Este acto es un homenaje a uno de los tantos ciclistas que han fallecido a causa del transporte ya se público o privado y es una llamada de atención para esta ciudad caótica que no existe el mínimo respeto al ciclista.
A continuación el texto integro que se leyo ayer en el homenaje.
La bici fantasma
La bici fantasma
A final de cuentas solo eres un ciclista más que muere atropellado, arrollado en una vía pública de esta inmensa mancha urbana. Pasas a formar parte de las estadísticas que fríamente se develaran en algún informe sobre accidentes viales que la dependencia oficial en turno tendrá que entregar como parte de su quehacer cotidiano.
Nos enteramos, y hoy estamos aquí, justo en el lugar donde cegaron tu vida Álvaro Octavio ofreciendo este pequeño, pero a la vez simbólico acto. Ironía de la vida el habernos enterado, pues este tipo de noticias no son notas relevantes para los medios de comunicación ni para los habitantes de una ciudad que vive a un ritmo cada vez más acelerado y caótico. Pero ahora los medios decidieron publicarlo, quizá porque Calderón, Obama y Harper aun no acaparaban toda la atención y había un hueco donde colocar la nota.
Qué fue lo que ocasionó el desenlace de este accidente, no lo sabemos. Sería un descuido de tu parte, Álvaro Octavio, al tratar de cruzar una gran avenida donde los automotores se convierten en los reyes de la velocidad y del espacio para la circulación, o sería la imprudencia del conductor de la camioneta que no controló el vehículo cuando tu cruzabas con tu bici trasladándote a tu destino… no lo sabemos. La escena estaba vacía, y quedó muda, sin testigos.
Con este escenario resulta complicado deslindar responsabilidades, pero el hecho o suceso queda en nuestras conciencias. Y nos queda la pregunta ¿Por qué suceden estas cosas? Recordemos que este espacio y todos los que configuran la madeja de calles, avenidas, banquetas, camellones, de esta gran ciudad son comunes, es decir los construimos, o al menos en teoría, deberíamos de construirlos todos y todas.
En este sentido todos y todas somos en parte culpables. Nuestras autoridades, por no garantizar una movilidad urbana segura, eficiente y eficaz, tanto para el peatón, génesis de la movilidad humana, los ciclistas, y en el ultimo eslabón de la cadena los automotores y, al mismo tiempo, continuar favoreciendo la creación de proyectos de movilidad poco sustentables, sin una lógica integral, que atiende más a fomentar el uso indiscriminado del automóvil y a tratar de presentar una megapolis “moderna”, de primer mundo. Culpables también somos nosotros, las personas aquí reunidas y las que cohabitan en esta ciudad, por no levantar la voz, por no exigir nuestros derechos a desplazarnos de manera segura, por no ser tolerantes frente al prójimo que también se desplaza, por carecer, en muchos casos, de una educación vial que permita la convivencia.
Por eso este acto cargado de simbolismo al colocar esta bicicleta fantasma aquí, no debe de ser para que sumemos un número más a la estadística, sino para que permanentemente nos este cuestionando y recordando que tenemos una responsabilidad colectiva, tanto autoridades como ciudadanía, de no permitir que hechos tan lamentables como la muerte de Álvaro Octavio se sigan presentando y formen parte del paisaje urbano en el que todos y todas cohabitamos.
Pato Esquivel.
Pato Esquivel.
Fotos y videos: Carlos Ibarra
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