El sábado mi tío Carlos me marca por la tarde para invitarme a rodar con Cámara Rodante al Diente y pues le dije que si iba con mucho gusto. Sería mi tercera rodada con ellos.
Al día siguiente timbra el teléfono y era mi tío, le contesto todo modorro y sin poder abrir los ojos todavía, me dice que los esperara afuera de mi casa.
Me levanto, recojo mis chivas y salgo y no tardan en llegar mi tío con sus amigos para irnos hacia la Plaza San Isidro.
Esperaba con ansias ya empezar a rodar, era la primera vez que iba a conocer El Diente.
Llegamos, bajamos las bicis y empezamos a escuchar las indicaciones de James, uno de los guías, de cómo iba a ser cada movimiento del paseo.
Yo ya estaba listo con mi casco y mis guantes, esperaba las órdenes para arrancar en mi bici. Antes de arrancar nos tomaron la foto oficial.
Arrancamos como unos 40 ciclistas, yo iba en medio y observaba cada paisaje.
Llegando al Diente, un terreno grande donde hay enormes rocas y tal cual tenia la forma de un diente.
Nos paramos por 10 o 15 minutos y nos tomamos fotos.
De ahí nos fuimos hacia un pueblito llamado Copala, a la hora de partir me tocó ver una caída de un muchacho, pero se levantó rápido, se dio una sobadita y vámonos.
El paisaje era hermoso aunque ya no sentía mis pompas de tanta piedra pero eso no me iba a detener, disfrutaba cada momento.
Una vez llegando a Copala, paramos en una tienda y me comí un rico sandwich y una bebida hidratante.
Me preguntaron que si estaba cansado y yo respondí para nada.
Antes de partir, hice una parada al baño, jajaja, pues ya me urgía, ya me esperaban para arrancar y vámonos.
Durante el camino, vi algunos ciclistas que se pararon y pues me pare también junto a ellos y ahí me di cuenta que se había caído un señor, no recuerdo bien lo que le pasó. Pero se levantó, se esforzó y llego a un lugar donde pidió un raite y muy buena la persona se lo dio.
Llegamos al Cuetero, una parada técnica, donde algunos se toman una cerveza o refresco para agarrar energía y vámonos para sufrir, ya que el regreso era subida.
En el transcurso del camino hubo una división, del lado derecho estaba empinado y del lado izquierdo era más relajado y yo, como todo un campeón, me fui por el lado derecho no me Iba a rendir. No me bajé y continué y pues a seguirle.
Por fin llegamos y como nuevo, no me sentí cansado. Sentí que no era un novato si no un master jajaja,¡aguas Omar que te gano la bici. (Omar es mi hermano y me prestó su bici, ya que no fue a rodar).
Ammm y dejen les cuento, que comí muy bien en un restaurante de mariscos, comí unas tostadas muy ricas y una rica agua de lima, lástima que el servicio era pésimo. Estaba solo, eramos nada más nosotros y parecía que estaba lleno pues se tardaban en atendernos.
O se me olvidaba, pobres Chivas les ganaron y yo como siempre: ¡Arriba el Atlas!
Crónica de Adrian Loera
Cámara Rodante
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