Recuerdo perfectamente la primera vez que entré a la tribuna del Estadio Jalisco. Aunque fue un partido de Chivas, la sensación de subir las escaleras y asomarme y ver el césped verde fue increíble. Me marcó.
También fue característico el olor a cerveza (eso creo que era) y a la comida de la zona: tortas ahogadas, tortas enmoladas y tacos.
Con el tiempo visité otros estadios como el Azteca, justamente en un encuentro en el que Chivas estaba loca. Se trató de la Copa México y “recibió” a Atlas.
El paseo del miércoles pasado tenía todo lo que un buen paseo debe tener: amigos, un buen clima, jerseys de equipos de fútbol, un café antes de salir y un excelente destino: el ‘Monumental’ Estadio Jalisco.
Años después de entrar como asistente, tuve la oportunidad de entrar como balonero. Estaba en la secundaria y un amigo que tenía un hermano jugando en el Oro nos invitó a un encuentro de tercera frente a Atlas. En ese partido estaba Erubey Cabuto, antes de subir a primera. Recuerdo que yo estaba detrás de su portería y al finalizar el encuentro me compartió una bolsa con bebida energizante que explotó en mis manos y me mojó por completo.
Todavía años después, tuve la fortuna de poder pisar el césped pero como fotógrafo. Me sería difícil poder escribir la sensación que tuve al hacerlo pero lo que sí puedo decir es que fue un sueño hecho realidad. Acudí varios juegos más cubriendo los partidos de Leones Negros y Atlas. Fui feliz.
Ahora, regresar con un grupo de amigos con los que compartimos la pasión por la bicicleta hizo evocar no solo mi primera vez en el estadio, sino también todos algunos juegos que vi por televisión así como esas encuentros que fui a cubrir y las veces que me iba a agarrar a golpes con las porras rivales.
En este paseo, visitamos los vestidores, la capilla y pudimos estar dentro del área técnica. Muchos compañeros aprovecharon para sacarse fotos realizando jugadas de fantasía, emulando lo que alguna vez hicieron Pelé, Platini o Ronaldinho en el campo. Otros, miraban con asombro la estructura del estadio, ese recipiente que contiene las emociones de los que entran para ver los combates entre dos equipos.
No tuvo que haber un partido de fútbol para recordar o recrear. Y sí, dicen que uno siempre regresa a los lugares en los que fue feliz y me tocó regresar a la cancha del Estadio Jalisco.
Crónica por Miguel Avilés
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