COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com
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martes, 31 de enero de 2023

UNA RODADA CON RETOS PARA MEJORAR Y ALCANZAR MIS METAS / TERCERA RODADA DE NOVATOS - TEUCHITLÁN



Desde el sábado por la noche sentía mariposas en el estómago al preparar mis cosas para tener todo listo para el domingo 29. En la mañana a las 5:00 am salí de la cama con una sensación positiva, llena de esperanza por lograr llevar el ritmo del grupo ya que es mi segunda rodada, la primera fue en el Bosque de La Primavera que alborotó toda emoción y me dio confianza por la excelente organización del grupo Cámara Rodante. 


Se divide en pequeños grupos, yo muy orgullosa de pertenecer al grupo 4 (azul) 👏

En general todos los guías son expertos y no dudan en apoyarte en todo momento y en toda situación, me encanta que si alguien tiene un contratiempo todos esperamos hasta resolver el problema. 




Desde la salida se respira confianza y compañerismo, salimos de Chedraui Vallarta en autos rumbo al punto de partida, la ex estación de ferrocarril antigua de La Vega. 

Aproximadamente a las 9:00 am comenzamos a rodar después de tomar unas fotos. Al grupo 4 le tocó ir al frente así que respiré profundamente tranquila y emocionada al mismo tiempo y me dije, – tienes que lograrlo Angela – desde un principio los guías y compañeros te animan, te aconsejan y recomiendan varios detalles de postura, cambio de velocidades adecuadas, posición correcta de pies y pedaleo etc...  realmente aprendí muchísimo y me doy cuenta que me falta mucho por aprender. 


La primer parada fue en un nacimiento de aguas azufradas llamada Hervores, donde paramos y tomamos fotos además de hidratarnos, de allí tomamos un sendero rumbo a San Antonio puerta de La Vega, me sentí privilegiada de estar rodando en un lugar tan hermoso, sembradíos de caña y maguey, por ambos lados que refrescan y dan color al paisaje. 





De San Antonio a La Mora el camino fue de subidas y bajadas logrando hacer más esfuerzo sintiendo una emoción de poder seguir adelante y mejorar mi condición. De La Mora hacia Teuchitlán aumentó el esfuerzo pero la belleza del lugar y las porras de un compañerito me ayudaron a seguir el ritmo. 


De Teuchitlán al estacionamiento de Guachimontones logré subir rodando, solo en la última subida tuve que bajar de la bicicleta y caminar, lo que será mi próximo reto por lograr!!! de regreso pasamos por un río que robó mi corazón, ¡divino! En general el camino fue noble con mi condición pero con retos y áreas de oportunidad para mejorar y alcanzar mis propósitos y metas. 





Quiero dar las gracias a Ruth y su esposo Toño, a Chester, Alonso, y a un ángel que arregló un problema con las velocidades de mi bicicleta, Jonathan, gracias de corazón!! 

Cámara Rodante son lo máximo! espero seguir teniendo la bendición de rodar cuantas veces se pueda con ustedes!! con nosotros!!! 💓


Crónica por Angela Arreola





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lunes, 14 de octubre de 2019

UNA INTENSA RODADA CON UNA MARAVILLOSA RECOMPENSA




La verdad no iba a ir a la rodada de Cámara Rodante con destino al mirador de Los Guachimontones, saliendo desde el poblado de Santiaguito. Sí, en efecto me llamó la atención cuando salió la convocatoria, y en el transcurso de la semana me la pensé y para el sábado ya la hueva me había pegado y había decidido no asistir, y no fue hasta las 10:00 pm en que me convenció Carlos a ir y salí a comprar los suministros necesarios.

Al día siguiente, llegué al punto de reunión y ya estábamos casi completos y listos para partir al poblado antes mencionado. Comenzamos un numeroso (para el tipo de rodada de nivel avanzado) grupo de 17 ciclistas una demandante pendiente de 45° de inclinación, que casi hizo que declinara de seguir rodando, cuando escuché por radio que un chico ya venía tronado, no lo niego, lo intenté poner de pretexto y dije, “pues me voy con él para que no se quede solo”, ¡Ey, ajá!.

(Una de las ventajas de ser rodadas con pocos ciclistas, es que tienes la oportunidad de convivir con cada uno de ellos, y eso hace que sea un ambiente con más camaradería y de unión).



Continué rodando el empinado camino y escuché que ya había desistido el
decimoséptimo ciclista, cuando de repente comenzó a ceder el camino y, aunque aún era de subida, ya no reclamaba tanto esfuerzo físico, por lo que decidí darle una segunda oportunidad.

Así continuó el camino, kilómetros y kilómetros de subidas con terracería, piedra suelta, zanjas... total, un camino bastante accidentado que reclamaba pericia y técnica. En más de una ocasión tuve que bajarme y empujar la bicicleta, que por lo empinado y el empedrado, me fue difícil poder agarrar el impulso.



Lo cansado y difícil que me estaba resultando la rodada, evitó que notara que la travesía nos llevó por paisajes increíbles, de prados y agaves, acompañados de verdes valles que lo decoraban flores y uno que otro grupo de vacas. Fue ahí donde comenzaron las refrescantes bajadas, que gracias a eso pude apreciar el panorama.



De ahí continuamos con el otro lado de la refrescada, los charcos. Al principio evitábamos cruzarlos, pasábamos de ladito, cuando Paulo, nuestro guía, nos regañó y nos dijo que los pasaramos, ya que tarde o temprano no podríamos evitarlos y así fue, más de uno no logró evitar una caída.

Conforme avanzaba la travesía, no podía dejar de pensar en que, todo lo que íbamos recorriendo, lo haríamos de regreso, por lo que ya me estaba anticipando y pensaba: “llegando a Teuchitlán, me regreso por carretera”.



Pero al llegar al mirador de los Guachimontones, dejé de pensar en eso y me maravillé del majestuoso paisaje que nos ofreció la rodada. Valió la pena el sufrimiento.

Bajamos con rumbo a Teuchitlán a gran velocidad por un camino de piedra ahogada que cruzaba las ruinas; aprovechando el descenso que tanta falta nos hacía para descansar un poco. Aunque cabe mencionar, que a pesar que ayudan las bajadas, también resultan bastante pesadas, ya que requiere de técnica y dominio de la bicicleta, que hace que termines entumido de los antebrazos.

Llegando a la plaza principal, desayunamos y nos rehidratamos y algunos rellenamos nuestras botellas de agua. Ahí, en el corazón del poblado, llamé a Carlos y le comenté que pensaba regresarme por carretera, junto con otro grupo al que intenté convencer, que de hecho, estaban de acuerdo, y Carlos, vía telefónica, me insistió y me animó a no bajar la guardia y que siguiera pedaleando. Partimos de nuevo nuestro trayecto y Héctor, con quien intenté confabular para irnos por la carretera, también me convenció de continuar y tomé el camino de regreso con el grupo, que es una de las ideologías de Cámara Rodante, “A nadie se deja atrás y salimos juntos y nos regresamos juntos”.



En efecto fue pesado, pues tomamos camino de regreso a eso de la 1:00 pm. la mera hora del sol. De condición me sentía bien, pero el sol fue el factor que terminó disminuyéndonos a todos. Todo ese camino que bajamos lo subimos de nuevo, pero por terracería.

En el trayecto no pude evitar esquivar una rama de espinas a lo que pensé que firmé mi sentencia, dicho y hecho. Me ponché de las dos ruedas, pero solo arreglamos la delantera, que fue la que estaba ya baja al 100, la otra aguantaba unos kms más.

El agua comenzaba a escasear, y en mi mente le pedí a Dios e imaginaba que un buen samaritano nos ofrecía del vital líquido, y así fue. Una pareja de campesinos que descansaba bajo la sombra de un árbol frondoso nos ofreció toda su agua.

La llanta trasera cedió y cada vez me iba rezagando más y más del grupo, en lo que intentábamos llenarla de aire, pues no contábamos con bomba americana. Hasta que ya no se pudo hacer nada. Justo hasta donde llegó mi bici, estaba Brian, otro ciclista que padecía del mismo mal en ese momento.

Ya me había hecho la idea de irme caminando hasta encontrar otro compañero con bomba americana o así terminar la travesía. Y en eso, escucho a lo lejos un motor de una camioneta, y así fue, pasó la troca y Brian y yo nos subimos.

Debo admitir que me asusté un poco, pues la camioneta se salió del camino y tomó brecha sobre un camino de agaves, bajándose uno de los tripulantes a cortar la cerca y cruzarla y seguir abriendo camino. Y el no ver a ninguno de los compañeros en el camino, hizo que entrara más en pánico, y solo quedó en eso, ya que esa brecha fue para acortar camino o jugarnos una mala broma, pero al ver a uno de los ciclistas en el camino, mi cuerpo descansó.

Llegamos a Santiaguito, por fin, a las 6:00 pm. a comer unos tacos y a tomar una chela, ¡pal´susto!. Y ya para terminar, me faltaron alrededor de 10 km de 55 que registró el Strava.

Moraleja: Nunca, nunca salgan a rodar sin llevar a mantenimiento previa a la rodada su bici y siempre carguen con sus herramientas básicas; cámara, desmontadores, llaves allen, parches, bomba y muchos líquidos. Y sobretodo, avisen en sus casas que van a regresar muuuuy tarde.

Agradezco a cada uno de mis compañeros de rodada que estuvieron ahí para apoyarme y que me estuvieron acompañando en el camino y que me brindaron una buena plática; a Edgar y Humberto que estuvieron al pendiente en todo momento; a Paulo, que me regaño por intentar separar el grupo al querernos ir por carretera y me disuadió para no hacerlo; a Carlos, por alentarme y creer en mí para continuar la ruta, y sobre todo a Héctor, gran amigo que no me dejó en ningún momento. ¡Gracias Cámara Rodante por la aventura!

Crónica por: Ara Robles



sábado, 20 de octubre de 2018

"NUESTRA PRIMERA VEZ CON CÁMARA RODANTE", CRÓNICA DE JORGE Y LULÚ


El pasado domingo 14 de octubre, el grupo de Cámara Rodante organizó la rodada a Guachimontones, un sitio arqueológico lleno de tradición e historia. A las 6:00 am alistamos nuestras bicicletas y equipo para el recorrido, fue la primera vez que participamos en el grupo, la emoción de conocer nuevos lugares y convivir con personas diferentes nos motivó a darnos prisa para reunirnos con el grupo.


La cita fue a las 7:00 am en el Chedraui Vallarta, de ahí junto con el grupo partimos en caravana en los vehículos a el poblado de La Vega, en el municipio de Teuchitlán. Allí llegamos alrededor de las 8:00 am; se tomó la foto grupal y después iniciamos la rodada a campo traviesa.


El camino de ida a Guachimontones era desconocido para muchos de los compañeros, pero con la ayuda de los guías Francisco Javier Casillas y Juan de Dios García, todo salió de acuerdo al plan.


Empezamos a rodar atravesando el pueblo para salir rumbo a los Hervores, una maravilla natural de nacimiento de agua caliente.


Después pasamos por El Amarillo y por un lado de la Hacienda Labor de Rivera.


El clima era mayormente nublado y un poco frío, conforme fuimos avanzando se comenzó a sentir calor y fue saliendo el sol.



Al llegar a Teuchitlán, ascendimos a la zona arqueológica de Guachimontones, que es una experiencia inolvidable, además del interés histórico del lugar, la vista desde ahí es excelente, la mayor parte del camino tanto de ida como de regreso fue plana, excepto al ir a las ruinas de Guachimontones.


En el regreso veníamos un poco cansados, aunque el camino era parejo fue algo largo; gracias a la ayuda de los guías y del Sr. Lino, que iba empujando a los rezagados, llegamos nuevamente al poblado de La Vega, donde dejamos nuestros autos.


A pesar del cansancio, regresamos felices por haber realizado el recorrido con el equipo de Cámara Rodante, fue una grata experiencia, esperamos participar en muchas rodadas más junto a los compañeros de Cámara Rodante.

Por Jorge y Lulú 
Cámara Rodante

jueves, 18 de enero de 2018

"ENTRE CAÑAVERALES, VÍAS DEL TREN HACIA LOS GUACHIMONTONES" CRÓNICADE LAURA CANALES.


Un jueves antes, planeábamos sobre lo que haríamos el fin del semana, la opción de pedalear era buena, pero el pronóstico del clima no tanto, y nuestra condición mucho menos, hacía más de un mes que no salíamos a pasear en las bicicletas.

La opción de no hacer nada y quedarse en casa a tirar la flojera también sonaba tentadora, fue el sábado por la noche que decidimos madrugar y enfrentarnos al frío que implica salir a pedalear en esta temporada.

5:30 a.m., sonó el despertador, con un poco de flojera y también un poco de esperanza en que cancelaran, llame a mi novio para asegurarme de que no se quedara dormido, unos minutos después llegó el mensaje de Julio "El Jarocho" reportándose para confirmar que no hubiéramos cambiado de decisión.


Jesús llegó a mi casa con las bicicletas listas en el vocho para pasar a casa de Julio, íbamos un poco tarde, cuando llegamos a casa de Julio ya pasaban de las siete, hora en que se supone deberíamos estar en el punto de reunión, por lo que nos fuimos directo sin parar hacia el pueblo de La Vega, que por cierto no sabíamos en donde estaba, yo había ido alguna vez pero no recordaba la ubicación exacta.

Nos alivió un poco ver un coche con varias bicicletas de montaña y que al parecer tenía el mismo rumbo, instantáneamente comenzamos a seguirlo, hasta que en una desviación les preguntamos si iban a La Vega, a lo cual respondieron que ellos iban rumbo a Piedras Bola, era momento de comenzar a pedir indicaciones para poder llegar al pueblo.

Cuando por fin llegamos, comenzamos dar un recorrido en busca de los coches de la gente del grupo, recorrimos varias calles, pasamos afuera de la iglesia, pasamos por un costado de la vieja estación, y no veíamos a nadie, tal vez habíamos llegado tarde pero al ver lo pintoresco del pueblo nos dimos cuenta de que nuestro recorrido turístico había comenzado y que si no encontrábamos al grupo, había la posibilidad de explorar la zona.

De pronto vimos pasar los coches con las bicicletas y nos dimos cuenta de que no habíamos llegado tarde, seguimos la caravana y nos unimos a ellos para estacionar los coches.

Al primero que vimos fue a Chava Cheves, a quien tenía mucho tiempo sin ver, estuvimos platicando mientras nos preparábamos, después nos unimos al grupo para escuchar las instrucciones, saludar a Don Lino que llegó de manera peculiar, con la bicicleta montada en la motocicleta, saludamos también a Víctor que sería uno de los guías para esa rodada.


Y comenzamos hacía la primera parada: ¡Los Hervores! Unos cuantos kilómetros en un camino de tierra rodeado de sembradíos, el olor a azufre y el vapor nos llevaron hacía un nacimiento de agua termal, un riachuelo lleno de minerales daban un color característico a las piedras.


Observamos el lugar, tomamos algunas fotos y seguimos el recorrido. Los sembradíos de caña comenzaban a hacer su aparición y nos llevaron hacia el poblado Del Amarillo, en donde las antiguas vías del tren que pasaban cerca del panteón, se convertirían en Vías Verdes, una breve parada para reagrupar y seguir la ruta que conforme avanzaba, se iba llenando de más cañaverales.


Otra parada fue en un cruce de camino, pues debíamos esperar, alguien había tenido complicaciones, este fue el momento para descansar un poco comer alguna frutas y galletas.


Cuando llegó la parte restante del grupo, llevaban empujando a un chico cuya bicicleta no lo dejó terminar la ruta, él y su compañero decidieron regresar por su coche y encontrarnos en Teuchitlán, los demás seguimos el camino lleno de cañas que nos llevó a unirnos con la carretera.

Llegamos al poblado de La Mora, en donde tomamos una brecha hacia los Guachimontones, en esta brecha le hicimos compañía a un viejito que pedaleaba solitario y que se sorprendió cuando le dijimos que íbamos a Teuchitlán, me despedí de él y recibí un ¡Pues a ver si llegan! Que quise tomar como un ¡Buena suerte!


Faltaba poco para llegar, las construcciones de casas antiguas y algunos puestos de piedras de la región indicaban que estábamos cerca; reagrupamiento en la plaza de Teuchitlán y a seguir el camino.
El clima iba cambiando, se volvía un poco más fresco, rodamos a lado de un río que nos llevó al inicio de un camino empedrado y en ascenso hacia los Guachimontones, cuando llegamos a la entrada nos indicaron que teníamos que dejar las bicicletas y que podíamos seguir caminando hasta el sitio arqueológico, nosotros decidimos quedarnos a tomar un desayuno pues ya habíamos visitado en varias ocasiones el lugar.


Después de desayunar y descansar un rato decidimos adelantarnos un poco y regresar, Chava Cheves se nos unió, en el regreso alguien de nuestro pequeño grupo marcaba el ritmo y los demás lo seguíamos lo cual volvió divertido el regreso.


Después de un tramo de terracería y cañaverales, tomamos una carreterita poco transitada que nos conectó con un tramo de las Vías Verdes, el mismo camino en el que antes circulaban los trenes, ahora nos llevaba a nosotros a la antigua estación en donde nos encontramos con la señora Mary, que ya nos estaba esperando, mientras aprovechábamos la sombra que hace años protegió del sol a los viajeros que esperaban el tren, nos platicó de los proyectos que se tienen para este sitio histórico y de cómo poco a poco lo han ido habilitando, nos permitió entrar un poco a la vieja estación.


Llego la hora de despedirnos, unas fotos antes de partir y la intención de regresar a ese pueblo lleno de historia.

Por Laura Canales
Cámara Rodante

jueves, 12 de enero de 2017

"MI EXPERIENCIA EN LA RODADA A LOS GUACHIMONTONES CON CÁMARA RODANTE". CRÓNICA DE DANTE MARTINEZ


La fecha había llegado, la rodada del domingo 8 de enero ya era una realidad. Después de encontrarme con James, quien por cierto fue quien me invitó a la rodada, nos reunimos con los demás integrantes de Cámara Rodante; de camino al punto de inicio me quería convencer a mí mismo de que no estaba nervioso, pero no era así, puesto que era a mi primera rodada con un grupo de verdad y en campo abierto (terracería).


Al cabo de las 8:00 am habíamos llegado al pueblito de La Vega, uno de esos pueblitos de antes en los que sientes que te transportas al pasado; los nervios desaparecieron después de una calurosa bienvenida y una rebanada de Rosca de Reyes para empezar bien el día, luego de un breve repaso por las instrucciones y el itinerario nos pusimos en marcha.



Después de alrededor de 20 o 25 minutos de recorrido, llegamos a nuestra primera parada, “Los Hervores” un nacedero de aguas termales bastante impresionante; luego de tomar un respiro y unas cuantas fotos continuamos nuestro recorrido.


De allí en adelante el camino fue increíble, paisajes hermosos y amplios sembradíos de caña; después de un par de horas lo habíamos logrado, estábamos en los Guachimontones.


Si de por sí el lugar ya era asombroso, podías sentir un algo en tu interior, quizás sería el esfuerzo realizado o quizás el hecho de saber que allí existió una gran cultura, las pirámides, el paisaje, la vista del lago de Teuchitlán era algo mágico.


Cuando recuperamos el aliento nos pusimos en marcha a nuestro último punto del recorrido, la Presa de La Vega, unos cuantos kilómetros de terracería y después un entronque en carretera.


Estando ya en carretera me pareció una eternidad, aparte de que el agotamiento se hacía presente con cada pedalazo pero la meta era clara, llegar a la Presa de La Vega.


Unos kilómetros después la meta se había cumplido, estábamos en la Presa de La Vega, todo el cansancio y el sudor había valido la pena, yo nunca había visitado la presa y en mi opinión, fue muy gratificante después del largo recorrido que habíamos hecho.

Fue una experiencia maravillosa y agradezco mucho a los integrantes de Cámara Rodante que se siente como si te conocieran de tiempo y si volvería a hacer un recorrido con ellos.

Crónica de Dante Martínez
Cámara Rodante

sábado, 16 de enero de 2016

"PAISAJE AGAVERO, ARQUEOLOGÍA Y AMISTAD PARA INICIAR UN AÑO MÁS". CRÓNICA DE ANA CLAUDIA NEPOTE.


¿Qué mejor manera de iniciar un año nuevo que a vuelta de rueda? En diciembre pasado, mi amiga brasileña Luisa Massarani visitó Guadalajara cuando asistió como invitada del programa “La FIL también es Ciencia” que por segundo año consecutivo se realizó como parte de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (http://www.fil.com.mx).

Las actividades académicas le dejaron poco tiempo para que ella conociera la ciudad y sus alrededores, así que acordamos que volvería a principios de año para iniciar una colaboración de investigación y celebrar su cumpleaños con un paseo ciclista.


Nuestros planes de viaje coincidieron con la primera rodada de 2016 que organizó Cámara Rodante hacia la zona arqueológica de los Guachimontones, descubierta en los años setentas y fue ocupada entre los años 200 y 400 d. C.


El paseo en bici inició en el poblado de La Vega que se localiza a 60 kilómetros de Guadalajara. El recorrido inició por una terracería que nos condujo hasta Los Hervores donde corre un arroyo de agua caliente.

Continuamos el recorrido entre cultivos de cañas y maíz hacia el poblado El Amarillo para después rodar a través de La Mora, lugar en el que nos encontramos con una cabalgata en nuestro camino.


En la plaza principal de Teuchitlán hicimos un breve descanso para subir hacia la zona arqueológica de los Guachimontones (http://www.inah.gob.mx/es/zonas/176-zona-arqueologica-teuchitlan-o-guachimontones).


El tiempo apremia, y más cuando el grupo de ciclistas que integró este paseo lo conformábamos más de 120 personas. Así que de acuerdo con el plan, teníamos que reencontrarnos en la plaza principal de Teuchitlán para seguir rodando hacia la presa de La Vega y finalizar el paseo. Sin embargo, Luisa y yo teníamos otros planes.


Más allá de Cámara Rodante


Nosotras nos despedimos de la amable compañía del grupo justo a un par de kilómetros del poblado de El Amarillo. Ellos continuaron su recorrido hacia La Vega y nosotras rodamos hasta encontrar las Vías Verdes (también conocidas como Rutas Creativas en su más reciente versión) que consiste en un interesante programa que busca promover el turismo natural y cultural a través del transporte sustentable basado en la reutilización del patrimonio ferroviario.


Aunque ya había escuchado hablar de las vías verdes, no había tenido oportunidad de rodar en ellas. Así que Luisa y yo continuamos nuestro viaje desde El Amarillo hasta Etzatlán a lo largo de 26 kilómetros de camino por una ciclovía tranquila, con pocos desniveles y alejada de la carretera.


Quedamos gratamente sorprendidas con este programa que promueve la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Jalisco. A lo largo de nuestro recorrido nos encontramos con algunos otros ciclistas que también disfrutaban de la ruta, pero sobre todo, nos encontramos con pobladores locales que utilizan la vía para hacer ejercicio o disfrutar de una caminata al atardecer. En el camino aproveche una breve parada de descanso para comprarme un delicioso tejuino con limón en San Ignacio Portes Gil.


Nuestra siguiente parada fue en Ahualulco de Mercado para luego, finalizar en Etzatlán, en la antigua estación de Ferrocarril que ahora se utiliza como un pequeño museo en el que se puede apreciar la exposición fotográfica “Etzatlán, a través del tiempo”. Después de pedalear alrededor de 60 kilómetros, nos faltó energía y tiempo para subir un cerro y visitar el mirador de Etzatlán. Llegamos dispuestas a comer una buena cena acompañadas de una rica cerveza helada y descansamos en una cómoda casona construida en el siglo XVIII.


Al día siguiente, nos levantamos muy temprano para recorrer nuestros próximos 20 kilómetros en una helada mañana. Así con frío, llegamos a Magdalena, Jalisco, otra importante población con producción minera de donde se extraen ópalos que han sido considerados como “la joya de la Ruta del Tequila”. Ahí comimos un delicioso desayuno en la tradicional Fonda Lupita para calentarnos un poco y emprender nuestros últimos 19 kilómetros por carretera hacia Tequila, uno de los siete pueblos mágicos de Jalisco.


Con una deliciosa nieve de garrafa sabor Tequila concluimos nuestro recorrido de 100 kilómetros en dos días por la Ruta del Tequila. Viajar en bicicleta nos permitió conocer nuevas personas y valorar el trabajo que hacen los organizadores de Cámara Rodante por promover el disfrute y el conocimiento del patrimonio natural y cultural de Jalisco al ritmo del pedal.


Confío en que mi amiga Luisa visitará México nuevamente, pero espero que guarde en su memoria los paisajes jaliscienses y el gran placer de viajar en bicicleta a ritmo propio.

¡Muchas gracias a Cámara Rodante por un agradable paseo dominical!

Crónica Ana Claudia Nepote
Cámara Rodante