Por fin llegó el domingo 11 de septiembre, lo había esperado toda la semana, si no es que por meses; eran las 6 de la mañana y ya estaba despierto y arreglado con mis cosas para ir a rodar a los miradores con Cámara Rodante; estaba muy emocionado porque trabajo los domingos por la mañana, pero por fin, mi hermano me hizo el paro de cubrir mi turno. Ya tenía mucho tiempo diciéndole a Ara que si iba a rodar y no iba, así que ya no le di motivos para que ella y mis amigos de rodadas me echen carrilla.
Como me quedé sin vehículo, no tuve de otra más que irme rodando desde mi casa, por 8 de Julio y periférico hasta el punto de partida. Para irme rodando desde mi casa, considero llegué muy a tiempo.
Eran las 7:30 am y ya estábamos en el punto de reunión Juan Francisco Román, que el va cada 15 días a rodar. Comenzamos un poco tarde porque a Ara se le atravezó el maratón y comenzamos una media hora tarde, pero eso no aminoró los ánimos, estábamos todos muy emocionados por rodar y conocer la ruta.
Fue una ruta muy chida, porque hubo de todo, pasamos el río, unos cargando la bici y otros aventandose directo al agua, porque estaba muy arenoso el río y la mayoría cayó a él; pasamos por varios single tracks que estaban bastante tupidos de ramas, troncos caídos, hierbas, maleza, flores y mucho lodo, porque había llovido un día antes; pasábamos entré los árboles y la hierba…parecía que estaba en la película de Apocalypto, y cabe mencionar que lo que me hizo un buen paro, fue que traía un jersey de manga larga, jersey que compré en el Santuario de la Bicicleta (la nueva piel de Cámara Rodante).
Sin duda fue una rodada épica, unos llegaron tarde; uno se ponchó dos veces; otros se perdieron; unos se cayeron y yo me bajaba en las subidas para empujar la bicicleta. A pesar de todo lo que nos pasó terminamos pronto y nos fuimos a comer borrego, muy rico !!!
Con este tipo de rodadas se te reinicia la vida. Si no tienes bicicleta, cómprate una, no sabes lo feliz que te va a hacer.
Crónica por: Jorge González
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