Domingo 29 de junio, son las 5:00 a.m. despierto y escucho que llueve. Mi primer pensamiento: quizá la rodada se cancelará.
Envío un mensaje al grupo para confirmar si saldremos a jugar con todo y lluvia.
Todos, respondieron que sí. Sin miedo al éxito.
Llegamos a Postes, ni los puestos estaban instalados aún, pues seguía lloviendo y yo seguía cuestionándome si era una buena idea, ir con ellos. Además, más de 80 kms en montaña, no me parecía algo fácil. A veces la mente le da muchas vueltas.
Arrancamos, puntuales desde postes. Hicimos escala técnica en los contenedores, porque más vale prevenir y continuamos hacia nuestro destino.
¡Que maravilla rodar en la primavera en tiempo de lluvias! Todo tan verde, ese aroma a fresco, de las fechas donde más se disfruta.
¡Ah, claro! Lleno de zanjas, charcos, hoyos recién hechos por el paso del agua, ya saben, justo lo que hace más entrenada la ruta.
Tomamos camino ancho hacia Banamex (que ahora sé que se llama así porque había un letrero en ese terreno porque fue donado por el banco, ándale) y después a pedalear hasta llegar al Templo de Arena en Villa Corona. Bueno, antes pasamos a tomarnos la foto sigilosamente en el Quiosco de San Isidro Mazatepec, porque estaban en misa, rapidito una niña espectadora nos ayudó con la foto, para luego continuar la aventura.
Durante el camino, nunca ubiqué en donde estaba, mi sentido de la ubicación no tenía idea en qué momento llegaríamos tan lejos. Atravesamos la primavera entre charcos, con las bicis llenas de lodo y ni se diga los zapatos. El paseo incluía mascarilla con mezcla diversa de materiales y una buena exfoliada al quitar el lodo seco de las piernas. Eso sí, con mucho cuidado en el camino, pues Juan nos advirtió que el camino era paso de RZRS, por lo que debíamos estar atentos.
Como pasa en cada rodada, sí por supuesto, poco antes de llegar al templo de arena, hubo un ponchado, Nancy, Juan y yo esperamos, mientras Daniel y Alex, resolvían el pequeño inconveniente. Los más acelerados, ya estaban llegando al destino.
En Villa Corona, estuvimos en la plaza principal, algunos hasta un taquito de pie se comieron en el portal, mientras los demás aprovechamos para sacar nuestro snack. Algo muy de ciclistas, es que siempre alguien te ofrecerá de su comida, así sea la mitad de su barrita.
Antes de regresar, hicimos la parada obligatoria en una tiendita para rellenar ánforas, además de pasadita, pedir permiso de usar la manguera para quitarle algo del lodo a nuestras bicis y pedalear más cómodos, antes de volvernos a llenar de lodo.
En las rutas largas, el regreso es un reto mental. Nada como ir al pasito, como dice Rick. Ya por tantas mojadas, las bicis eran un concierto de rechinados, también ellas necesitaron escala técnica.
Hubo foto en la presa Valencia, donde le pedimos a una señora que nos tomara foto, sin darle celular. Rick muy simpático le dice: "pues con su celular señora". Siempre saliendo con sus puntadas.
El sol sí nos acompañó de regreso, entonces nos administramos bien con los líquidos, rellenamos ánforas (de nuevo) y disfrutamos de unas ricas quesadillas de tortillita hecha a mano, en San Isidro Mazatepec, para luego darle hasta llegar a postes. Bueno, con las paradas necesarias.
Ese llamado, sal si puedes, siempre hace de las suyas. Porque antes de llegar a la entrada a Torre 3, hubo un soldado caído, porque ya no pudo más. Como buen equipo, buscamos quien ayudará a nuestro pobre amigo a salir del bosque. Bendecido el muchacho, pues justo en el camino el buen Alex, usando su tarjeta de cliente frecuente, consiguió lift para Gus, quien esperó bajo la sombra de un árbol acompañado de Alex, a su salvador.
Nosotros seguimos el camino, porque había una parada más imperdible. Sí, unos raspados deliciosos, para cerrar con broche de oro semejante hazaña. Después de reírnos con tanta ocurrencia de los integrantes del equipo y ver pasar a Gus, feliz en su vehículo de salvación. Continuamos nuestro camino, esa última parte del camino ancho, la más divertida, justo porque sabes que ya llegaste y hasta un sprint se antoja, para llegar por fin.
Sí, fue una gran rodada y eso que no quería ir. ¡Gracias como siempre a Nancy y Juan! Rodar con ustedes, genera confianza pues sabemos que están ahí para ayudarnos, más allá de guiarnos. Por supuesto, gracias a todos, porque la buena vibra del grupo nos hizo reír todo el camino.
Crónica de Montserrat Velazco
Team: Pies Negros de Cámara Rodante
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