COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

jueves, 16 de enero de 2020

SERES DE DOS RUEDAS


Nunca creí que por voluntad propia me levantaría a las 6 de la mañana un domingo. Pero lo hice. Tomé café. Monté el rack en mi minúsculo auto y partí junto con mi amiga Laura a la expedición ciclista. Apenas salió el primer rayo de sol en el firmamento y ya estábamos eufóricas por saber que nos depararía ese día.

Laura había imaginado que nos llevarían a la cumbre más alta y que de ahí nos dejarían caer con el fin de ver si teníamos la capacidad de llegar con el cuerpo y la bicicleta entera. También pensó que rodaríamos en un espacio selvático donde deberíamos pedalear muy rápido para evadir a felinos hambrientos que corrían tras nosotros. Su esperanza era que regresáramos vivas ese domingo 12 de enero.

Por mi parte, confieso que mi imaginación fue mucha más corta. Creí que la primera rodada de novatos sería como una vía Re-creactiva con árboles, nubes intactas en el cielo y pájaros amenizando nuestro viaje. Un tipo spa para la bicicleta y para nuestros ojos.
Con esas ideas llegamos a las 7 de la mañana al Parque Alcalde, nos unimos a un grupo de entusiastas por rodar en la montaña. Salimos rumbo a carretera Chapala para unirnos con otra numerosa tribu. Juntos, integramos una fila india de decenas y decenas de autos que con bicicletas adheridas a cajuelas y techos parecíamos un hormiguero mecánico interminable.



Seguimos las brechas.  Apagamos los motores en la comunidad Capilla del Refugio. Más de 150 personas desmontamos las bicis. Dejamos las 4 ruedas para montarnos en dos. Nos agrupamos en 7 grupos. Escuchamos las recomendaciones de los 25 coordinadores que hablaron cada uno con sus tropas sobre el nivel adecuado del asiento; el cambio de velocidades; de cómo subir y bajar de manera adecuada de la bicicleta; de llevar la menor carga en la espalda y de la importancia de la unión y el compañerismo.



EL PAISAJE
Empezamos a rodar rumbo a Atequiza. Pasamos calles empedradas, escuelas, comercios, casas. Hombres con sombrero. Mujeres con el mandado. Dejamos atrás a un pueblo sorprendido por la marcha de cientos de seres que avanzábamos en dos ruedas.



Llegamos a parajes naturales adornados con pastizales, árboles tupidos de verde, palmeras despeinadas, algunos cuerpos de agua que reflejaban el cielo mañanero y los arbustos que florecían sobre un empedrado y enterregado camino.



La vía del tren nos hacía compañía del lado izquierdo.  El primer reto, pasar las vías sin caernos.  Casi todos los logramos. Unos nos tuvimos que bajar de la bici. En el camino conversamos con los compañeros y con los líderes de nuestro grupo: James, Paco, Essaul y Rosario, que se coordinaban por radio y nos apoyaban en todo.



Pedaleamos hasta llegar a Atequiza y conocer su Teatro El Centenario, que data de 1886, un inmueble que funcionó como Hacienda en el siglo XVI. Este lugar quedó abandonado después de la revolución y fue hasta 1990 que algunos empezaron su rescate.



Afuera del teatro los ciclistas tomaron fotografías y algunos desayunaron. Seguimos el camino hasta salir del pueblo junto con nuestro grupo. Durante la marcha había otro grupo de expertos que marcaban el camino. Llegamos al Templo de San Gaspar o Templo Viejo, un lugar impresionante sin bóveda, carcomido por el tiempo y que la naturaleza lo ha tomado como propio, pues dentro le brotan raíces y arbustos.



Frente a ese escenario la gente posó para las fotos. Y ahí James, el líder de nuestro grupo, un experto, un audaz, una persona paciente y amigable que nos compartió sus experiencias en la bicicleta, es decir un hombre por excelencia de dos ruedas, nos comentó que el camino de regreso podría ser tranquilo como la ida o que teníamos la posibilidad de rodar mucho más rápido junto con Essaul y Rosario; ya que él y Paco se quedarían atrás con quienes preferirían la calma. 



Yo elegí la rapidez. Por primera vez en mi vida, tomé mi bicicleta recién estrenada, a la cual
apenas le entiendo a los cambios de velocidad y empecé a seguir a Essaul y Rosario.  Me convertí en una criatura de dos ruedas, probé mis músculos, sentí la velocidad y la fuerza para cambiar el rumbo del camino a toda velocidad. Me sentía poseída por una energía sobrenatural, invencible, captando el sol, la vastedad del viento, la dramática emoción de sentir las ruedas cortando el empedrado. Como si me hubieran salido plumas y estuviera en las alturas volando. Me sentí eufórica con una tremenda adrenalina, adicta a una adicción que ya no podré dejar.

Crónica por: Adriana Navarro Ramírez





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