COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

martes, 8 de agosto de 2023

¡HORA DE AVENTURA! CRÓNICA DE UNA INUNDACIÓN ANUNCIADA.

 


Pudiera ser un domingo casual, 5:00 am, regresando de una buena fiesta, quizás bien bailado, tal vez con la gracia de conocer gente o un ligue, a gusto, disfrutando de las bebidas embriagantes y de más sustancias que potencialmente pueden ponerlo a uno contento por momentos, pero me gustó el ciclismo de montaña…

4:40 am me despierta la picazón del sudor del día anterior, caí rendido a dormir, no hubo ganas de darme un baño, me levanto, menté madres, ¿Cuáles pinches buenos días?, quiero seguir en las cálidas sábanas que me abrazan y me seducen a seguir descansando y dormir. No, no hago caso, basta, la primera sensación que me despierta inmediatamente es provocada por el agua que cae de la regadera, es fría, al tiempo, me activo, entre jadeos y “temblorina”, termino con la picazón y me siento fresco para comenzar a equiparme, ropa, tenis, reloj, lentes, agua, café, mochila, etc, ¡es increíble! pero ahora que lo escribo, es una enorme cantidad de cosas que uno utiliza para salir a disfrutar, protegerse, y ser lo más eficiente en la pedaleada en el MTB.

Ya por fuera de casa, subiendo bicis a la camioneta, llega mi compañero a quien le tengo cariño: el viejito cabrón estorboso de Saul, gusto de verlo, me medio abraza, porque solo tiene un brazo (¡qué capacidad tiene este ser humano de vivir, lo admiro!), mientras llega por quien suspiro cuando no está pero me alegra cuando está a mi lado, Alba, con un sándwich “albeño” para mí, muy sabroso y energizante,  con su cariño y su compañía que transmite fuerza y confianza de que esta rodada, a la que vamos, será chingona. Será hacia el puente de Arcediano desde la parte alta, cerca del Periférico Oriente de la ciudad, desde el punto de encuentro: “carnitas Tonalá” que amablemente nos reciben, nos dan un espacio especial para estacionarnos y comenzar a rodar.



Quien es guía en esta ocasión es Nancy, líder de los pies negros, grupo elite de Cámara Rodante, ¡de lujo!, asi, ya estando en el punto, todos nos preparamos y estuvimos listos e impacientes para arrancar, recibimos indicaciones de parte de Nancy “la Generala”, para nuestro cuidado, para el cuidado del grupo y poder disfrutar la aventura. Todos vamos, todos regresamos, ¡¡¡me encanta esta política de Cámara Rodante!!! Y más aún la fraternidad entre la banda ciclista, convivir con Juan Escobaiker, Jonathan Ruiz, Juan “El Conta”, Gabo, Luis, Fabi “la tía confiable”, Chuy, que ya hacía tiempo que no lo veía, bueno y demás personajes del ciclismo mtb, chingones todos, porque otros no quieren y/o pueden realizar este acto: llevarse con su propio esfuerzo a disfrutar de lugares, paisajes, hábitats, distintos al concreto y asfalto de la ciudad, nos vamos a internar a la naturaleza que rodea a la ciudad.


La barranca de Huentitán mantiene esos algodones flotantes inmensos, parecieran acolchonaditos, la niebla que surge de la humedad en el ambiente es densa, es admirable, es hermosa en la combinación con los árboles, el río, los relieves de los cerros, y allí vamos.

Comenzamos un descenso largo, camino ancho empedrado, tres ponchaduras de tres bicis del grupo, pero eso no quita lo que viene por delante, el frescor, la vista, la emoción de la bajada, y comienzan los charcos, el lodo y a imponerse la Barranca, llegamos en bici entre los cerros.


Una vista del enorme cuerpo de agua que es el río Santiago en el primer mirador, seguimos descendiendo, y entre los paredones hay pequeñas cascadas del agua que se recopila entre las matas, zacate y árboles, sin embargo más adelante, tristemente y también de manera peligrosa cruzamos un par de cascadas donde el agua que escurría en forma de río rápido, peligrosa por el contenido del agua, no solo desechos corporales humanos sino químicos de las industrias, el agua espumosa que inocentemente pudiera ser llamativa y juguetona es tóxica, cúmulo de múltiples químicos que envenenan al cuerpo humano, intoxican al pensamiento, me conflictuó, la percepción de los hermosos paisajes frente a lo que se hace con el agua, contaminarla y esta a su vez contamina lo que toca. Se unen al río Santiago. Lo envenenan, lo inutilizan, lo matan. Es muy triste, me siento impotente. Solo me digo: sigue nomás.


Sin embargo, llegamos a una estación por así decirlo, un oasis en la Barraca, “Las Pilitas”. La fuerza de la naturaleza se vuelve a imponer ante la estupidez y necedad del humano por perjudicar, destruir su entorno. Son  estanques hechos por el hombre para captar las aguas termales que escurren y brotan en ese lugar, la gente que está dentro del agua se ve apacible, es amable, saludan, ríen suavemente y los envidio, ¿Qué chingados estoy haciendo trepado en una bici brincando por todos lados por un camino inestable, lleno de lodo, sudor y sed?, pero unos metros más, unas cuantas vueltas a las ruedas de mi bici surge como geiser este inexplicable pero inundante placer de rodar entre los cerros, ¡estoy de regreso!, seguimos bajando.

Llegamos a la parte más baja, a la antigua hidroeléctrica “Las Juntas”, parece una casona tipo de la colonia Americana, está abandonada, como abandonado el proyecto hidroeléctrico del río, energía limpia, natural, que desperdicio del bien social, chingáo. Allí fue donde cruzamos una de las hebras del río Santiago, está a un nivel muy bajo, no tocábamos con nuestros cuerpos el agua solo rodamos por ahí hasta llegar a un trecho de lodo pegajoso, apestoso, siniestro.



Se conjuntaron los caminos, los senderistas que bajan y suben por la barranca del lado de Belisario Dominguez, los ciclistas, runners, senderistas atravesando los parajes por el camino, somos muchos, pareciera un paseo en un parque común de la zona metropolitana, pero no, nos separa más de 15 km de ascenso, con un ángulo de inclinación sin misericordia, de la zona metropolitana. Estando a un par de kilómetros por llegar al Puente de Arcediano, nos detuvimos para la reparación de la tercera ponchadura, en esta ocasión elegí ser la barredora del grupo, con gusto, porque hubo un momento, en el arranque que Juan Escobaiker preguntó quien voluntariamente podría ser la función de barredora es decir el ciclista que se queda hasta el final del grupo y quien alienta empuja y trata de mantener al grupo compacto, sin embargo inevitablemente el ritmo de la rodada llevó a la gran parte del grupo a llegar al puente y justo cuando terminaban de reparar la ponchadura recibí el aviso de Alba, de que Nancy “La Generala” había advertido que ya era el momento de regresar puesto que no tardaban en abrir la compuerta y esa pequeña hebra de bajo nivel del río Santiago que cruzamos en la antigua hidroeléctrica se iba a inundar no con cualquier agua sino con el  agua contaminada peligrosa, intoxicante.



Decía que nos quedáramos en el lugar donde estábamos en la reparación para reencontrarnos y comenzar el regreso lo cual como ciclista de montaña uno nunca desiste de llegar a la cima, así que surgió en mí la molestia de tal advertencia y así que animé a este pequeño grupo que quedó al final rezagado que continuáramos hacia el objetivo. Cierto, me molesté e hice berrinche del por qué no había este cuidado y consideración de los que quedamos al último, sin embargo al llegar fuimos bien recibidos pero se sentía el ambiente tenso, participamos en la foto en la que ahora estaba el grupo completo y comenzó el regreso. Seguía molesto y comencé de manera ríspida a dirigirme a mis compañeros ciclistas: “vamos, vamos arranquen que en esta ocasión no les voy a esperar” y obviamente como buen ciclista MTB libre y autosuficiente arrancaron cuando quisieron.



Ya en pleno regreso y en convivencia en el camino entre senderistas, caminantes seguíamos los ciclistas con la advertencia de cruzar pronto el río Santiago en la parte más baja del camino pasando por la antigua hidroeléctrica antes de que abrieran las compuertas. Seguía molesto, estaba revuelto con la falta de comunicación conmigo en función de barredora y según yo en ese momento su falta de sensibilidad ante los retardos inesperados por las inevitables ponchaduras de las bicicletas de los compañeros.

En mi soliloquio me reclamaba del por qué decidí ser barredora, del por qué estaba allí con ese grupo falto de solidaridad, faltando a la política de todos vamos todos regresamos, ¡¡¡malditos guías!!! Y de repente Juan “El Contador” del grupo los Zapopanos (al cual pertenezco), “el Conta” a quien también admiro por su capacidad de conciliación, su tranquilidad en medio del camino agreste y su búsqueda de la calma y compartirla con los que, en medio del cerro, nos alteramos, Juan irrumpe con una solicitud: espera tengo que arreglar el ángulo de mi sillín.

Lo repara, lo dispone a placer, arrancamos y ¡oh sorpresa! Llegamos al cruce y ya estaba inundado el río había tomado su cauce y se veía corriendo con fuerza.



Tratamos de cruzar, medimos con una vara la profundidad,  exploramos otros caminos por dónde podíamos hacerlo, tratamos de pasar por detrás de la casa, imposible estaba el follaje denso y no podíamos cruzar con la bicicleta a pie y de repente estábamos sin alternativa más que subir por las escalera, apareció un senderista joven, mojado hasta la cintura,  terminando de cruzar el camino inundado y nos advierte que es muy probable que la corriente jale las bicicletas, tendríamos que cargarlas por encima del agua y sortear con equilibrio la corriente, sin embargo el temor de contaminarnos hizo que preguntáramos si había un camino alterno, ese mismo joven nos dio indicaciones que había un sendero hacia la cabaña colorada que precisamente pasaba por detrás de la casona inundada y comenzamos el ascenso, llamamos tanto la atención que nos tomaron fotos cargando la bici por las escaleras, se vieron asombrados los senderistas. A 100 m andando doblamos y comenzamos el sendero por el cerro, llegamos a un punto de inflexión donde no sabíamos para dónde continuar y recordando la advertencia del joven senderista que tuviéramos cuidado en no perdernos, pero teníamos la referencia del río y que el camino ancho continuaba en paralelo en buena parte de él. En el ascenso topamos con un aparente final de camino, en medio del follaje, estábamos por decidir Juan “el Conta” y yo por dónde continuar, haciendo caminos exploratorios de unos 50 m a la redonda cuando de repente escuchamos voces que advertían de nuestra presencia “ves esos ciclistas, si ellos pudieron andar por aquí con sus bicis ¿por qué no nosotros?”, los buscamos,  ascendimos un poco más, Y llegamos a un punto de intersección de varios senderos y nos encontramos con 3 buscadores de tesoros con todo y su detector de metales, pala y mochilas y justo cuando nos daban indicaciones confusas e incomprensibles apareció un ¡Trail runner! Y nos dio las indicaciones adecuadas y continuó corriendo en el sendero, lo perdimos de vista, seguimos el camino.

En medio del ascenso llegamos a una construcción con varios niveles, teníamos que subir por escaleras de seguridad, y con gran dificultad, pero con ingenio y esfuerzo logramos subirlas, hasta llegar a una presa, una fabulosa construcción en medio de la nada, la cruzamos y llegamos a otro camino, un single track o una vereda donde solo cabe una persona. Comenzamos nuevamente a rodar, contentos, extasiados, ya no estábamos en peligro de contaminarnos, de perdernos, de atorarnos en el ascenso por el sendero. Salimos a camino ancho, la habíamos librado, contentos y gritando de alegría llegamos a las pilitas a refrescarnos, a sentir nuevamente la compañía de la civilización, y de lo refrescante, una cerveza bien helada con limón y sal, importante para rehidratar. En el descanso momentáneo, Alba se comunicó conmigo, preguntando por nuestra situación la cual reporté sin bronca, estamos bien, vamos con ustedes de regreso. Comenzamos el ascenso, Juan advierte: estoy listo para pedalear sin parar hasta la cima. Consentí su propuesta, arrancamos; durante la subida Juan me platicó todo eso que en los días que no nos vimos, lo guardó, me lo reservó para abrir su compuerta de sus anécdotas y conflictos e inundar con sus relatos el caluroso y húmedo esfuerzo por llegar a la pluma, entrada/salida de la barranca, donde nos esperaban Alba, Maciel y Saul “el viejito cabrón”.



Llegamos, fuimos recibidos con alegría, contentos todos arrancamos al punto de encuentro. ¡Vamos a comer!, reímos, platicamos la anécdota del bici-senderismo, reprodujimos en la realidad el meme: “¡estamos perdidas, perdidas!” jajaja, ahora ya era todo divertido, ¿Qué estaba molesto?, se disolvió cuando Alba me compartió la preocupación de Juan Escobaiker por nuestra situación. No tuvimos el cuidado ni Juan ni yo de cruzar el río pronto, tal cual las indicaciones de la líder y evitar la inundación para después arreglar su avería. Todo esto queda para la anécdota. Llegamos al restaurante y fuimos bien recibidos, con la cálida fraternidad de los ciclistas, del grupo Pies Negros, de Cámara Rodante y con su mirada confiada de que claro que podíamos salir de allí. Abrazos y alegría fue con lo que nos recibieron. 



Muchas gracias a Cámara Rodante, a sus singulares y chingones integrantes de Pies Negros, a Nancy “la Generala” por su conducción y cuidado del grupo, a Juan Escobaiker por su cuidado y su amistad, a Juan “el Conta” por su ingenio, buena vibra y fuerza para ayudarme a salir de los caminos misteriosos de la barranca, a Alba por su amor y esperanza de volvernos a ver, su paciencia de mis diretes sin sentido y por su abrazo reconfortante a mi llegada. Gracias Saul, viejito cabrón, por tu humor liviano y alegre y encumbrar nuestro esfuerzo con bromas y risas así como tú lo haces con tu esfuerzo y logros.

Solo es necesario seguir nomás:  ¡¡¡RODAR PARA DISFRUTAR!!!

Crónica por Ramón Santiago


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