Domingo 15 de mayo, una mañana fresca, preparándonos para salir de casa hacia el punto de encuentro;16 kilómetros rodando hasta reunirme con el grupo sirvieron de calentamiento para lo que venía.
Al reunirme con el grupo y comenzar a rodar por una avenida tan complicada como lo es López Mateos, se sentía esa seguridad y confianza al ir acompañado.
Recorriendo algunos kilómetros por carretera, llegamos al punto conocido como el “Origen”, punto donde el grupo se reunió. Algunos aprovecharon para comprar alimentos y bebidas.
Al partir del “Origen” comenzaba el verdadero reto, iniciaba terracería y comenzábamos el camino de subida, avanzando varios kilómetros, entre terreno plano y con algunos tramos de inclinación llegamos a un punto donde integrantes del grupo mirábamos asombrados lo que nos esperaba, 4 kilómetros de subida, un camino con una inclinación que dificultaba el avance con las bicicletas, entre descansos para tomar aliento, hidratarnos, y con el apoyo de los compañeros que nos motivaba a seguir adelante.
Avanzábamos y no se veía el fin de ese camino, al fin después de varios kilómetros se observaba una torre de luz y con ello una conocida torre amarilla, por fin llegamos a Torre 1, donde aprovechamos para ingerir algunos alimentos, hidratarnos, esperar a los demás integrantes del grupo y tomar algunas fotos, que sin duda alguna quede maravillado por la vista, era una parte del Bosque de la Primavera que no conocía, y gracias a la altitud a la que estábamos y al subir la Torre, nos regalaba un paisaje increíble.
Y si bien se dice que en la subida se sufre y el descenso se disfruta, estábamos listos para comenzar el trayecto del Espinazo del Diablo, que consta de caminos complicados, en el cual se necesitó de estar alerta y guardar distancia con los integrantes del grupo para evitar accidentes; de ahí continuamos por Vaca Muerta para concluir por Arenosas. Fue la primera vez que recorría ese camino, quedé maravillado y a la vez sentí mucha adrenalina, durante el trayecto ya que en algunos tramos vas con mucha velocidad y entre ramas, rocas, raíces y la vegetación hay que estar extremadamente alertas para evitar algún accidente.
Después de pasar por 3 tramos similares, pero con diferentes grados de dificultad, el fin del trayecto terminaba. Fue un circuito de 47 kilómetros que mezcló carretera, ciudad y bosque.
En conclusión, fue la primera vez que salgo a rodar en grupo, me sentí seguro y confiado, agradezco el apoyo de los compañeros para seguir adelante, fue una ruta muy demandante, pero que sin duda alguna me pusieron a prueba. Disfruté completamente la rodada, las ruta de los descensos estuvieron increíbles, y que sin duda alguna sería una rodada que volvería a repetir. El paisaje desde la Torre 1 se ve increíble, fueron de las cosas que más me gustaron.
Crónica por: Samuel Gómez
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