COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

jueves, 4 de mayo de 2023

UN URBANO EN LA MONTAÑA


Recuerdo el día que mi papá me compró la primera bicicleta de mi vida, tenía 4 años. Fuimos a Jugueterías Ramar, la escogimos y nos fuimos a estrenarla a la Plaza de la Liberación. Yo feliz, pedaleando mientras esquivaba a las personas que por ahí transitaban, vi un grupo de palomas y decidí ¨visitarlas¨. Las palomas salieron volando por todos lados, mientras yo iba directo hacia el suelo. No se quien se asustó más, las palomas o yo. Mi papá a lo lejos, con una sonrisa, me decía: vuelve a subirte, dale! Y de ahí ya no me bajé de la baica. Así fue mi debut en el mundo del ciclismo urbano.


A los 16 años me volví automovilista, y poco a poco fui dejando la bici. Como el ciclismo es el único deporte que me gusta practicar, hice algunos intentos por retomarlo, aunque por muchos años sin éxito. Fue hasta que salimos de la pandemia que me decidí a retomar las ruedas. En esas primeras rodadas (Vía Recreactiva y paseos en solitario), mi condición física era muy mala, apenas 5 km y ya me sentía cansado. Todo un atleta dominguero.





Poco a poco me fue aumentando la condición y el gusto por rodar, así que me llegó la necesidad de más kilómetros, entonces busqué algunas rodadas nocturnas. Fue así como conocí a Cámara Rodante y El Santuario de la Bicicleta. Rodar con el grupo y las pláticas en El Santuario, me motivaron a seguir aumentando kilómetros, mientras crecían las ganas de ir a rodar al cerro.


Ara Robles, Carlos Ibarra y Jona Ruiz me insistían en que me apuntara a las rodadas de montaña que organiza Cámara Rodante, pero no me sentía aún capaz. Un día Carlos me dijo: si no te animas a ir, nunca vas a tener la condición. Cuando salió la convocatoria para Los Dos Miradores, una ruta de un poco menos de 30 km, ya hacía rodadas de 60, y me sobraba pila. ¿Por qué no?


Se llega el 30 de abril del 2023, 6 de la mañana, recordando las recomendaciones de los compañeros, suero, cámara, herramienta básica y hasta cacahuates. Como no me es muy agradable rodar con mochila grande en la espalda, decidí ponerle el porta maleta a la bici, cargué todo y vámonos.





8:30 am, comenzamos a rodar con una bajada algo pronunciada, y fue ahí que comencé a recordar que rodar en el asfalto y en el cerro es muy diferente. En los primeros minutos, muy emocionado por el paisaje, los sonidos, el clima, el aire. Por fin en el cerro. Comienzan las subidas, continúan las bajadas, el camino con arena floja que hace que las llantas se hundan, piedras que quitan el control de la llanta delantera y derrapan la trasera. La bici comienza a tener voluntad propia. El compañero de adelante se detiene, trato de esquivarlo, viene otro atrás, no me quiero cruzar en su camino. No se de que cuidarme, las piedras, las ramas, single track, los compañeros, árboles a medio camino, raíces ocultas bajo las hojas, mientras recuerdo los consejos de Jona y Ara y trato de poner atención a los que me van dando en el trayecto (que si los cambios, que el rabo atrás en las bajadas, los frenos, que la altura del asiento, que los pedales de clip, etc.). Me estaba estresando, saturando. Para mí rodar, es un placer, tiene que ser divertido, relajante, terapéutico. Cambié de táctica, opté por disfrutar de todo lo que el bosque ofrece, la compañía, la plática, las bromas, total, ya habrá otras rodadas para seguir aprendiendo, pero esta primera experiencia, la tenía que disfrutar, y así fue. 


Parece que se hace costumbre, en mi debut en el ciclismo de montaña, me caí. Afortunadamente me dio tiempo de preparar la caída, sin consecuencias, y con Jona como testigo de honor. Se me pinchó la llanta delantera (Ara me apoyó), se me quebró el porta maletas, me raspé las pantorrillas con los pedales, terminé con tapones de tierra en la nariz, cansado. 





Nada que ver rodar 60 km en ciudad contra 30 en montaña, ni en condición y mucho menos en técnica, me falta mucho de ambas. Muy contento y satisfecho de haber ido, esas palabras de Carlos me motivaron a intentarlo. Disfruté mucho los paisajes, los olores, los sonidos, cruzar el río, la adrenalina, lo retadora que es la montaña, el borrego y las rusas del final, hasta la caída disfruté.


Por las lesiones que tengo en la espalda, no estoy seguro de que nivel de rodadas pueda o deba de realizar, pero sí que estoy seguro de dos cosas, seguiré yendo a la montaña y encontré a mi nueva familia rodando. 

 

Crónica por Ramiro Guzmán

  


............................................................................................................




No hay comentarios:

Publicar un comentario