Dicen que la tercera es la vencida y así fue mi tercera rodada con los de "Cámara Rodante". Fue la vencida porque vi mi suerte con tantas pendientes qué hubo en el recorrido, casi 900 mts. de desnivel, qué para ser sinceros la convocatoria lo aclaraba, se necesitaba "buena condición".
Seguirle el ritmo a los "montañeros" fue difícil para mí, sobre todo por entrarle a un recorrido qué requiere suspensión al menos en la rueda delantera, y que por obvias razones mi baika tipo gravel no lo tiene.
Pero como todo en esta vida, el esfuerzo vale la pena, lo supe después de subir la "última" pendiente pedregosa para descubrir la belleza del Ojo de Agua de Tesistán, o como le dicen ellos: El Ojo de Thundera.
Este maravilloso lugar está formado por un cráter u hoyo creado en el centro de un cerro, coloreado por un gran cuerpo de agua de un color verde claro, con lo que parece una textura viscosa a lo lejos, qué me hizo falta bajar a comprobar como lo hicieron varios de los compañeros que hasta un chapuzón se echaron, las piernas ya no me daban. Me llamó mucho la atención que entre los compañeros de rodada se escuchaban cosas como:
* Es una mina qué inundaron.
* Es un hoyo hecho por los extraterrestres, "porque crees que tiene ese color verde".
* El agua brota desde abajo del hoyo, es un manantial natural, por eso se llama ojo de agua.
Y ya comentando en corto con Ismael, me explicaba qué cuentan que el hoyo fue dinamitado, qué por eso tiene una rampa para bajar y subir, qué si observaba con atención se veían los cortes de como fueron desgajando la piedra con explosiones.
Al final, no supe cual es la versión más atinada, lo que sí sé es que las rodadas con este grupo de expertos ciclistas, siempre lleva sorpresas, no hay prisas, logran un ambiente de verdadera camaradería, lo cuál se agradece.
Si quieres salir a rodar fuera de la ciudad y no tienes muy claro qué rutas tomar, acércate a Cámara Rodante para conocer verdaderos paraísos, pedaleando con gente amable y que sabe como llegar a lugares que ni imaginabas qué existían.
Por lo pronto, tomaré energía para regresar a la siguiente rodada y alcanzar el ritmo qué se necesita en las escaladas qué acostumbran hacer este grupo de entusiastas y cahuameros ciclistas.
Larga vida a la "Cámara Rodante".
Crónica por Álvaro Merlos
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