Sábado 6:30 am suena mi despertador y me levanto inmediatamente. Hay que estar afuera del hotel a las 6:45 listos para iniciar la rodada a San Blas. Algo de nervios por ser la primera vez en esa ruta y por la incertidumbre de si podría terminarla. Inicia la rodada y la primera escala es en un oxxo a comprar agua, suero, galletas etc.
Al montar de nuevo mi bicicleta siento la llanta delantera ponchada ¡No puede ser, aún no salgo de la ciudad y ya empezaron las fallas! Rápidamente se acercan a apoyarme para cambiar la cámara y continuar. Una espina importada desde la rodada de Guachimontones decidió salirse en ese momento.
Unos kilómetros adelante ya estaba la barredora y ahí era el inicio del ascenso. Al principio era ligera la subida pero poco a poco se hizo más pronunciada. Ahí decidí subirme a la barredora porque aún faltaba un largo camino por recorrer. La siguiente parada fué en La Noria a comer un rico desayuno cocinado con leña. "Desayunen bien porque faltan muchas horas para la próxima comida".
Panza llena, corazón contento y lo que sigue de la ruta es de bajada. Pero te das cuenta que las bajadas tan prolongadas son muy cansadas, además de que debes ir frenando contínuamente. Terracería, empedrado, un pueblo, más terracería, más empedrado. Por fin llegas a una carretera con un pavimento que parece nuevo, muy buenas vistas y poco transitada. Un descenso de aproximadamente 10 minutos para llegar a una parada de hidratación en un pueblito llamado El Cora. Plátanos, naranjas, barras de granola, suero , agua, cocas y hasta cervezas para recuperar algo de energía.
Inicia un descenso más técnico y sin barredora. Piedras, zanjas, hoyos, el sol ya se sentía más fuerte y el cansancio se notaba más. Me bajé de la bicicleta para descansar los brazos y enfriar los frenos porque ya olían. Más adelante encuentro al buen Miguel que también había hecho una pausa. Ya no íbamos solos y sería más ameno el recorrido. Cruzamos un pequeño río y continuamos por un terreno lodoso entre árboles de yaca.
Llegamos a un camino con unas zanjas enormes, pero con la seguridad de que era el correcto porque se veían huellas de bicicleta. Más adelante encontramos una vaca que se puso nerviosa y muy territorial, se atravesaba en el camino y nos veía en forma retadora para proteger a su becerro. Así continuamos subiendo hasta llegar a la cueva de los murciélagos, ahí la vaca se animó a pasar a nuestro lado y el becerro la siguió. Entramos a la cueva y para mi fue una experiencia nueva ver a los murciélagos revolotear alrededor en un espacio tan cerrado.
Siguiendo la luz al final del túnel, llegamos al otro lado de la montaña donde encontramos a dos compañeras que estaban tomando aire. Continuó el descenso, pero sabiendo que ya no iba a haber más subidas me sentía más relajado. Adelante había un río más grande, pero de aguas tranquilas. Del otro lado estaba Pablo, un conocido de rodadas anteriores, que aunque esa vez no rodó, estaba animando a la gente a seguir, incluso hasta una cerveza me ofreció, pero preferí seguir mi camino para no enfriarme. "Una subidita y llegas a la carretera" me dijo.
Por fin terreno plano, ya estás en la playa, pero todavía faltaban 30 km aproximadamente para llegar a San Blas. En una tiendita estaba un grupo de compañeros, pero preferí seguir pedaleando.
Llegando a Aticama estaban en el puesto de los famosos balazos, pero preferí continuar porque un calambre amenazaba mi pie. Continuamos por una ciclovía para después bajar a la playa y pedalear por la arena húmeda, otra experiencia nueva para mi.
Otros kilómetros más por una ciclovía para después tomar la carretera que rodea el estero. Después de cruzar un puente ya estábamos en San Blas, solo era cuestión de llegar a la playa de nuevo donde nos esperaban compañeros y familiares.
Llego al restaurante y Sofi me recibió con la medalla de oro: una cerveza bien helada que me supo a Gloria . Muchas Gracias a Edgar Fidalgo y a su esposa Sofía por su esfuerzo y dedicación para organizar la rodada. Carlos, Ara, Johnatan, Pedro, Alba, Miguel, Ricardo, Ramon, Jessica, Isabel, Don Chava de la barredora...todos los demás compañeros del grupo que no recuerdo sus nombres, porque soy muy malo para eso. Gracias por hacer la rodada una experiencia inolvidable .
Crónica por Luis Rameño.
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