, un gozo volverlo a ver.




La espera por los más retrasados termina, no sin antes ver un nuevo amigo con un jersey y licras de leñador, o como a mi me pareció primero, de menonita. E iniciamos la subida. Aun cuando ya en una ocasión anterior ya había subido este cerro, no recordaba cómo poco a poco el camino se inclina bastante. Fueron varios momentos en los que pensé en rendirme y caminar la bici, pero entonces dónde quedaban todos esos kilómetros los últimos 3 años en la bici de ruta.

 

 ¡Unos 50 metros antes del Cristo, el camino gira y se inclina aún más! Mi mente me dice ahora sí bájate, pero el corazón y las piernas, aun con dolor, se niegan. Esfuerzo y más esfuerzo, pedaleo y más pedaleo, quizás 50 ó más vueltas de las ruedas y finalmente el puerto del Cristo Rey conquistado sin colocar pie en tierra.


Mi entrenamiento me hace darle una vuelta al Cristo y finalmente bajar de la bici con el gusto de haberlo logrado. En la explanada encuentro a Jorge Gandarilla y finalmente a Paulo César. Aquí saco el drone para hacer unas tomas del paisaje y, lo más importante, del grupo de Cámara Rodante.





Fotos y videos hechos por todos, reiniciamos el camino bajando por un costado del cerro. Aquí es donde inicia la odisea y no porque el camino hacia el mirador del Cerro de la Botella sea complicado, obviamente lo es, sino porque justo bajando del Cristo, lo que no pensé que sucedería, escucho el sonido que se está escapando el aire de mi bici.

Primero pensé que sería del amortiguador de la suspensión trasera, que debió haber fallado por alguna razón después de no usarse por 3 años, pero no, en un giro de la rueda delantera, mientras caminamos hacia abajo veo un vidrio en forma de flecha enterrado en la llanta. Aviso a Héctor y Lalo que se quedaron conmigo hasta que guardé el drone y empiezo a sacar todo lo necesario para repararlo. Mientras lo hago, unos jinetes van bajando y, claro, Héctor les pide que se detengan para hacerles una sesión de fotos improvisada.





Retomamos el camino y estamos seguros de que alcanzaremos al grupo. Bajamos el terreno, luego un poco plano y vienen subidas. Creo que fue en la segunda subida que mi bici tiene otra falla mecánica, esta vez en un cambio un eslabón se rompe. Aviso de nuevo y Héctor y Lalo regresan pues iba de último. Lo primero que pienso y les digo que es mejor regresarme para no retrasar el grupo, finalmente hasta ese momento el camino fue mayormente subida, así que tocaban las bajadas.


Héctor saca el corta-cadena y, entre la plática, me dice que aún puedo seguir. Cadena recortada y rectifico: ”¿estás seguro que puedo seguir? no quiero retrasar el grupo”. La respuesta de Héctor es inmediata y segura, “sí, no te va a dar más problemas la cadena”. Entonces retomamos camino.


Ahora reiniciamos el movimiento por subidas y lo más divertido bajadas en las que vuelvo a recordar lo divertido que es hacerlo soltando el freno a gran velocidad, claro con un poco más de precaución pues no deseo que la siguiente asistencia que reciba sea porque toqué el suelo a más de 30 kilómetros por hora.




La vegetación en temporada de lluvia pone todo verde a los cerros que bajamos y subimos. Entre la plática nos actualizamos de lo que hemos hecho y Héctor me indica que en otra ocasión me llevará al Ojo de Thundera para que lo conozca. Entre plática y plática, ya bien enlodados, cruzamos dos ríos. El primero relativamente pequeño, apenas unos tres metros de ancho y poca profundidad, pero el siguiente con varios metros de longitud y el agua llegando arriba de las rodillas, en este la bici parecía querer irse a “rodar” con el agua. Fue ahí que alcanzamos al grupo, ya todos acababan de cruzar este segundo caudal y nos sentimos aliviados que no nos dejaron atrás.


Entonces viene la última subida fuerte, quizás un par de kilómetros, no tan inclinados como subir al cerro del Cristo, pero con un camino lodoso en partes y en otras de piedra suelta. A veces rodando, la mayoría caminando la bici llegamos a la cima y al mirador de donde ya regresaba la última parte del grupo.

En este penúltimo punto, de nuevo sacar el ave y hacer que estire sus hélices para hacer unas imágenes y retomar el sinuoso camino rumbo a casa después de haber conquistado el cerro de la botella.


Ya estábamos con velocidad rumbo a Tesistán cuando al lado derecho del camino escuchamos los gritos desesperados del grupo, no pidiendo ayuda sino avisando e invitando porque habían encontrado un oasis donde se estaban refrescando y no podían dejarnos ir sin que nosotros también lo hiciéramos. Aquí disfrutamos de la plática y de las bebidas frías de la cebada que se convierten en un elixir compartido a los mundanos ciclistas por Dionisio, mejor conocido como Baco.


Finalmente rehidratado y después de comer algo que ya era necesario para reponer energía, estaba esperando que el grupo retomara el camino ya que no conocía el camino de regreso. Deseaba que fuera lo más pronto posible pues ya eran cerca de las dos de la tarde. Fue cuando me di cuenta que -no te asustes ya nada le pasó a mi bici- unos cuantos decidieron partir y entonces me despedí rápido de quienes estaban cerca y me fui acompañando al “leñador menonita”.

    

 Resultó que la tiendita estaba en una frontera del poblado de Santa Lucía, el cual reconocí al momento que terminó la brecha e inició el concreto. Conociendo el área ahí fui guiando a mi compañero por las calles que ya conocía para cruzar por Tesistán y luego a la carretera hacia Zapopan. Me despedí de mi compañero unos kilómetros más adelante donde tomaría rumbo a casa y él siguió hasta el periférico.


Llegué a casa, agotado, pero con la alegría de lo vivido y el orgullo de ver una vez más a mi Briggitte (mi bici) completamente llena de barro. Ya vendrán más aventuras y rodadas con Cámara y los buenos amigos y amigas que rodando nos conocemos.


Crónica por: Miguel Izquierdo