COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com
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martes, 28 de febrero de 2023

LEYENDO LA CIUDAD EN BICICLETA



Black Moon Rising - Black Pumas



Toda la semana había tenido una idea y no dejaba de darle vueltas a mi cabeza. Esto surgió a partir de la lectura de un libro de Gabriel Zaid, ‘Cómo leer poesía en bicicleta’ y del recuerdo de unos versos de Ximena Atristrain: “Para leer en bicicleta es preciso no tener miedo, sujetar la memoria / con flexibilidad y mirar al frente y al suelo”.


Pensé en montarme en la bici junto al libro que estaba leyendo en ese momento (‘Quaresma, descifrador. Relatos policíacos’ de Fernando Pessoa); pero luego consideré que sería peligroso y podría causar un accidente. Ya alguna vez me caí de la bici estando totalmente parado y no quería ver qué sucedía.




Clocks - Coldplay



El martes había acudido a tomar un café y saludar a Ara y Carlos al Santuario de la Bicicleta y me comentaron que el miércoles habría una rodada nocturna. La primera que harían. Un ‘cáliz’.  Pensé que sería una buena idea acompañarlos.


Al día siguiente me encontraba, minutos antes, en el punto de reunión y listo para pedalear. Me dio gusto saludar a todos los que ya estaban ahí y a los que se fueron integrando. Primeramente dijeron que iríamos a la Basílica de Zapopan. Me pareció una excelente idea, porque no había pedaleado para esa zona en grupo, ni mucho menos de noche. 


Pero los planes fueron otros.




This is  hardcore - Pulp


Fue interesante, porque mientras recorríamos las calles, iba dándole solución a un cuento que llevaba días escribiendo. Al salir del Santuario recordé de qué iba la idea, pero preferí dejarlo y disfrutar el viaje. Pasamos por la cenaduría Esther y recordé que no había comido. Esperaba que pudiera aguantar todo el trayecto.


Salimos rumbo a la Catedral Metropolitana. Subimos por Miguel Blanco y en el cruce con Pavo vi el depa en el que viví hace 7 años. Qué buenas fiestas se hacían ahí, caray. Inolvidable la noche en que no sé cómo fue, pero llegó Gerardo Enciso y se puso a tocar mi guitarra. Después agarramos Calzada del Federalismo y La Paz. Pasamos por mi oficina y ahí fue cuando regresó la idea del cuento que estaba escribiendo. 


Me gustó mucho subir por toda la Avenida La Paz. Siempre es agradable ver las casas estilo francés en esta zona así como la Parroquia de Nuestra Señora de la Paz, obra de Ignacio Díaz Morales.




Tour de France - Kraftwerk


Llegamos a un parque que es de mis favoritos: El Parque de las Estrellas o "galaxia botánica" como refiere Agustín del Castillo, en una nota publicada en Milenio, que le llaman a este espacio que contiene cerca de 500 especies de plantas y árboles. 


Los siguientes puntos, (el Puente Matute Remus y la Colonia Chapalita) me hicieron recordar a ‘Los Detectives Salvajes’ de Roberto Bolaño. Así como recorrer la ciudad de México, de alguna manera, es ‘leer’ la novela, recorrer mi ciudad es recorrer mi historia en ella. ‘Me leo’ al recorrer estos lugares en los que estuve charlando, en alguna reunión laboral o alguna cobertura periodística. 





Marquee Moon - Television


El regreso fue por Avenida Hidalgo, otra de mis calles favoritas de la ciudad. La próxima novela que escriba, seguro se desarrollará en su totalidad en lugares de esta calle.


Creo que la mejor manera de cerrar la rodada fue llegar al Santuario, descansar un rato e intercambiar puntos de vista con todo el grupo.


Crónica por Miguel Ángel Avilés Mendoza


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sábado, 7 de septiembre de 2019

"TRES CICLISTAS FELICES POR UNA RODADA MARAVILLOSA QUE NO TIENE PRECIO" CRÓNICA DE LORENA, ROCÍO Y ANDRÉS.


Somos tres personas aficionadas que querían poner a prueba su fortaleza física y mental: Lorena Merchan, Rocío Palomares y Andrés Miranda. No hace mucho empezamos a entrenar para lograrlo, sin embargo, teníamos miedo de no poder lograrlo. Se llegó el gran día para el recorrido al club de UDG con la expectativa de superar nuestros miedos.


El recorrido inició en el Parque el Refugio, donde te encuentras con sonrisas, saludos, algunas expresiones de sueño, y una que otra cara de preocupación. Gente en realidad muy amable y dispuesta a ayudar. Ahí estaba el puerquito para ayudar a Nariz Roja en la construcción del segundo albergue para los niños con cáncer


Primera parada: La Minerva, excelente vista, nuevos letreros y una gran vista.


Primera ponchada, fue un espacio para el primer descanso y algunas fotos bajo el puente.


Segunda parada: el tren se interpuso en nuestro camino y tuvimos que parar, cargar la bicicleta. Cruzamos las vías y algunos se permitieron apostarle a la suerte colocando monedas en la vía.


Nuestro andar en ascenso nos llevó al inicio de la terracería, ahí donde termina Av. Inglaterra y aviación. Para los inexpertos, los pensamientos que cruzaban por la mente eran: ¿cuándo terminan las piedras? ¿es obligatorio pasar por los charcos? ¿la ruta por el camino de la basura fue planeado? ¿este dolor de cabeza es normal?, no hay respuestas


Seguimos avanzando y por fin, terminaron las piedras… los pensamientos eran ¿ya llegamos? ¿aquí empieza la carretera? ¿aquí nos recoge la grúa?, pero de nuevo, no hay respuestas…Así, al primer giro hacia la derecha, ¿Qué es lo primero que vemos? ¿esto cierto? ¿tenemos que subir eso? Y ahí si hubo respuesta “SI”, “hay que subir”, pero eso no fue lo “mejor” ….

Había un sinfín de subidas demandantes (para los inexpertos), y cada una parecía más compleja que la anterior, tal vez era el cansancio, tal vez la inexperiencia, pero cada subida parecía la prueba final, sin embargo, al llegar a la cima, nos encontramos con paisajes coloreados en tonalidades verde, amarillo, café y un brillo incandescente del astro sol.


Por fin las bajadas, una aparente luz al final del camino, y o sorpresa, no había luz, había más piedras, más curvas, y luego, más y más piedras y curvas, y a pesar de nuestra falta de experiencia, lentitud y torpeza, los guías siempre estaban ahí para cuidarnos, darnos palabras de aliento y asesoría en una que otra caída. Justo antes de la subida más demandante, aprovechamos para tomar fotos de una excelente vista con un lago lleno de vegetación, gente entusiasmada y la noticia de que dos compañeros habían abandonado el camino, tomamos un aliento y seguimos.


Por fin “la meta”, un momento para convivir, conocer gente y disfrutar de nuestros alimentos, bebidas hidratantes y no tan hidratantes. Lo mejor, de nuevo los compañeros que en todo momento estuvieron atentos a nuestras opiniones y por si necesitábamos algo.


El regreso, un debate ¿carretera o terracería?, en el grupo imperó la democracia, se decidió carretera. Nos encontramos con el sol irradiante, algunos obstáculos, tres pinchaduras, aprendimos el arte de poner una llanta, algunos a ser pacientes y esperar a los compañeros, otros aprovecharon este espacio para seguir en la zona de hidratación.


Por fin, decimos dejar carretera para tener sombra y evitar el peligro, pero ¡oh sorpresa! Nos teníamos que enfrentar al que creíamos era el reto final, la última subida imposible de lograr, pero con sudor, zig-zag, palabras aliento mucha hambre, y en donde el esfuerzo físico ya no era relevante y el mental tuvo que imperar, llegamos a la cima, con un sentimiento de satisfacción y la creencia de que ya estábamos cerca de la meta.

Una última parada, en aviación donde no supimos si reinó la democracia o la anarquía, pues se hicieron tres grupos y de una manera u otra permanecimos en grupos pequeños, unos a máxima velocidad, otros se siguieron hidratando, otros infringiendo las leyes de tránsito y los otros a los que no volvimos a ver. ¡La llegada al El Refugio fue como el respiro que debe sentir cualquier persona que alguna vez haya invertido todo su esfuerzo en un recorrido de este tipo, esa recompensa simplemente no tiene precio!

Gracias a todos los que hicieron posible este trayecto, a todos los que estuvieron para nosotros en esta primera experiencia…en fin, gracias Cámara Rodante.

martes, 22 de enero de 2019

"AHORA ME TOCÓ A MI Y NUEVAMENTE CONQUISTÉ LA TORRE 2" CRÓNICA DE CARLOS IBARRA


Ara y yo decidimos volver  a las rodadas domingueras,  ya más continuamente, por el bosque y caminos rurales con Cámara Rodante, después de un tiempo de interrumpirlo por el nacimiento de nuestro hijo Santiago y que nos ha llenado de alegría y de hermosas experiencias. Decidimos hacerlo alternados, un día ella, un día yo, un día los dos, un día ninguno y un día junto con los chiquillos, pero el chiste es de disfrutar cada momento, ya sea en bicicleta o sin bicicleta, porque solamente hay una vida y tenemos que aprovecharla al máximo. :)

El domingo pasado le tocó a Ara de hacer su primera rodada y fue hacia los Guachimontones, donde llegó fascinada, mientras Julieta, Santiago y yo disfrutábamos de una paseo por la Vía Recreactiva. 

Este domingo 20 de Enero me tocó a mi y fue primera rodada del año, y era hacia la Torre 2 del Bosque de la Primavera y decidí hacerlo desde el centro ida y vuelta. La verdad es una maravilla andar en bicicleta por toda la ciudad, el combinar el asfalto con la tierra, la ciudad y el bosque. Mi gasolina, las piernas.

Esta travesía desde el centro me acompañaron Chester Camacho y Gustavo Panduro, que nos habíamos citado previamente vía Whatsapp a las 6:30 de la mañana en el Parque el Refugio, ya que la cita en Postes era a las 8:00am para así ir con calma. Ahí recordé como hace casi 11 años salimos de ahí, siempre era nuestro punto de reunión, domingo a domingo. Les sugerí una ruta pero ellos me convencieron de inmediato que nos fuéramos por otra ruta, y fue todo Garibaldi, Victoriano Salado, avenida México, avenida López Mateos y todo avenida Mariano Otero hasta llegar a la entrada del Bosques.

Fue un ritmo tranquilo, el tiempo loo teníamos a nuestro favor e hicimos aproximadamente una hora, la verdad pensé que se me iba hacer pesado ese primer tramo de 17 kilómetros.

Al llegar a Postes me dio gusto ver a mucha gente que no le preocupa tanto el desabasto de gasolina y y se animan a disfrutar de la vida, Vi caras conocidas, varios iban a rodar por su cuenta pero se acercaron a saludarnos, ya que en algún momento pasaron buenas aventuras con Cámara Rodante. Edgar Fidalgo también regresó a las andadas de los paseos y lo inició siendo guía junto con Javo Corleone.

Esperamos unos minutos para ver quienes más llegaban y después arrancamos para conquistar la Torre 2.


Me fui como siempre de barredora, hasta atrás, a mi paso, sin presionarme y así disfrutar del fresco bosque y de verificar como arreglaron el camino y que desgraciadamente eso está permitiendo que más gente suba en auto. Pero bueno allá ellos, para mi y para muchos creo que es una forma de entrenamiento subir hasta el 8 y 1/2 en bicicleta.


Ya en el 8 y 1/2 nos tomamos la tradicional fotografía de grupo, descansamos un rato para retomar el camino hacia nuestro objetivo. La Torre 2, es una de mis rutas favoritas, disfruto del paisaje y el camino tiene de todo. Poco a poco el grupo se iba a abriendo, en pequeños grupos o en individual, es algo natural, ya que cada quién va agarrando la cuesta a su forma, a su ritmo.


En algunos momentos pues de plano me tuve que bajar de la bici ya que había mucha piedra suelta y con una buena pendiente que no tengo la habilidad de pasarla como los pro, jajaja y el bosque también se disfruta caminando.


Después de subir y subir , por fin llegué a la Torre, que ya de verdad la extrañaba. Ya varios ahí estaban un rato esperando, decidimos subirnos a la torre y tomar unas fotos panorámicas y observar la grandeza del bosque. Es una maravilla respirar aire puro. Los tres mosqueteros que llegamos a la Torre 2 desde el centro nos tomamos la foto de la gran conquista.


Ya que terminamos de contemplar la hermosa vista, decidimos retornar nuestro camino, cada quien agarró su ritmo nuevamente para terminar gloriosamente en la tiendita y de asídisfrutar de unas bebidas que saben a gloria.


De regreso hacia el centro de la ciudad me acompañó Jorge Ruvalcaba y le dimos a buen ritmo, pues ya era bajadita y nos despedimos en Chapultepec.

En Chapu me encontré con mi familia para disfrutar de un rico sushi y terminar el día con una rosca de reyes a destiempo pero muy rica.

Crónica por Carlos Ibarra
Cámara Rodante

miércoles, 10 de octubre de 2018

"UNA RODADA EN EL ZOOLÓGICO GUADALAJARA, GUARDADA EN LA MEMORIA" CRÓNICA DE DELIA CHÁVEZ


Suena el despertador 5:00 de la mañana, lo primero que pienso es, no es de Dios madrugar en domingo, pero automáticamente recuerdo la gran aventura que me espera y salto de la cama… 7:00 am, estacionamiento del Zoológico de GDL, comienzo a ver hombres, mujeres y niños en sus bicis, con sus cascos y guantes, se vibra la pasión y vibro con ella, respirando mi primera aventura en la rodada, sintiendo el aire fresco.

Nos acercamos todos para para reportar nuestro registro y adquirir las entradas, veo ya varios rodantes dentro, bicicletas totalmente preparadas para la aventura e inclusive una, con una continuación al final de una pequeña bici para un pequeño.


La primera instrucción, divertimos, respetar y disfrutar, seguida de que esta rodada será encabezada por todos los pequeños, quienes nos marcaran el paso, wow! que líderes; nuestra primera parada, en la fuente donde están los flamencos, vista bella, amaneciendo, sintiendo la brisa de la misma e indican seña de guardar silencio y nos dicen: “escuchen lo que nunca volverán a oír en el zoológico”, sí, eran los rugidos de los leones, que cosa tan mas impresionante, seguimos nuestro circuito y pasamos por la zona de los venados; la verdad, he ido varias veces al Zoo y siempre los veía acostados, pastando, pero cuál es mi sorpresa, toda la manada corría de una forma encantadora alrededor de todo su recinto, sentías su energía matutina; continuamos nuestro trayecto y pasamos con los leones, como siempre descansando, pero en lo alto, los veíamos perfectamente y la leona, también nos veía, de una forma totalmente intimidante, dejaba muy en claro su poder.


Una de las cosas más impresionantes y gran regalo, es la entrega, fraternidad y apoyo, que se siente con todo el grupo, llegamos a una pendiente bastante empinada, donde se da la instrucción de bajarla caminando, a mí me dicen que yo puedo bajar sobre mi bici, ya que se me dificulta un poco hacerlo caminando y cabe mencionar que es eléctrica.



Pues bueno, inicio la bajada, totalmente frenando, comienzo a escuchar que rechinan lo frenos, como maquina de tortillería y la velocidad no disminuía, grito: ¡me quede sin frenos! automáticamente como ángeles, me frenan de mil formas, inclusive, deteniéndome de la canastilla trasera y me van acompañando hasta el final, definitivo me salvaron de una gran caída, sentí la adrenalina, susto, pero también una gran seguridad y pertenencia a un fenomenal equipo.


Seguimos y llegamos al mirador ¡que vista de la barranca con neblina! ahí tomamos un descanso para disfrutar la majestuosidad que nos regala Dios y cargarnos de energía.
 

Volvemos a la rodada de regreso al final del trayecto, pero no del día, lleno de aventuras, porque al dejar las bicicletas resguardadas, nos fuimos todos en grupo al acuario, para cerrar con broche de oro el 10mo aniversario de Cámara Rodante y de este atractivo de nuestro Zoológico de Guadalajara.


Estoy totalmente maravillada por su increíble coordinación, motivación y energía, así como inmensamente agradecida con Cámara Rodante y con el Zoológico de Guadalajara, por permitirme vivir tan magnífica experiencia, que me llevo grabada en la memoria, vibrando aún mi piel y definitivo en mi bicicleta sin frenos, jajajaja.


Gracias y que tengan un maravilloso día!! :O)

 Crónica por: Delia Chávez Esquivel

Cámara Rodante

jueves, 16 de noviembre de 2017

"Y TOQUÉ EL PUENTE DE ARCEDIANO" CRÓNICA DE ROGELIO E. CASTILLO H


Existe un rincón en nuestra ciudad que no me había tocado conocer. El Puente de Arcediano, en las comisuras de la Barranca de Huentitán.

Tan cerca y tan lejos de la urbe. Tan cerca porque no son ni 5 kilómetros lineales, aún bajando de 600 metros hasta la base, tan lejos, porque recorrer este camino te arrebata del mundo de “arriba”, del Valle de Atemajac y sus prisas eternas por llegar a ninguna parte. Y el pasado domingo tuve la suerte de descubrir esta ruta al emblemático y añejo puente que era la puerta norte para nuestros ancestros hacia las lejanas llanuras desérticas de aridoamérica.

Y aparte de la suerte, fue un gusto que superó mis expectativas, rodando con los colegas de Cámara Rodante, que fieles a su filosofía y su estilo de rodar, habían convocado a uno que otro conocido o amigo (como yo) para que se unieran a esta “rutita”.

Así como yo, no pocos ciclistas recibieron el aviso (hasta el legendario Gelasio, maestro y compañero de tantos apareció para rodar con todos), de primera mano, de rebote o simplemente de oídas y en domingo, a las 7:00 horas empezamos a llenar el estacionamiento del punto de arranque, hasta que alrededor de las 7:30 horas, unos 70 ciclistas estábamos prestos a iniciar la aventura.


Luego de las sensatas recomendaciones y claras indicaciones por parte de Edgar, el grupo se puso en movimiento, siguiendo la guía del propio Edgar y de Pedro, con el acompañamiento de una unidad de la policía municipal de Guadalajara, más vale que sobre y no que falte! Y no sobró.

Un incidente se dio cuando una compañera cayó casi empezando, estábamos por adentrarnos a la barranca cuando en un parpadeo estaba ya boca abajo en el suelo. Aquí se demostró nuevamente la hermandad que reina entre los ciclistas de montaña.

El grupo que veníamos cerca nos detuvimos y para pronto ya había dos ciclistas apoyándola en la revisión obligada e indicándole qué hacer y a qué ritmo irse reincorporando. Afortunadamente no se vieron consecuencias en ese momento, todo se movía como debía y más allá del susto no pasó. Ella decidió no continuar, y en el respeto a su decisión la apoyamos.

Nos reagrupamos unos 200 metros más adelante, en la caseta de vigilancia que de hecho da acceso a la bajada a la barranca y ahí presentando Edgar el oficio correspondiente nos dieron el visto bueno para continuar… ahora sí, cada quien a su ritmo y en la medida de sus capacidades empezó la bajada, eso sí, con la indicación de seguridad de no rebasar a la patrulla.


Hermoso. Es la palabra que creo que mejor define este camino, pero no sé, creo que se queda corta. Y es que mientras iba bajando la barranca, rodeado de esos paisajes majestuosos, a lado de otros tantos ciclistas que como yo, habíamos superado la modorra y ahora íbamos juntos, sonriendo, sintiendo el fresco mañanero, llegados de todos los puntos cardinales de la mancha urbana y de más allá, escuché que una tercia de chicas ciclistas llegó desde Colima!! todo esto fue dándole un sabor peculiar a esta ruta, esa emoción de la primera vez, esa sensación del niño que se levanta en navidad a ver sus regalos, ese impulso de sonreír por sonreír, sin más que esperar, sin más que disfrutar al máximo cada paso que das (o en nuestro caso, pedalazo que das).


En ese día habíamos llegado de tantos lados, con un mismo impulso, rodar y rodar. Para mí, rodar a lo desconocido, esta era una ruta que nunca había recorrido, generalmente rodando en el Bosque de La Primavera, ahora me aventura al norte de la mancha urbana y voy sintiendo cómo la barranca me va engullendo, pero sin temor, hay una sensación de irme agrandando al mismo tiempo que voy descubriendo lo pequeño que soy, que somos.

¿Cómo explicarlo? Más de 50 almas bajando, el grupo va tomando diferentes formas, se alarga en momentos, se divide en grupúsculos, como células de un mismo flujo sanguíneo que va avanzando y adquiriendo personalidad. Voy brincando de grupo en grupo, escucho pláticas diferentes, que cómo llegaron, que las cervezas de ayer, alguien sólo sonríe y alguno va como en oración, concentrado en su pedaleo y en su respiración.

Mi primera parada, una vista de postal (omitiendo el hecho que mucha de esa agua no es la mejor presentación), una de las varias represas a lo largo de este tramo del río, rodeada de inmensas paredes de roca esculpidas a lo largo de decenas o centenas de miles de años, recubiertas de arbustos, mezquites y otras plantas que ya anuncian la zona semiárida al otro lado de la barranca. Y pequeñitos como hormiguitas alcanzo a ver a ver a otros de los colegas que ya reemprendieron el camino (busquen en la foto, en la parte inferior hacia el centro, un puntito blanco/azul, ahí va un ciclista).


Tomo la foto obligada y retomo el camino, mis ojos no caben en sí tratando de captar la magnificencia de las paredes que me cobijan, me topo con un par de “trepaditas” que van anunciando el esfuerzo que habremos de realizar al regreso. Yo las veo y me digo: “bueno, si ahorita la subo, de regreso este será un tramito de descanso, jeje”.


Ahora si, seguimos bajando otro rato hasta llegar a lo que parece ser el nivel más bajo, empezamos a toparnos con más gente, caminantes, corredores, lo que indica que estamos ya acercándonos al puente. Que grato es ver a tanta gente moviéndose, respetándonos todos, pidiendo el paso, dando ánimos a los otros. Aparte de ejercitar nuestro cuerpo vamos alimentando el espíritu.


Finalmente, a casi 20 kilómetros del arranque y luego de alrededor de 1 hora y 40 minutos llegué a la primera meta, ahí estaba el puente de Arcediano, historia de poco más de un siglo ante mis ojos. Ya estaban un buen número de los que iniciamos la rodada juntos, e iban llegando más después de mi, de uno en uno, de dos en dos, en grupitos.

Todos con la cara de satisfacción y con el gusto de estar y ser parte de este formidable grupo. Grupo de grupos, las de Colima, los Botargas, los “Cámara”, los que se sumaron para esta vez, los que se van a quedar en Cámara, los que somos parte de todo el colectivo, de todos y de ninguno.

Tomamos fotos, posamos, comimos algún snack y nos fuimos preparando para la segunda meta… el regreso a nuestro punto de arranque, habríamos de pagar la diversión y emoción de la bajada con el esfuerzo, resistencia y entereza de la subida.


Igual fuimos arrancando de poco en poco, unos todavía estaban del otro lado del puente en las últimas tomas fotográficas mientras algunos terminaban su pre-desayuno o simplemente alistaban la mente para el esfuerzo que vendría.


Y así, con la clásica… no mires tan adelante (para no ver el trepadón), enfócate en los metros delante de tí y sigue pedaleando. Así fuimos remontando los primeros columpios hasta que fuimos dejando atrás a nuestros compañeros caminantes y corredores y volvimos a ser los ciclistas los dueños del camino… íbamos nuevamente en células, los grupos que se unían unos metros para luego separarse durante en una trepada y volverse a juntar poco después, y algunos que íbamos de grupo en grupo, a ratos sonriendo y echando porras al compañero con el que compartimos el camino unos metros, a ratos en solitario.  Esta es la magia de rodar en la montaña, cuando vas compartiendo con alguien.


Aún sin platicar sientes el apoyo, la compañía, el ánimo para seguir pedaleando. Y cuando por unos minutos ruedas en solitario, te absorbes del mundo, de las rutinas y vas en una ardua plática contigo mismo, recordando esa tarea pendiente que tienes, o simplemente contando la cadencia de tu pedaleo para ir mejorando, porque recordaste la plática con tu compañero de la rodada anterior, en la que te daba algún tips para no cansarte tanto, o para guardar energía para una trepada. O vas pensando en que es momento de lanzarte a tu nueva aventura, de cambiar tal o cual pieza a tu bicicleta, tanto que pensar que de repente ya no piensas, solamente vas en la ruta, uno con la bici. Así llegué casi sin saberlo, a la caseta nuevamente.

Retrocedí un poco y miré hacia la barranca nuevamente, fue un silencioso “hasta luego” y “gracias”, por lo gozado, lo ofrecido, lo regalado, por los amigos (los viejos y los nuevos), por la oportunidad de rodar, quise tomar una foto como para grabar ese instante y continué. 

Pero no había terminado aún!, porque todavía nos faltaban unos 6 kilómetros y 200 metros de ascenso, nada despreciables, y a esa hora ya con el sol en lo alto, claro que se sienten! Ahí íbamos unos 4 o ciclistas, pero separados, cómo echándonos porras de lejos, viendo que ahí adelante va otro, pues no dejar que se aleje mucho y lo mismo estaría pensando mi compañero que vendría un poco más atrás.


Ya, la última recta, termina el ascenso y veo a lo lejos el restaurant donde dejamos los carros, lo logré! Lo logramos!

Gracias cámara rodante! Gracias Edgar!, Gracias Pedro!, Gracias a todos! Conocí una nueva ruta, disfruté una rodada, conocí a nuevos amigos, volví a saludar a otros tantos, sentí el compañerismo de Cámara Rodante, comprobé que todos somos un mismo impulso en muchos pares de pedales! Y ahora sólo queda esperar la próxima y como me gusta decir… a rodar!!!

*Rogelio Eduardo Castillo
Cámara Rodante

*Es autor del libro Ciclismo de montaña, o cómo llegar al cielo en dos ruedas.


jueves, 13 de julio de 2017

"UN GRAN DÍA, UN GRAN MOTIVO Y BUENAS AMISTADES", POR JESÚS ALUNA


Por vez primera, sentía la necesidad de apoyar una causa: SÍ A LA CICLOVÍA. Motivado por ello, muchos días antes, vi la invitación que publicó Cámara Rodante en su Facebook.

Fue el momento en que decidí rodar con ellos desde el punto de reunión que fue en el Parque del Refugio hasta las casillas de votación en el bulevar Marcelino García Barragán.


Para ser la primera vez, fue una experiencia fructífera y positiva. Desde el primer momento, observé un ambiente familiar, de acogida, donde todos se saludaban y platicaban ya sea de sus experiencias en las rodadas anteriores o bien sobre esta consulta popular que se estaba haciendo.


Veía que algunos sonreían, otros reían, los niños jugaban. La verdad, para mí, fue un momento apremiante. Antes de comenzar con la rodada, no conocía a nadie, pero empezamos a platicar con algunos de lo que nos gusta, la bicicleta. Durante el recorrido fui platicando con Carlos, que iba con toda su familia, me dio mucho gusto ver a sus niños rodando junto a todos nosotros.

El recorrido fue corto pero estaba acompañado de mucha alegría, amistad y paciencia. Pienso que todos los que compartimos el gusto por la bicicleta, tenemos el mismo sentir, queremos dejar algo mejor para las futuras generaciones.

Nuestro compromiso es y será, seguir sembrando esa semilla par que en un futuro podamos ver los frutos. Me siento contento al saber que el resultado fue positivo y muy contundente. Creo que es un mensaje claro para todos los que vivimos en esta hermosa ciudad. Creo también que nuestra participación activa es muy importante para seguir generando espacios de diálogo y decidir lo que en verdad nos conviene.


Finalmente, quiero agradecer a Cámara Rodante, sobre todo a Carlos por haberme pedido amablemente relatar esta crónica a la cual no me pude negar.

Termino este pequeño testimonio con una estrofa del poema “Masa” del gran poeta peruano Cesar Vallejo que dice así:

                    “Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste,                                         emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar...”.

Estoy convencido que solo la solidaridad humana, la unidad, la esperanza, los sueños nunca mueren y que las aspiraciones sagradas de cada hombre pueden ser escuchadas cuando unimos nuestras voces por una causa común.

Gracias.

Crónica de Jesús Aluna
Cámara Rodante

miércoles, 5 de julio de 2017

"PEDALEAR EN EL BOSQUE O EN LA CIUDAD ES UNA MARAVILLA" CRÓNICA DE HUGO ACEVES


El tan esperado domingo 2 de julio por fin llegó,  para poder pedalear con todos los camaradas bikers que disfrutan al igual que yo,  este grandiosos  placer  de pedalear  en la montaña. Camino hacia el punto de partida acordado, estuvo genial el recorrido, con algunas  gotitas de  lluvia  pero muy muy muy  agradable.

Ya en el punto de partida acordado para  salir  hacia La Primavera, empezaron a llegar los camaradas  ciclistas. Agarramos  camino  hacia  La Primavera  y fue muy suave esa experiencia de pedalear  en grupo  por esas  avenidas  que  son un poquito  complejas  por  el cruce del “peri” y  la avenida Guadalupe.

Ya en  Los  Postes,  me gustó mucho ver a bastantes camaradas ciclistas que también iban a subir, lo que me pareció muy  bien, que  ya  muchas más  camaradas  mujeres se están animando a  pedalear.


Ya arriba  en el camino hacia  el río de agua caliente, fuimos  algunos  los que nos ponchamos, pero  me gustó mucho  la camaradería  de que si se queda  uno atrás  o ponchado, se  aplica  aquella que dice  “juntos venimos,  juntos  nos  vamos”.


Después  hubo  algunas  bajadas  con algo de técnica  y unas  subiditas  medias   exigentes, pero con el  apoyo de  las  raza  ni se sintió  lo pesado.


Por  fin llegamos  al río  de agua  de caliente  de La  Primavera;  algunos pasaron en bici  y otros a pie y yo no me pude  resistir a darme  un riquísimo  chapuzón  en esas  aguas  tan   ricas  y que nos ayudaron para  cargar energías   para seguir  pedaleando.


Después  vinieron  varias subiditas muy buenas,  hubo de   todo,   terracería   y  piedras   hasta  llegar a  la Venta del Astillero. Y al  llegar  a la  carretera hacia  Zapopan,  cuando íbamos en  pelotón  pedaleando,  nos dieron una  muy  buena  ayuda  unos  policías  y algunos  camaradas  ciclistas en carro  para  seguirnos  como  escoltas  hasta  llegar  casi al  punto de  partida.

Me gustó  mucho  haber pedaleado  con  ese  grupo   de personas que  amamos  el pedalear.  Hubo  algunos  camaradas  que parecía no hacerla para el pedaleo,  pero al contrario,  lo hicieron muy bien. El solo hecho de  poner pies  en el pedal y decidirse  a  pedalear, los hace todo unos  triunfadores. 

Crónica de Hugo Aceves 
Cámara Rodante