Domingo 5:45 am, suena la alarma y comienzo a vestirme con el jersey que estaba organizado desde un día antes (como todo buen ciclista) ya que pasarían por mi Frank, Coque y Samuel para dirigirnos a la ubicación acordada con los guías para salir en caravana a Atemajac de Brizuela que era el punto de partida, para hacer la ruta La Perrona.
Aproximadamente 2 horas después llegamos, no sin antes llegar por abastecimiento como es de costumbre y comencé a recordar algunas imágenes del lugar pues hace 21 años había estado ahí.
Inmediatamente comenzamos a alistar ya que estaban más compañeros esperando en la plaza.
Al llegar a la plaza lo primero que hice fue saludar a todos los compañeros y hacer una inspección visual del lugar con la esperanza de encontrar una pareja de amigos que viven en los portales a un costado de la presidencia y cual fue mi sorpresa que sí estaban y me dio mucho gusto verlos después de muchos años.
Arrancamos para adentrarnos en la sierra sabiendo que nos esperaban muchas subidas disfrutando inmediatamente de los hermosos paisajes verdes, entre pinos y campos de flores silvestres rosas y amarillas y lavanda fuimos avanzando, capturando en video y fotografías la majestuosidad de los paisajes durante todo el recorrido.
Al llegar al mirador, oh sorpresa, estaba lleno de nubes, que solo en lapsos nos dejaban entre ver la altura a la que nos encontrábamos (2761 m sobre el nivel del mar) y que con esos pocos segundos que se abrían las nubes quede mas que servido porque era impresionante la vista.
Estuvimos media hora aproximadamente y comenzamos el regreso rumbo a Agua de Sauco, donde atravesamos un terreno y al salir los propietarios se pusieron muy contentos al vernos e inmediatamente preguntaron por Edgar Fidalgo, que por referencia de ellos mismos estaban muy agradecidos con él y Cámara Rodante por las visitas anteriores dejando invitación abierta para que regresemos y degustar una buena elotiza. De ahí nos dirigimos a Juanacatlán para desviarnos a Ferrería de Tula, donde los paisajes no le piden nada a los de Suiza y hasta daban ganas de tener una cabañita a un costado de la laguna.
Como ya hacía hambre y las bicicletas comenzaban a sufrir la fatiga del polvo, agua y todo, apresuramos el regreso para comer, pues el sol y el cansancio estaban haciendo estragos. Después de más subidas y descensos llegamos a la plaza de Atemajac no sin antes degustar una buena cerveza y comida muy rica en el restaurante Brizuela y posteriormente nos alistamos para el regreso.
En resumen esta rodada queda en mi lista de las imperdibles, por las bellas postales, los compañeros ciclistas, que aunque nos hicieron falta algunos siempre la pasamos muy bien y espero que así sigamos, con esa buena vibra que caracteriza al grupo.
Gracias por leer mi reseña y que la fuerza los acompañe.
Crónica por: Jonathan Ruiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario