Domingo 29 de septiembre de 2013, levantada a las seis de la mañana, sin sueño ya que un día antes había hablado con mi querido amigo Carlos Ibarra fundador de Cámara Rodante, grupo ciclista integrado por entrañables amigas y amigos, los cuales por múltiples situaciones no había podido acompañarlos a rodar desde hace más de seis meses. Pero hoy, hoy, hoy, dije si voy.
Le hable Carlitos y me puse de acuerdo con él para vernos en el Refugio punto de reunión del grupo para salir todos juntos. Pues bien sigo con mi relato, con entusiasmo y alegría subimos las bicis a la camioneta y ooohhhh sorpresa, mi muy distinguido vecino puso su flamante vehículo estorbando mi cochera y como son taaaan amables, ni caso de pedirles que lo movieran y menos a las seis y media de la mañana, así que después de cómo veinte minutos de hacer malabarismos logramos sacar la camioneta. Al ver la hora que era , le marco a Carlitos para avisarle que ya íbamos para allá.
Llegamos como siete veinte y listos todos, acomodaditos nos enfilamos a la carretera a Chapala, al punto de reunión en Los Burritos de Moyahua. Cuando íbamos por la avenida Washington un hábil, honorable y honrado policía de tránsito que nos para, argumentando que no traíamos el engomado de la verificación vehicular. Sorpréndete su visión ya que las bicicletas obstruían la vista pero como los guardianes de la sociedad cuentan con vista de rayos x pues que nos multan, y ni modo. me fue bien no tuve que dar mordida, pero si tengo que llevar la camioneta a verificar. Después de este encuentro con nuestros guardianes de la integridad social, proseguimos ya sin ningún altercado al punto de reunión, Llegamos y ya estaban todos listos para iniciar la rodada por el antiguo camino a Chapala, bajamos bicis .
Y a iniciar nuestra aventura en la montaña. La cual me recibió con entusiasmo y alegría ya que las veredas, montañas y el cielo estuvieron preciosos. Llevábamos como veinte minutos de rodar cuando suena el teléfono de Carlos, hablando Omar que apenas iban llegando. Todo por lo tardoso del Mayester, ese amiguito precioso que es muy entretenido, así que les dimos las respectivas indicaciones de cómo alcanzarnos y proseguimos con nuestra rodada, llegamos a un rio con bastantita agua a lo que luego, luego me pongo de moño, de que no me quiero mojar.
Por lo que mi hijo muy caballeroso me cargo hasta el otro lado del rio. Y proseguimos nuestra rodada, en un momento del camino pasando la población de las cañadas, lugar con casas muy grandes y pintorescas, nos encontramos con unos charcos de lodo y agua mega grandes (bueno, consideren mega grande para una persona de 1.55 de estatura) y como mi querido caballero ya se había adelantado no me quedo otra más que entrarle. Pos ahí voy. Yo como una gran pro en una de esas que me falla y al piso voy a dar en mero en medio de un charco lo malo que no era de agua sino de lodo y me termine dando una buena enlodada. Me dio tanta risa porque al iniciar la rodada no me quería mojar. Pues valió la cargada del caballero andante.
Muy amable Carlitos Ibarra me trata de ayudar pero era tanta mi risa que no me podía parar, contagiándolo a el también que nos tardamos en volver a iniciar nuestra rodada. (Como extrañaba estos momentos de diversión con todo y golpes).
Continuamos rodando hasta llegar al poblado de los Lo Potrerillos ahí nos alcanzaron Omar, Jorge, Mayester, Eduardo Vargas y otros dos chicos, llegaron todos empapados ya que tuvieron que rodar muy rápido Eso para ellos no es problema ya que tienen mucha experiencia rodando y este paseo para ellos es ir al parque.
Nos saludamos y me dio muchísimo gusto volverlos a verlos ya que tenía un buen tiempo de no rodar con ellos. Nos concentramos todos en la plaza del pueblo, algunos nos hidratamos otros se reque tehidrataron con unas cervecitas. Nos tomamos nuestras respectivas fotografías del recuerdo y nos reagrupamos para volver a nuestro punto de partida, con apoyo de nuestros guías Edgar, Joel y Rigoberto.
Nuestro regreso fue por otro lado del cerro, lugares también muy bonitos con subidas muy pronunciadas y bajadas daungileras. Mi bici se resintió de no haberla sacado durante mucho tiempo y el desviador se amoló, así que el regreso me toco en la camioneta que nos apoyo como barredora, camioneta de una familia muy amable que nos acompaño todo el trayecto. Después de dos horas de caminar por cerros, montañas y veredas regresamos a nuestro punto de partida Los Burritos de Moyahua.
Nos despedimos de carrerita porque todos ya estaban ansiosos por regresar a sus casas, pero no crean que por estar con sus familias, sino porque ya se habían organizado para ir a ver el partido de las chivas.
Así que aquí termina mi relatoría de esta rodada con saldo de: una multa, un desviador roto, un buen golpe en la rodilla, una ruta tranquila con saldo blanco y sobre todo “LA GRAN ALEGRÍA DE VOLVER A RODAR CON MIS AMIGOS DE CÁMARA RODANTE”. Compañeros ya de cinco años de estar rodando por los caminos de Jalisco y Nayarit.
Crónica de Lina Ruth Gleason
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