Las aventuras empezaron desde un día antes, eran las 11 de la noche y todavía no conseguíamos camioneta para llevar las bicis a la entrada de la Primavera ya que la del Carajo estaba descompuesta. Pero una buena samaritana (Brenda Romero) se compadeció de nosotros y se comprometió a pasar a las seis y media de la madrugada por algunos de nosotros al barrio del Santuario pues la cita era a las siete de la mañana.
Gdl en Bici estuvo presente en este recorrido con la representación de dos de sus integrantes, que impulsan de una forma amena el uso de la bicicleta en la ciudad y ellos son Juan García y Antonio Vaca, quiénes llegaron puntual a la cita. Los otros puntales fueron Gilberto Hernández y Roberto Saucedo, Quiénes llegaron tarde por andar de compras matutinas fueron el fotógrafo Eduardo Domínguez, que se integra por primera vez al colectivo, y venía en la camioneta junto con Rafael del Río, Roberto Antillón, Hector Guerrero, Luís Fernando Moreno, Refugio Ruiz y Carlos Ibarra.
Salimos a Tala a las ocho de la mañana, todos animosos y alegres nos trepamos en nuestras bicicletas y pedaleamos sin cesar. Fue un trayecto interesante donde nos recibió una primera subida muy pronunciada, para hacer buena pierna, desde Postes hasta el Ocho y medio.
Cruzamos los famosos Toboganes donde se prende la adrenalina de cada uno de nosotros, hay bajadas, por lo cual soltamos el freno. Siguieron las bajadas por terraceria o píedras. No faltaron las caídas y raspones pero en algunas veces las hojas de los árboles que están esparcidas por el suelo sirvieron como alfombra para soportar un buen madrazo y así volvernos a levantar y continuar nuestro camino trazado.
Pasamos pequeños ríos, veredas interesantes y algunos paisajes tristes donde se veían las huellas de las zonas donde el bosque se había quemado recientemente.
Cansados, con sed, atolondrados y con un recorrido de alrededor de cuarenta kilómetros y con un tiempo aproximado de cinco horas llegamos al pueblo de Tala. Unos con los pedales en la mano y otros ponchados pero cumpliendo la meta. Antes de comer unos ricos lonches frente a la plaza principal de Tala, encontramos divinamente un taller de bicicletas y ahí don Juan Huesos las reparo.
Después de comer nos retornamos a Guadalajara, llegamos a la central del pueblo, convencimos al chofer para trepar todas las bicicletas y prácticamente el camión fue nuestro. La mayoría se bajaron en Vallarta y Rafael Sanzio y El Carajo y yo nos bajamos en el Agua Azul y así cada quién llego sano y salvo a sus casas.
Por Carlos Ibarra.
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