La primera vez siempre es memorable y está no fue la excepción. Para empezar nunca me había animado a pedalear en la montaña. Yo creía que eso sólo lo hacían los profesionales, con equipo profesional y con condición atlética.
Sin embargo me decidí a probar suerte, de manera que convencí a un amigo para que me acompañará. En fin, los chicos de Cámara Rodante estuvieron puntuales en la entrada. Sin embargo, ya para salir mi amigo y yo tuvimos que regresar de imprevisto a sacar unas cosas del carro, de manera que el colectivo partió sin nosotros. Para ese punto ya me daban ganas de regresarme, porque yo no quería meterme al bosque sin la compañía de ellos.Tratamos de alcanzarlos y al llegar al primer estacionamiento los encontramos tomando un descanso. Así que a partir de ahí nos pegamos al colectivo que era muy grande (cerca de 50 personas).
Nosotros nos fuimos rezagando y al cabo de 15 minutos se ponchó la llanta de mi amigo. De inmediato cinco compañeros de Cámara Rodante nos auxiliaron y en cuestión de minutos cambiaron la cámara de la bici, Ese fue el momento preciso y adecuado para empezar a entablar comunicación, fue el icebreaker.
Después de la ponchadura continuamos el recorrido. Conforme nos adentramos más y más en el bosque era más presente el sentimiento de estar conquistando un terreno desconocido. La belleza del paisaje, de su olor y de sus sonidos es indescriptible.
Cada cierto punto tomábamos pequeños descansos, los guías en todo momento estaban atentos a los que íbamos por primera vez e incluso nos daban consejos de como hacer algunas maniobras para evitar lastimarnos o accidentarnos.
Conforme nos adentramos en el bosque, la montaña y sus caprichosos caminos aumentaban la dificultad del pedaleo. Al cabo de dos horas aproximadamente llegamos al destino, un lugar llamado Obsidianas.
Ahí tomamos un descanso y fue el momento de compartir snacks y platicar para conocer un poco más de las personas con las que íbamos.
En fin, el regreso nos consumió un poco más de tiempo, debido al cansancio y a unas pendientes prolongadas, en algunos momentos empujando la bici y en otros pedaleando.
Al terminar el recorrido regresé a mi casa con una satisfacción enorme, no conocía el potencial de mi cuerpo a pesar de no tener una bici 100% para MTB.
En resumidas cuentas, haber ido por primera vez con Cámara Rodante fue una experiencia de 10, el hecho de ir acompañada de personas que ya tienen experiencia es un gran aliciente y motivador, así que en definitiva volveré.
Crónica por: Karen Sarahi Ortiz Ortega
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