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En fin, llegué al punto de reunión y ya de entrada fue genial saludar a los conocidos de la semana anterior. Porque eso sí, es un grupo acogedor y solidario y desde el principio te hace sentir que perteneces. Nunca falta una frase de ánimo cuando ya andas medio tripeando y eso te motiva a seguir adelante.
Y después de los avisos habituales para ubicarnos un poco en la aventura del día, empezó la rodada. Empezamos por una carretera de 4 carriles bastante tranquila. De hecho todas las carreteras que tomamos lo fueron.
Nuestra primera parada turística fue en el templo de San Lucas Evangelista. El atrio era un cementerio y uno de los compañeros no dejó pasar la ocasión de que le tomaran fotos acostado sobre una de las tumbas y fue ahí también en donde se tomaron las fotos de las mujeres del grupo y otra de los hombres.
Nuestra segunda parada fue en San Juan Evangelista, otro templo muy lindo en donde el retablo estaba hecho de lámina de oro. Lo vimos desde la puerta ya que en ese momento estaban oficiando misa. Seguimos nuestro trayecto rodeando la laguna de Cajititlán hasta llegar a la carretera a Chapala.
En un letrero leí que faltaban 12 kms para dicha población. O sea que ya llevábamos un buen tramo! Con razón, mi cuerpo ya lo empezaba a sentir. De ahí cruzamos por un puente peatonal y es ahí en donde pude disfrutar de ese desfile de bicicletas cruzando en fila india. La verdad, todo un espectáculo! Seguimos un tramo por el acotamiento y más adelante volvimos a cruzar para dirigirnos a lo que mi cuerpo ya pedía… descanso y comida para recargar energía.
Llegamos a las famosas gorditas como una banda de vikingos hambrientos! De hecho arrasamos con las primeras y algunos compañeros se fueron a las siguientes porque de verdad ya no quedaba gran cosa. De hecho yo me comí 2 en el primer puesto y al alcanzar a los demás en el segundo no pude resistir la tentación de comerme otra. Cuando el hambre fue saciada seguimos hacia Santa Rosa, nuestra tercera y última parada turística. Eran 2 templos, uno enfrente del otro separados por un atrio, con esa arquitectura tan característica de nuestro México.
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Por Cecilia Prince
Cámara Rodante
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