Uno quisiera que todo lo que se habla sobre andar en bicicleta por la ciudad fuera tan bello como todos lo pintan, por experiencia sé que transportarte en bicicleta representa toda una odisea citadina, un esfuerzo que plantea riesgos pero también muchas satisfacciones.
En lo personal y como muchos ciclistas el decidir dejar el auto en el hogar es sencillo, aunque esa decisión tiene sus pros y contras. En un mundo perfecto el dejar mi auto en casa es no contaminar, no contribuir con el caos vial, no estresarme y sobre todo ahorrarme una cantidad significativa de pesos al mes en gasolina. Sin embargo representa tomar más riesgos, ser atropellado, robado o como me sucedió en días pasados caerme.
Como ciclista citadino y de montaña, el caerse es algo relativamente común, a nadie nos gusta caernos en especial cuando es una caída fuerte, pero en la montaña es pan de todos los días…desgraciadamente mis peores accidentes en bicicleta no han sido en ningún cerro, vereda, terracería, sino en la jungla de asfalto. En la montaña eres tu bicicleta y tus habilidades como si ciclista, pero en la ciudad tus habilidades entran en una ruleta de variables: autos, personas, camiones, perros, baches, alambres o ciclovías de mala calidad etc.
Creo que el factor más importante de riesgo para un ciclista en esta ciudad, no son los coches, baches o malas ciclovías, sino la tremenda indiferencia y hostilidad de los otros. Sería interesante armar una discusión acerca de cuándo se construyó los “rangos” sociales o de significación que el mexicano, en especial el Tapatío le tenemos a las cosas materiales.
Por ejemplo en Guadalajara, tener un coche, representa que tienes la capacidad económica de comprar un objeto mecánico que funciona con gasolina, pistones y la actividad cuasifisica de una persona en su interior… -sí, son personas que manejan máquinas, aun no salen al mercado el transporte autómata, siguen siendo seres humanos quienes los usan-. Sigamos, para el tapatío, tener coche representa tener, y el tener a veces representa ser, yo tengo por lo tanto yo soy, y si tengo y soy, poseo una “rango más elevado” sobre las personas que no tienen un auto. Soy automovilista por la tanto las calles me pertenecen, las calles son diseñadas para los autos por lo tanto mi derecho como automovilista prevalece sobre el derecho de los peatones, o ciclista. Personas imponiendo voluntad sobre otras personas.
Si se leyera desde otra perspectiva se creyera que le tengo fobia a los automovilistas, pero no es verdad, mi conflicto existencial sigue residiendo en la indiferencia, en la falta de respeto a la otredad: los automovilistas con los automovilistas, los ciclistas contra los automovilistas y viceversa, los peatones contra los ciclistas, los ciclistas contra los peatones y así pudiéramos hacer miles de ecuaciones de indiferencia, de poca voluntad de las personas hacia otras personas. Y mi pregunta sigue siendo, por qué, por qué tuve que caerme, llegar a urgencias con un brazo herido, por qué esas personas no respetaron la cliclovía, y no les importó mi caída, por qué no tuve más paciencia, por qué el mundo sigue girando y las personas seguimos siendo exactamente las mismas, por qué el civismo y la responsabilidad social se están extinguiendo y el sistema se sigue desmoronando sin que las personas volteen a verlo.
Sí, dejemos el auto, sí usemos la bicicleta, pero señores lo que es indispensable no dejar de usar es la capacidad de los seres humanos para seguir siendo humanos, la capacidad de las personas de incentivar cada uno de nuestros sentidos para construir, para crecer, para tolerar y para no sentir las costuras en la piel que nos limitan, que nos llenan de miedo, intolerancia e indiferencia. Por lo pronto yo aquí, descanso para poder continuar, y sano para seguir disfrutándome en dos ruedas.
Carlos Limón.
En lo personal y como muchos ciclistas el decidir dejar el auto en el hogar es sencillo, aunque esa decisión tiene sus pros y contras. En un mundo perfecto el dejar mi auto en casa es no contaminar, no contribuir con el caos vial, no estresarme y sobre todo ahorrarme una cantidad significativa de pesos al mes en gasolina. Sin embargo representa tomar más riesgos, ser atropellado, robado o como me sucedió en días pasados caerme.
Como ciclista citadino y de montaña, el caerse es algo relativamente común, a nadie nos gusta caernos en especial cuando es una caída fuerte, pero en la montaña es pan de todos los días…desgraciadamente mis peores accidentes en bicicleta no han sido en ningún cerro, vereda, terracería, sino en la jungla de asfalto. En la montaña eres tu bicicleta y tus habilidades como si ciclista, pero en la ciudad tus habilidades entran en una ruleta de variables: autos, personas, camiones, perros, baches, alambres o ciclovías de mala calidad etc.
Creo que el factor más importante de riesgo para un ciclista en esta ciudad, no son los coches, baches o malas ciclovías, sino la tremenda indiferencia y hostilidad de los otros. Sería interesante armar una discusión acerca de cuándo se construyó los “rangos” sociales o de significación que el mexicano, en especial el Tapatío le tenemos a las cosas materiales.
Por ejemplo en Guadalajara, tener un coche, representa que tienes la capacidad económica de comprar un objeto mecánico que funciona con gasolina, pistones y la actividad cuasifisica de una persona en su interior… -sí, son personas que manejan máquinas, aun no salen al mercado el transporte autómata, siguen siendo seres humanos quienes los usan-. Sigamos, para el tapatío, tener coche representa tener, y el tener a veces representa ser, yo tengo por lo tanto yo soy, y si tengo y soy, poseo una “rango más elevado” sobre las personas que no tienen un auto. Soy automovilista por la tanto las calles me pertenecen, las calles son diseñadas para los autos por lo tanto mi derecho como automovilista prevalece sobre el derecho de los peatones, o ciclista. Personas imponiendo voluntad sobre otras personas.
Si se leyera desde otra perspectiva se creyera que le tengo fobia a los automovilistas, pero no es verdad, mi conflicto existencial sigue residiendo en la indiferencia, en la falta de respeto a la otredad: los automovilistas con los automovilistas, los ciclistas contra los automovilistas y viceversa, los peatones contra los ciclistas, los ciclistas contra los peatones y así pudiéramos hacer miles de ecuaciones de indiferencia, de poca voluntad de las personas hacia otras personas. Y mi pregunta sigue siendo, por qué, por qué tuve que caerme, llegar a urgencias con un brazo herido, por qué esas personas no respetaron la cliclovía, y no les importó mi caída, por qué no tuve más paciencia, por qué el mundo sigue girando y las personas seguimos siendo exactamente las mismas, por qué el civismo y la responsabilidad social se están extinguiendo y el sistema se sigue desmoronando sin que las personas volteen a verlo.
Sí, dejemos el auto, sí usemos la bicicleta, pero señores lo que es indispensable no dejar de usar es la capacidad de los seres humanos para seguir siendo humanos, la capacidad de las personas de incentivar cada uno de nuestros sentidos para construir, para crecer, para tolerar y para no sentir las costuras en la piel que nos limitan, que nos llenan de miedo, intolerancia e indiferencia. Por lo pronto yo aquí, descanso para poder continuar, y sano para seguir disfrutándome en dos ruedas.
Carlos Limón.
CAMARA RODANTE
me levanto y aplaudo
ResponderEliminarmuy buen escrito compañero
esierto yo por esperiencia siempre tengo que andar por las calle de lazaro cardenas y la verdad si esta muy ariesgado ,ya setemeten carros o como le paso aun amigo el tipo abrio la puerta de su carro y mi amigo ai kedo enbarrado bueno ya esta mejor.
el ciclismo urbano o montaña es una forma para uno seria de contaminar,aorrar,o salir del estres que selleba esta urbe de sociedad
subter_contracultura_ilosofica@live.com.mx